En mi molesta opinión

Alemania, Francia e Italia forman un trío y plantan a España

Robert Habeck, Bruno Le Maire y Adolfo Urso
Robert Habeck, Bruno Le Maire y Adolfo Urso
EFE

Quizá todo se deba a que Pedro Sánchez está muy ocupado en lo de la campaña electoral que él mismo decidió convocar tras la debacle del 28-M, y también a su insistente gira por todos los medios de comunicación nacionales, tras pasarse cinco años negándose a visitarlos porque según él no eran muy progres y no merecían su atención. Durante todos estos años solo se ha dignado visitar a la SER, La Sexta, RTVE y un poquito, no mucho, a Tele-5, al resto de los medios audiovisuales que les den morcilla, con perdón. Pero ahora no, la soga en el cuello está muy prieta y hay que aflojar el nudo, y si es necesario uno se salta sus principios en beneficio de sus intereses.

Son cosas de Sánchez y de su versatilidad o capacidad variable para cambiar de opinión siempre que sea preciso y le convenga a él. Algunos creerán que eso debe ser lo normal en política: manejarte a tu antojo según tu ombligo. Pero no es así, el presidente de un Gobierno se debe a toda la sociedad y a todos los medios de comunicación relevantes, sin hacer disquisiciones de simpatías, progresismos o amiguismos, o al menos no de manera tan descarada y despectiva. El día que empiezas a ver a una parte de la sociedad que tú presides como si fueran tus enemigos -como es el caso de Sánchez- ese día empieza tu cuenta atrás.

No digo que un líder deba ser como un billete de 50 euros que le cae bien a todo el mundo, pero sí tienes un deber institucional que no se puede ignorar por muy mal que te caiga la gente o le caigas tú a una buena parte de la sociedad. Quizá ese mismo desprecio social viene motivado por la propia actitud hierática y soberbia de un presidente que no se molesta ni un ápice en conectar con los electores. No lo ha hecho antes y ahora intentan cambiar a marchas forzadas.

Parece que de repente todo ha cambiado y hay que intentar ser o, al menos, parecer que uno es amable y divertido, el amigo maravilloso con el que te irías a cenar todos los sábados. Lo incomprensible de Sánchez son sus constantes bandazos, su falta de criterio y de ejemplaridad a la hora de comportarse ante los demás. Es cierto que todos los políticos cambian un poco en época de elecciones, pero el presidente actual le ha dado la vuelta al calcetín y ahora nos presenta en 'El Hormiguero' o en todo tipo de programas a alguien que podría ser su clon. No digo que estemos ante el extraño caso del doctor Sánchez; es decir, ante el doctor Jekyll y Mr. Hyde, pero casi, al menos en algunas entrevistas que bien pueden calificarse de alucinantes.

Pero vayamos al otro quid de la cuestión que se resume en una noticia reciente y de gran importancia: Alemania, Francia e Italia crean una alianza industrial sin España. El último término podría obviarse si España no fuera uno de los países más relevantes del la Unión Europea. Sin embargo, para estos tres amigos y vecinos nuestro país sigue siendo una gran nación turística pero poco más, lugar ideal para el ocio pero donde la capacidad industrial brilla por su ausencia más que por su presencia. Es cierto que Alemania, Francia e Italia son las principales economías del euro, pero España -que compite por ser la cuarta potencia- merece estar ahí y pelear por un hueco en esta creación industrial que busca recuperar el peso europeo en el suministro de materias primas y en otras vertientes técnicas.

La reunión a tres bandas se produjo este lunes pasado y no se ha hecho discretamente, sino a bombo y platillo para que se enteren bien todos de quién manda aquí. Según un comunicado oficial de los tres Gobiernos: “Esta reunión marca el principio de una serie de encuentros trilaterales con el objetivo de reforzar la cooperación entre Alemania, Francia e Italia en temas económicos clave”. Se da la circunstancia que este triángulo mercantil y financiero se produce en vísperas de que España asuma la presidencia de la Unión Europea en este semestre, y que dado este nuevo 'parto' trilateral de gran calado económico queda condicionado a lo que acuerde esta relevante entente. Aunque el primer desafío es evitar la dependencia europea del resto del mundo en materias primas como litio, cobalto, níquel o magnesio, y asegurar una producción propia.

El anfitrión de la reunión ha sido el vicecanciller alemán y ministro de Economía, Robert Habeck, acompañado de su homólogo francés, Bruno Le Maire, y el italiano Adolfo Urso. Y aquí surge otra cuestión fundamental y de calado político: ¿Quién se ha empeñado en meter en la reunión con peso específico a su ministro de Economía?; ni más ni menos que Giorgia Meloni, primera ministra italiana, ya que este tipo de cooperación reforzada se reservaba hasta ahora al eje París-Berlín. Sin embargo, ella ha dicho y hecho algo fundamental: “A partir de ahora se reconoce el peso estratégico de Italia, y vamos a relanzar la industria con Francia y Alemania”.

¿Y España para cuándo? Mucho presumir del buen hacer internacional de Sánchez pero a la hora de la verdad los resultados han sido escasos por no decir nulos. Según el autor de la noticia, el periodista Carlos Segovia, "los ministerios de Economía de Francia y Alemania declinaron hacer comentarios sobre la exclusión del Gobierno español de este nuevo núcleo de poder". Pero eso sí, luego va el Gobierno español en pleno, encabezado por su presidente, a meterse con la 'fachosa' Giogia Meloni, primera ministra italiana de ultraderecha, que al menos ha sabido pedir y exigir un puesto en el exclusivo eje París-Berlín. ¿Y España para cuándo?

A ver si toma buena nota VOX de las costumbres de Giorgia Meloni y se ponen las pilas, las buenas, las alcalinas, y refuerzan su marca política intentando conciliar más amigos que atemorizar a los enemigos que no les votan. Vox funciona mejor cuando no se empeña en ser un partido de extrema derecha y se convierte, como ellos mismos dicen en ocasiones, en un partido de extrema necesidad, es decir, con bastante más sentido común que el que utilizan habitualmente en tiempos de precampaña electoral.

Por último. Hace diez días, mediados de junio, también excluyeron a España de una importante reunión de la OTAN. En concreto prescindieron de empresas españolas de una reunión con la industria de Defensa. La ministra Margarita Robles se plantó y se negó a participar. Una digna pataleta que no sirvió de mucho pero ahí quedó. Es cierto que el peso de España en la OTAN, a la hora de contribuir en armamento y presupuesto es muy inferior -por no decir ridículo- a la mayoría de miembros. Y eso se paga dejándote en la cuneta.

Es esa una buena excusa. Pero en el caso del triunvirato franco-alemán-italiano, siendo España la cuarta potencia de Europa, no se entiende muy bien cómo le han metido un gol por la escuadra a todo un Gobierno y nos han dejado fuera de juego. La razón de las elecciones no sirve, lo que sí sirve es empezar a ser algo más que un bonito país turístico. Para ello hay que cambiar el 'chip mental' de este Ejecutivo y ver a los empresarios y emprendedores no como enemigos sino como potenciales creadores de riqueza. En fin, otra oportunidad perdida para un país que tanto la necesita.

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