En mi molesta opinión

La imagen de Pedro Sánchez pierde crédito en España y en Europa

Sánchez e Iglesias han cuadrado los Presupuestos de 2021 'a codazo limpio' para asegurar su contrato de alquiler en Moncloa durante todo lo que resta de legislatura.
La imagen de Pedro Sánchez pierde crédito en España y en Europa.
La Moncloa

Ante el caos y el desbarajuste que sufrimos gracias a nuestras autoridades incompetentes, no hay español que no se deje llevar por el desánimo y no se queje de esta pandemia que no cesa y del Gobierno que no acierta. Unos se lamentan a pesar de llevar puesto este bozal formato mascarilla que nos han impuesto y que actúa a modo de sordina; otros, con más testosterona que neurona, se lanzan a cara descubierta y capucha adolescente a destrozar el mobiliario urbano y saquear los comercios.

Es cierto que a los menores de 40 años se les dijo que uno de los cometidos de las democracias es procurar el bienestar de sus residentes; pero hay que recordarles que no lo garantizan las 24 horas del día ni los siete días de la semana. Y que si sus abuelos tuvieron que soportar una guerra, ellos tendrán que chuparse una larga pandemia, y que la mejor manera de hacerlo es manteniendo la calma y, sobre todo, la responsabilidad social. Que cierren los bares es grave, sobre todo para los dueños de los bares, pero no es el fin del mundo.

Los españoles -de toda edad y condición- tenemos fama de quejarnos mucho, de tener el gatillo fácil a la hora de la crítica política, pero aunque no tengamos derecho a destrozar la calle o un escaparate -y me da lo mismo si el energúmeno destructor viene de la extrema derecha o de la izquierda- en esta ocasión hay razones suficientes para exigir que se hagan las cosas de otro modo, es decir, no tan mal como hasta ahora. Y no me sirve el consuelo de tontos de que este mal vírico es de muchos. Sí, afecta a todo el mundo, pero eso no le da derecho a Sánchez a sentirse bien cuando las cosas van mal.

Pongamos un ejemplo. A finales de octubre se realizó una conferencia virtual de presidentes autonómicos, después de cuatro horas de largas disertaciones de los diecisiete participantes, no se llegó a ningún acuerdo, ni se firmó ningún documento ni se obtuvo conclusión alguna. Todo muy español. Lo digo por comparación. En Alemania, Angela Merkel se reunió con los dieciséis 'Länder' y pactó con ellos una serie de medidas contra la pandemia. Unas horas después, Merkel ofrecía un discurso televisado donde explicó las medidas adoptadas a los ciudadanos, y luego se sometió a un debate parlamentario. ¿Ven alguna similitud con el proceder político del Gobierno de España? Los dos países están descentralizados, pero en uno están coordinados y las medidas son coherentes y en el otro no. Quizá no sea tanto una cuestión territorial sino de actitud y aptitud.

Pedro Sánchez llegó a Europa con cierta buena imagen y con la ventaja de hacerse entender en inglés. Sin embargo, las autoridades de la Unión Europea con el tiempo están viendo que lo que parecía un cisne de cuello largo y finas plumas se está mudando en un pato, y además cojo. Y eso que todavía no hemos entrado en la fase económica en la que Sánchez y su Gobierno tendrán que mostrar y demostrar la viabilidad de las reformas que van ligadas a la llegada de los 72.700 millones de euros en ayudas directas. De momento en Europa lo que más han visto es que el Ejecutivo socialcomunista de España tiene tendencias autoritarias a la hora de manejar la reforma del Poder Judicial, como en su día intentó Hungría.

En Europa también han visto -y en España sufrido- que Pedro Sánchez ha exigido al Parlamento el apoyo de un estado de alarma de ¡seis meses!, obviando el control parlamentario durante este largo tiempo. Lo único que se dignó a conceder el presidente es una comparecencia cada dos meses para dar alguna explicación que él considere oportuna. Lo sorprendente es que si a Sánchez e Iván Redondo les preocupa tanto su imagen y lo único que les interesa realmente es la propaganda y el qué dirán de ellos las encuestas, llevan unas semanas transmitiendo una idea no muy positiva ni democrática de su labor política, y eso sí pasa factura electoral. Algo huele mal en la factoría de propagandas de Moncloa.

Por si fuera poco el galimatías institucional que sufrimos los españoles, también sigue la pelea entre los 'dos gobiernos' de Podemos y PSOE, que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez intentan ocultar pero sin éxito, por mucha foto-montaje de Presupuestos que se hagan con sonrisa forzada, todo evidencia una falta de entendimiento -entre las dos almas de este Ejecutivo Frankenstein- y una falta de coordinación para sujetar la pandemia que crece sin parar. Los ministros de cada bando no se ponen de acuerdo en nada, mientras los españoles asisten ojipláticos a la ceremonia de la confusión gubernamental. Muchos líos políticos y muy pocas soluciones reales: España, cada día peor.

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