OPINION

¿Quién es la FIFA para amenazar a España? Hay que elevar el tiro...

Nadie dijo que iba a ser fácil lo de apartar definitivamente a Ángel María Villar de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). La reciente amenaza recibida desde la FIFA ante la convocatoria de unas nuevas elecciones en la Federación, que frenen de una vez por todas al eterno presidente ahora suspendido, es una demostración más de que tanto él como sus seguidores durante estos 29 años en la RFEF están dispuestos a dar una batalla legal frente al Consejo Superior de Deportes (CSD) y el Gobierno que lo respalda.

Una primera reacción ante la advertencia de la FIFA de que no tolerará “injerencias de terceros” en la organización y la gestión de las federaciones de fútbol que la componen, bajo amenaza de retirar a sus equipos de las competiciones en marcha, es cuando menos de incredulidad. ¿Quién es la FIFA para amenazar a un estado soberano, desarrollado, democrático y de derecho como España, y dejar a sus ciudadanos sin Mundial, bajo la excusa de que se está presionando a su Federación de fútbol? Las “injerencias” a las que se refiere son la propuesta del CSD de que se convoquen unas nuevas elecciones en la RFEF que devuelvan al organismo a la normalidad, después de que su presidente ha llegado a ser encarcelado y está procesado (junto a su hijo y otros altos cargos de la entidad) por los supuestos delitos de administración desleal, corrupción entre particulares y apropiación indebida, entre otros.

Pueden existir ciertas dudas legales sobre la mayor o menor consistencia de los delitos que se le imputan a Villar, toda vez que él mismo durante casi tres décadas había desarrollado un sistema a medida para controlar todo lo que se hacía en la Federación, con todas las de la ley. Es cierto que muchas veces Villar y su equipo han actuado muy al límite de esa legalidad y se han acercado más al clientelismo, la manipulación y el caciquismo que a otra cosa, pero hasta su detención, nadie se había atrevido a dar un paso legal tan trascendental para cuestionar sus manejos. Esas dudas y la responsabilidad final que tengan Villar, su hijo y sus adláteres, ya lo decidirán los tribunales. Pero lo que le tiene que quedar muy claro a la FIFA es que en España existe la división de poderes y se cuenta con un sistema judicial independiente y que, mal que bien, funciona, y ellos no son quién para poner en duda sus decisiones hasta que no se demuestre lo contrario. Incluso la decisión administrativa del CSD de promover una elecciones en la Federación, contra la que actúan ahora, se va a cotejar con el Consejo de Estado, el máximo órgano consultivo que hay en el Estado español. Y en un estado democrático y avanzado como este, las “injerencias” a las que se refieren desde la FIFA, son justo lo contrario, son “garantías” de que las cosas se están haciendo como se debe y se están respetando los derechos de todos los implicados y el funcionamiento de las instituciones.

Dicho esto, hay que reconocer que los recovecos administrativos y judiciales en los que se ha metido el tema Villar no ayudan a solventar las cosas. Villar sigue siendo el presidente de la RFEF, suspendido cautelarmente por un año, pero presidente. Y esa medida cautelar de suspensión debe ser revisada dentro de poco, para ver si se mantiene o se quita. La clave de bóveda de esta pelea legal está en la apertura de un proceso penal, el último ratio del Derecho y que obliga a paralizar todas las vías administrativas posibles para tomar decisiones que desbloqueen el funcionamiento de la RFEF. Los tiempos procesales en el ámbito penal van por un camino, y las decisiones administrativas avaladas por el ámbito político (el CSD y el Gobierno), van por otro. Y Villar no se juega solo su puesto y su prestigio, en el caso está implicado su hijo y algunos de sus más queridos colaboradores desde hace muchos años, todos ellos muy bien asesorados por expertos en manejar los tiempos judiciales y administrativos. Detener a Villar y abrir la vía penal fue una apuesta muy fuerte, cuyas consecuencias hay que medir y revisar en todo momento.

No hay que olvidar que Villar ya ha pasado por encima de dos secretarios de Estado del Deporte y no tiene miedo a retorcer al máximo los vericuetos políticos y legales para intentar recomponer su situación. Todavía es presidente de la Fundación de la RFEF y le ha sustituido uno de sus más cercanos colaboradores, dispuesto a seguir con el plan previsto hasta 2020, a ver si en ese ínterin, el presidente suspendido puede volver a su puesto. No es la primera vez que utiliza a la FIFA y sus amenazas de retirar a España de las competiciones futboleras para presionar al Gobierno ante alguna decisión que no le gustaba. Ya lo hizo en 2008, precisamente para hacer las elecciones de la RFEF cuando a él le convenía, no cuando le exigían desde el Gobierno entonces.

Ahora, va a obligar al secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete, y al propio ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo, a sentarse con la FIFA para darles explicaciones de que España funciona con todas las garantías de un estado democrático y de derecho, además de tener una de las mejores ligas de fútbol del mundo (si no la mejor) y una selección campeona. A una institución como al FIFA, alimentada con el dinero sin límite del fútbol y siempre bajo sospechas de corrupción.

Frente a quien duda así de España y lo asemeja a esos países subdesarrollados a quienes se les limitan las competiciones deportivas porque no pueden garantizar siquiera el respeto a los derechos humanos en sus sociedades, la solución pasa por elevar el tiro. Ya se hizo ante la misma FIFA por el anterior secretario de Estado del Deporte, Miguel Cardenal, ante la primera intentona de amenaza a España en 2008: echar encima de ese organismo de dudosa reputación todo el poder de la Unión Europea, el espacio político al que pertenece nuestro país. Estaría bien ver cómo se enfrenta la FIFA a su propia medicina, si desde el Ejecutivo comunitario se le dijera que van a ser todos los miembros de la Unión los que no van a ir al Mundial de Rusia si se pone siquiera en duda la legitimidad democrática de uno de sus miembros. ¿Se imaginan un Mundial sin el fútbol europeo… por culpa de Villar?

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