En mi molesta opinión 

Unas elecciones locas que satisfacen a los vencedores y a los derrotados

Pedro Sánchez María Jesús Montero sede Ferraz
Unas elecciones locas que satisfacen a los vencedores y a los derrotados. 
Agencia EFE

España acaba de entrar en una nueva encrucijada política en la que nadie tiene claro cuál puede ser el desenlace definitivo. El Partido Popular ha ganado sin ninguna duda las elecciones con 136 escaños, pero no parece que pueda llegar a gobernar de una manera fácil, ni contando con el apoyo de Vox, que ha obtenido 33 escaños. El PSOE que se las prometía bastante negras ha conseguido sacar algo de pecho gracias a que las elevadas expectativas del PP no se han cumplido.

Entramos en el juego de los engaños en el que el derrotado intenta parecer que ha conseguido más de lo que ha obtenido y el vencedor se siente más perjudicado de lo que en realidad ha sido, habiendo ganado 47 es caños de más, desde las últimas elecciones, y con el PSOE por debajo de ellos en 14 escaños; sin embargo, ganando los socialistas solo 2 escaños por encima de sus 120 conseguidos en 2019. Lo que ha sucedido es el viejo truco de siempre: el que saca más pecho del debido acaba pagando los platos rotos, siendo casi siempre el vencedor.

El PP empezó a hinchar la máquina de aire tras la convocatoria de Sánchez de las nuevas elecciones con el objetivo de lanzar la idea de que era posible repetir la feliz estrategia que habían obtenido en las autonómicas de Madrid y Andalucía, con una mayoría absoluta que les puso la miel en los labios. Alentada por los resultados de algunas encuestas, como las de GAD3, que han cometido grandes errores en los resultados. Ese fue su gran equivocación. Confiar que las cosas podían equiparse en las elecciones generales a las autonómicas y que la sociedad estaba dispuesta a repetir su voto, sin apoyar al del rival, en este caso el PSOE. Sucedió durante la campaña algo parecido con Pedro Sánchez al presentarse como el gran dominador de los debates, exigiendo hasta seis, para luego perder en uno solo con Feijóo. Queda claro que siempre el que presume más es el que pierde más.

Ese mal estilo incluye convocar unas elecciones en pleno mes de julio con media España de vacaciones. Otro ejemplo de su actitud despótica estuvo ayer cuando salió a dar su discurso en la calle Ferraz pero sin felicitar al vencedor de las elecciones. Esta claro que el juego limpio no entra en su estrategia. esa actitud algo displicente y despótica tenía una ligera explicación en plena campaña electoral pero no tras unas elecciones don de estaba claro el vencedor de las mismas. Aunque dentro de su habitual estrategia de parecer vencedor siendo el derrotado puede que ese fuera su objetivo principal.

A partir de aquí puede suceder cualquier cosa en la política española. Nadie tiene claro quién podrá conseguir los votos necesarios para lograr la mayoría de 176 escaños. En principio le corresponde a Núñez Feijóo tomar la iniciativa de formar Gobierno; aunque si no lo logra deberá ser Pedro Sánchez quién lo intente con su Frankenstein, aunque JxCAT, unas de las fuerzas que se siente satisfecha con los resultados y que es básica para gobernar ha dicho claramente que no quiere saber nada de los socialistas. Queda muy claro que a partir de ahora puede pasar de todo, incluidas unas repeticiones electorales en las que el PNV tome partido y decante la balanza. Pero la presencia de Vox en un hipotético Gobierno pondría las cosas muy difíciles a los vascos.

Muchos ciudadanos y analistas creen que hemos vuelto -como si ello fuera un éxito político- al bipartidismo del PSOE y PP pero con el toque imperfecto de que ambos se apoyan en las muletas de Sumar y Vox; aunque visto lo visto los partidos regionales y separatistas seguirán teniendo un gran peso específico y seguirán exigiendo su alto precio para dar el apoyo que precisen los grandes partidos por unos pocos escaños.

Creo que hay que mentalizarse acerca de los partidos regionalistas o nacionalistas, por definirlos de algún modo, ya que ambos seguirán siendo imprescindibles para la gobernabilidad de España, les guste o no al resto de los ciudadanos que viven en otras zonas de España donde sólo existen partidos nacionales. No olvidemos que la mayoría absoluta de Aznar en el año 2000 la logró tras pactar con partidos como Convergencia i Unió, CiU, y por esos acuerdos fue muy criticado, pero al final logró, a pesar de ello, un resultado electoral espectacular.

El futuro queda abierto. Nadie sabe qué sucederá mañana. Ni Feijóo ni Sánchez tienen claro si podrán gobernar. Sólo saben que lo van a intentar, primero el PP, porque ha ganado las elecciones, y después el PSOE si el anterior fracasa. A partir de ahora queda un complejo periodo de pactos políticos que nadie sabe cómo acabarán, y que puede terminar en algo que nadie desea: unas nuevas elecciones en diciembre.

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