En mi molesta opinión

De la 'fachosfera' a la 'sanchosfera', sin olvidar a Puigdemont

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
EFE

Nueva humillación y nuevo varapalo para un aturdido Pedro Sánchez. El 'amo' de Junts, Carles Puigdemont, ha dejado caer su pulgar para dejar claro que él es el que manda y la ley de amnistía habrá que retocarla "porque yo lo digo y porque yo lo valgo". No es la primera vez ni será la última que Junts y su líder chulean y castigan al Gobierno. El pulso que se avecina será duro y amargo, sobre todo para el PSOE. Sánchez no supo amarrar bien sus posibilidades de negociación y el líder de Junts le tiene tomada la medida. Quien con independentistas se acuesta, turbado y atolondrado se levanta. El presidente del Gobierno lleva unos cuantos días tragando mucha saliva y castigado duramente por la circunstancias, refugiándose en las ocurrencias de la 'fachosfera' que son la última aportación intelectual y política del líder del PSOE.

Pero la tormenta política ya llegó la semana pasada con un Emiliano García-Page más duro y respondón que de costumbre. Soltó la bomba sin miramientos y sin pelos en la lengua: "Yo gano elecciones, otros no. A ver si voy a tener que pedir disculpas por ganar elecciones". Aunque no dio nombres, arrojó una bofetada magistral y verbal que resonó en el estupefacto rostro del sanchismo, es decir, de Sánchez y de sus disciplinados atláteres. Al enumerar las victorias y derrotas en las urnas Page trazó una línea entre perdedores y vencedores, la ecuación más cruda pero que, sin embargo, resuelve todos los conflictos políticos. Es cierto que electoralmente Sánchez es un 'segundón', aunque luego se mantenga en pie en el cuadrilátero de Moncloa recibiendo los golpes y puntillazos que le propinan sus 'socios' -principalmente Puigdemont-, y que él encaja con una sumisa aceptación no exenta de cinismo, todo sea por el cargo y el Falcón.

Sánchez se cree listo y bien plantado y no tolera ni una critica que provenga de su otra esfera, la de sus rivales políticos. Ahí todo le escuece y le angustia. Algo muy extraño en una persona que vive de la política y no soporta los reproches y denuncias habituales de los otros. No así de sus 'socios' políticos, de esos acepta cualquier orden o decisión por absurda que sea y por muy de derechas que sea Junts. En cambio, él sí puede despreciar al que discrepa, no le gusta que le cuestionen su manera de proceder -primer síntoma de autoritarismo-, pero le encanta ofender e incluso insultar a los demás, especialmente a la oposición, de la mano de sus ministros voceros que se dedican a desacreditar a todo el que se oponga a los planes de la amnistía, cuando el propio PSOE dijo que era algo ilegal e improcedente.

A Sánchez le encantaría que desapareciera todo lo que le molesta, empezando por García-Page; siguiendo por todos los jueces, o casi todos, que intentan cumplir la Ley; que se esfumen los partidos de la oposición que se entrometen en los asuntos del Gobierno; que desaparezcan los miles de ciudadanos que se manifiestan en las calles contra los asuntos seudo legales que intenta perpetrar el Ejecutivo para mantenerse en el poder; que vuelen los informes del los letrados de las Cortes; que se eclipse el Consejo de Estado, que se evapore todo lo que le molesta e incordia al PSOE, es decir, a Sánchez, y que solo quede El País, la SER, TVE, el canal 24-Horas, la decena de medios digitales que le aplauden con entusiasmo haga lo que haga, incluida La Vanguardia, y la prensa independentista.

El presidente se ofende porque le critican duramente sus actitudes políticas e incluso dice que le insultan; y para paliar el problema va él y se dedica a menospreciar a todo lo que se mueve más allá de la cordillera progre. Ahora, ha copiado una idea de dos periodistas franceses para utilizarla como supuesta ofensa a todo lo que huela a derecha. Lo llama la 'fachoesfera'. Podríamos resumirlo en que para Sánchez son fachas todos los que no están dispuestos a aceptar las cesiones del sanchismo al separatismo, incluyendo a los numerosos veteranos socialistas -Felipe, Guerra, Redondo, Savater, etc.- o los numerosos socialistas que no acaban de ver ni entender cómo se cocina lo de la amnistía, algo criticado en su momento por el propio líder del PSOE.

El objetivo de Pedro Sánchez es que se hable de la 'fachosfera' más y de la amnistía menos. Misión imposible. Eso es lo que le convendría a él, pero eso no será tan fácil por evidentes razones de peso y de exceso. Lo que provoca la ocurrencia del presidente es su obsesión por el único argumento que le queda, todo gira en torno al juego de llamar fachas a los que se oponen o le critican. Un juego que tiene el peligro de agotarse en sí mismo, que de tanto sonarlo y utilizarlo acabe rebajándose en su propio concepto y que ya no asuste ni disguste por cotidiano y familiar. Incluso, en última instancia puede convertirse en un insulto de prestigio para definir la resistencia al sanchismo, como cuando el pedigrí democrático se imponía por encima de las atrocidades comunistas.

En breve veremos si la 'fachosfera' prospera en el argot popular o sólo es la ensoñación calenturienta de algunos medios; también veremos si la alternativa contraria que ha empezado a brotar -la 'txapotesfera'- engancha con fuerza y se convierte en la otra cara de la misma moneda. No hay que olvidar el éxito que tuvo su versión popular "que te vote txapote", hasta el extremo de que el eslogan fue tan eficaz que la izquierda y demás sectores de la 'txapotesfera' tuvieron que salir en tromba a parar el fenómeno con la falsa excusa de que molestaba la sensibilidad de algunas víctimas del terrorismo.

Según palabras del propio Sánchez a La Vanguardia, la 'fachosfera' incluye a los partidos de la oposición y a los medios no afines, que, según dijo el presidente, se han conjurado para «derrocar» al Gobierno legítimo. Al parecer, salir a la calle o criticarle equivale a derrocar y a ser un golpista. Que se lo pregunte a Puigdemont a ver qué opina. Una vez más, la necesidad de ser aclamado, a pesar de sus componendas políticas por siete votos independentistas y, casualmente, con un partido de derechas, le lleva a mostrarse como un fanático del poder más que como un presidente que está obligado por exigencias del cargo a encajar las críticas, justas o injustas. Gozar de la autoridad gubernamental es ya una ventaja que no puedes pretender incrementar utilizando las argucias de faltar al respeto a los votantes, aunque esos votantes te critiquen constantemente. Qué pretende el presidente, convertir a toda España en la única 'sanchosfera' con derecho a existir.

Mostrar comentarios