ANÁLISIS

Una imagen que inspira la historia de TVE

Ana Blanco, Lorenzo Milá y Carlos Franganillo juntos en el Telediario.
Ana Blanco, Lorenzo Milá y Carlos Franganillo juntos en el Telediario.
Borja Terán

Las elecciones norteamericanas nos dejan esta otra imagen para la historia: Ana Blanco, Lorenzo Milá y Carlos Franganillo, juntos, compartiendo pantalla en el despliegue de Televisión Española. Son sólo tres respetados profesionales del periodismo. No son gurús de nada. No ceban pronósticos en Twitter. Ni siquiera emiten con una webcam. Incluso dos de ellos han osado en desplazarse con equipo técnico al lugar de la noticia. Quizá, por eso mismo, no protagonizan trending topics. Porque no son protagonistas, son narradores de lo que pasa con un constructivo espíritu didáctico.

A veces, se confunde autoría periodística con intensidad melodramática. Pero la autoría en la información, también y sobre todo, es el carácter de hacerse preguntas y guiar sin depender de efectismos hasta lograr una todopoderosa credibilidad cómplice con la audiencia.

Y ahí Televisión Española ha demostrado, de nuevo, su gran fortaleza. La cadena pública mantiene su solidez como referente cuando no intenta imitar a ninguna tendencia imperante y aprende de la sosegada experiencia de los profesionales de la casa. De hecho, el sello de TVE destaca cuando la plantilla puede ejercer con libertad periodística y, no menos importante, con libertad creativa para tocar la realidad de la calle. En este sentido, destaca la excelencia de su red de responsables, con la capacidad comunicativa de mujeres periodistas como Almudena Ariza, Mavi Doñate o Begoña Alegría, por ejemplo.

Interesantes también las piezas que se han emitido estos días con Milá y Franganillo conversando e intercambiando enfoques sobre la situación de USA desde su veteranía como ex corresponsales en Washington.  Estas píldoras, desde el epicentro informativo, cuidan el fondo y la forma con una realización más rica en movimientos de cámara y en la que hasta se atiende el sonido ambiente. Porque el sonido ambiente también expresa mucho. Los profesionales de TVE atesoran el aprendizaje de la responsabilidad de no sólo replicar pronósticos, acudir allá donde sucede la noticia e intentar retratar matices desde la óptica única de una televisión pública española. Un servicio esencial con alto valor documental que debe mirar el presente para aportar perspectiva en el hoy pero, a la vez, sin perder de vista el radiografiar de cara al futuro, con errores incluidos, más aún en tiempos de ruido viral de usar y tirar.

La propia (primera) noche de las elecciones norteamericanas, RTVE realizó un programa sosegado que cosechó buenos resultados en audiencia, alcanzando -en su tramo entre la 01:15 a 02:30h- un 12.4 por ciento de cuota y 419.000 espectadores, mientras que 'Al Rojo Vivo' entre 23:31 a 2:29h sumó un 7.4 por ciento de share y 537.000 fieles y de 2:30 a 10:16h obtuvo un 12.7 por ciento de share y 205.000 televidentes.  La 1 no tenía el mejor plató, ni había creado un gran acontecimiento como La Sexta, pero reunió a ese también competitivo (y complementario) público fiel que buscaba más la calma del periodismo in situ que el maratón de la épica del debate. 

En esta retransmisión, tampoco faltó la tertulia, claro, con Xabier Fortes desde Torrespaña. Fortes se ha convertido en otro de los valores seguros de TVE. Su retranca gallega y su equilibrada empatía a la hora de explicar la actualidad lo ha ido alzando como uno de los profesionales que logran hacer crecer la audiencia de la cadena. Incluso en épocas difíciles, atrayendo a Televisión Española a esos espectadores que quieren prescriptores de credibilidad que estén por encima del simplificado choque de las trincheras de los argumentarios de la política teatralizada. Periodistas que no se queden sólo en el titular y sepan mirar las circunstancias. 

Blanco, Franganillo, Fortes, Milá, Ariza. Todos nombres propios con experiencia de largo recorrido en TVE, que tienen bien interiorizada la función de la televisión pública: periodismo en donde la profundidad debe ganar a la prisa. O, al menos, intentarlo. Lo que recuerda que cuando la cadena pública no se deja llevar por la vorágine de lo que hace la competencia, y comprende bien su trayectoria, evidencia que mantiene su influencia social. Misma influencia que se esfuma cuando se desvirtúa su función con espacios que imitan de manera cortoplacista a las privadas y que no innovan en el cometido de acompañar siendo útil al espectador.

Ese es el empaque que gana TVE cuando sabe mirar más a la realidad social que a la calculada agenda política. Lo han hecho este año con el informativo en directo desde un colegio público o, esta misma semana, como la cadena española que mayor despliegue ha realizado en Estados Unidos con unos medios de producción propia que deberían proyectarse socialmente con una presencia más solemne. Quizá es el momento de recuperar en pantalla la marca de 'servicios informativos'.  Es más, RTVE debería incidir en marcas diferenciadas que firmaran de forma vistosa cada género de producción propia con un identificativo propio que sellara como icono de calidad los diferentes formatos estelares: informativos, series, concursos, música...

Pero lo que parece claro es que TVE destaca con más vigor en informativos cuando se apuesta con amplitud de miras por el aporte diferencial de los profesionales de la casa. Y es que, a menudo, no hace falta acudir a lo obvio e intenso de fuera de la corporación cuando el talento que no se parece a nadie lo tienes curtido en tu propia factoría televisiva. Una cadena pública que debe ser cuidada como una institución social de extensa historia que no está para reproducir moldes, está para marcar el compás como la escuela de profesionales que es y que ha fomentado un intercambio de aprendizaje entre generaciones que crece desde el rigor de la serenidad. Un rigor de la serenidad que representa la foto a tres de Blanco, Milá y Franganillo. 

Mostrar comentarios