EN PERSPECTIVA

La mascarilla y lo que nos retrata

Mascarilla playa
Mascarilla playa
Agencia EFE

Casi un mes. Prácticamente un mes desde que dejó de ser obligatorio llevar mascarilla por la calle. Los (siempre) agoreros pronosticaban un desastre. Sin embargo, la sociedad ha ejercido su habitual sensatez y ha seguido llevando mayoritariamente la mascarilla por la calle. Un acto de respeto, solidaridad y responsabilidad que representa la sociedad en la que vivimos pero que no siempre se recalca mediáticamente.

Porque la excepción suele suele ser noticia. El impacto vende, la urgencia interesa y la decepción nos sobresalta. Pero el buen periodismo no es quedarse en un estado constante de emergencia y su función también es tratar la realidad con ese pincel que enfoca los matices. Intentar explicar los contextos con perspectiva es la clave para plasmar cómo somos sin picar el anzuelo del morbo que nos indigna y que, a la vez, no suele representar a la sociedad en su conjunto.

Poco a poco, nos iremos retirando las mascarillas de la cara. Pero la retirada de la obligatoriedad de las máscaras no ha retirado la sensatez general de intentar guardar el equilibrio en la calle para, mientras es vacunado el conjunto de la sociedad, protegernos del virus con esa cordialidad de pensar en los demás y no sólo en uno mismo.

Pero, en cambio, en los medios de comunicación se busca el momento efectista. Hasta se grabó en la Puerta del Sol a unas personas celebrando una cuenta atrás para despojarse de su mascarilla. Algunos incluso titularon como que los 'españoles' se despojaban de la mascarilla con una euforia digna de campanadas de Nochevieja. ¿Españoles? ¿Todos? Esa imagen era protagonizada por un puñado de personas. Era la imagen que vendía, pero no son símbolo de la sociedad, que es más cauta, que es menos exagerada, que probablemente es más responsable que los medios muestran. Y lo demuestra la calle estos días: mayoritariamente las personas siguen portando la mascarilla en las calles céntricas como muestra de respeto. De recordar que la pandemia no ha acabado y, sobre todo, que pensamos en los demás.

Sin embargo, la educación social que plasma esta realidad no abre informativos, claro, porque consumimos más lo que nos indigna que lo que nos aporta. Pero el periodismo debería ir más allá del susto de la alarma para divulgar, también, todos los trazos de nuestra realidad. Más solidaria de lo que capta la tele.

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