ANÁLISIS

Grabar un programa como si la pandemia ya no existiera: la TV que se adelanta al futuro

Roberto Leal en El Desafío
Roberto Leal en El Desafío
Antena 3

La televisión se prepara para el mes de septiembre, ya hay programas que incluso se han grabado para la próxima temporada como la segunda temporada de 'El Desafío', el show de celebrities mañosas en Antena 3. Formatos que se ruedan en plenas restricciones por la pandemia pero que, previsiblemente, se emitirán cuando todo haya pasado gracias a la vacunación masiva. 

Como consecuencia, la televisión ya intenta simular una vida que ha dejado el Covid atrás. O, al menos, intenta que la pandemia sea pasado y afrontar el futuro. Cuando asista al programa, el público no querrá que le sigan recalcando la crisis sanitaria. Al contrario, espera un entretenimiento que le proponga nuevas ilusiones y hasta intentando recuperar lo mejor de la vieja normalidad. Lo peor, mejor dejarlo atrás.

La tele de variedades que viene no depende de la prioridad de que las gradas empiecen a estar abarrotadas de gente o que los besos sean la gran expresión de afecto, la tele de variedades que viene sobre todo se prepara para permitir al espectador coger aire, respirar y no recalcar con trascendentalidad los momentos duros de los últimos meses. 

Quizá la opción es no nombrar al covid. Ni mentarlo. Porque a la hora de grabar un programa de televisión con antelación también es importante pronosticar en qué punto estará el  público. O, si no, el show se sentirá como desfasado, antiguo o incluso claustrofóbico. 

De ahí el mérito de los creadores televisivos para adelantarse a los sentimientos de la audiencia. Aunque tengan que grabar los programas con meses y meses de antelación. Y, claro, con tanto margen de tiempo, es importante hacer el equilibrio para que la preocupación del momento no sea visible porque, seguramente, cuando el show se emita esa realidad se haya superado.

Todo un ejercicio de optimismo de los equipos de la tele que hay que valorar. No es fácil, pero si necesario para ir al compás de una audiencia que, después de dos años de actualidad intensa e incierta, necesita espacios de entretenimiento con un hilos de esperanza.  Espacios en los que darse cuenta que todo sea pasado aunque, paradójicamente, se hayan grabado en ese asfixiante pasado.

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