ANÁLISIS

La noche más larga de Trump... y Ferreras

El modelo empresarial de La Sexta se hace más grande con tácticas periodísticas como esta.

Ferreras, Al Rojo Vivo
Ferreras, Al Rojo Vivo

Pocos recuerdan que 'Al Rojo Vivo' empezó su emisión en 2011 a eso de las 11 de la noche en un canal "temático" que ya no existe, La Sexta 2 se llamaba. El programa de actualidad nació queriendo ser un debate nocturno, como otros tantos. Pero, después, un hábil cambio de programación, hizo que 'ARV' encontrara su sentido natural como carrusel informativo matinal a la hora en la que parece que pasa todo. Así se convirtió en un formato referencial de La Sexta, ese tipo de espacio de cabecera que el espectador asocia al canal y que, además, sirve como as en la manga en grandes eventos.

La Sexta no realiza un especial informativo sin más cuando acontece un hecho relevante, directamente despliega la personalidad de su programa más reconocible. De esta forma, el espectador sabe que en 'La Sexta' se narrará lo que suceda con su sello intensamente propio. Un sello que no se parece a nadie, es auténtico y sólo se puede realizar dentro del modelo de televisión que ha asentado el canal.

Esa misma táctica se desarrollará esta noche con un maratoniano 'Al rojo vivo' para explicar la noche electoral norteamericana. 'ARV' arrancará este martes 3 casi a la misma hora en la que se estrenó, a las 11 de la noche en 2011, y durará hasta la mediodía de la mañana siguiente. 15 horas de noche americana.

A priori, las elecciones norteamericanas no son de interés prioritario para la audiencia de la televisión en España, pero sí son claves a nivel periodístico. Será una velada trepidante y todas las cadenas mirarán con atención la cuenta atrás en la que Trump puede perder la presidencia de Estados Unidos. 

La Sexta se podría haber quedado en un especial previo, parar durante la madrugada y continuar a partir de las ocho de la mañana. Pero levanta toda su parrilla nocturna porque el canal tiene claro su tono periodístico. Estar sin tregua. Incluso cuando la audiencia potencial no pueda estar sin tregua. El espectador mayoritario no verá el programa las 15 horas del tirón, pero interioriza que ahí está la cadena en directo y, si pasa algo, tendrá la posibilidad de conectar. Así el canal genera ese vínculo de fidelidad entre espectador y canal que va más lejos que la emisión puntual: se genera un hábito en un universo propio televisivo de prescriptores reconocibles más un enfoque reconocible. Aparentemente siempre 'de guardia' cuando la realidad manda. 

La Sexta ya siguió esta rutina en la noche electoral norteamericana de hace cuatro años. Entonces, lo interesante fue el despliegue incorporando la tecnología de los smartphones para acceder allá donde es imposible llegar con los equipos de televisión tradicional. Ana Pastor desde el Hotel Hilton de Nueva York, sede de los Republicanos, ejerció de reportera en vivo gracias a su teléfono móvil con el que se movía con destreza por los pasillos hasta ofrecer una señal en directo desde las tripas del epicentro de los seguidores de Trump. Imagen en vivo imposible sólo unos años antes con una cámara convencional.

Las grandes cadenas de televisión suelen ser reacias a la retransmisión con móvil, pues se pierde calidad de imagen y existe el miedo a que afecte a los puestos de trabajo. Sería un error, pues la calidad de un operador de cámara jamás la ofrecerá el propio reportero autograbándose con el móvil como si fuera una storie de Instagram. Pero, en circunstancias especiales, esa flexibilidad del móvil es necesaria para ser más rápido y versátiles que los viejas conexiones por satélite. El truco está en comunicar al espectador este tipo de 'directo guerrillero' con honestidad. Ahí La Sexta incorporó un reconocible icono en pantalla, 'Walking live', cuando se está en emisión con una señal de calidad visual menor. Porque la señalética es muy importante en este tipo de retransmisiones: para clarificar, ordenar, potenciar y focalizar la atención en el espectador. Es más, para que el espectador se sienta partícipe de la emisión gracias a que comprende los contextos, las debilidades y los esfuerzos. 

En plena pandemia, la retransmisión de la noche electoral norteamericana, que se prevé tan larga como imprevisible por el elevado voto por correo, tendrá que adaptarse a una realidad sin tanto despliegue de reporteros a pie de hotel. Pero la tecnología móvil seguirá siendo decisiva para contar una noche que no se va a parecer a otras noches electorales. Lo narrarán cadenas de televisión de todo el mundo, también las españolas. Pero probablemente ninguna se parecerá a La Sexta. Porque su triunfo es que ha construido un ecosistema propio basado en la autoría que se mantiene en la rutina diaria. Por eso mismo, tiene que estar toda la noche, aunque tal vez no sea necesario estar toda la noche: es su marca. El espectador ha asimilado que si pasa algo ahí está Ferreras sin dormir para poder contárselo en directo cuando lo necesite. Y narrado a su manera, apasionada manera.

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