En mi molesta opinión

No es la macro sino la microeconomía lo que preocupa y atemoriza a los españoles

Pedro Sánchez triste serio
No es la macro sino la microeconomía lo que preocupa y atemoriza a los españoles
Agencia EFE

España es de los países que mejor ha controlado la escalada de precios, la inflación es la segunda más baja de la eurozona con el 3,2%, entre otras circunstancias gracias en parte a algunas medidas adoptadas por el Gobierno, entre ellas el tope al gas. Pero los votantes de izquierda y no pocos de extrema izquierda siguen sin fiarse y sin apoyar a este Ejecutivo y a su socio de coalición, como vimos claramente el pasado 28-M. ¿Qué le pasa al Gobierno que no acaba de convencer a sus votantes? Una buena parte de los economistas lo achacan a que los ciudadanos en general perciben que el coste de la vida les ha subido un 13% en los últimos cuatro años y el precio de los alimentos más de un 23%, y que eso es lo que más les atemoriza, la carestía de la vida, por encima de leyes 'super guay o super trans' de Ejecutivos que se pasan la vida peleándose por el poder y no por ayudar las necesidades de los ciudadanos.

Los electores, también conocidos por todos como los 'paganos o paganinis' -o sea, los que acaban pagando habitualmente los gastos de la fiesta- no se tragan (o no comprenden del todo) las grandes teorías macroeconómicas que suelta el Gobierno, incluida la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, o el propio presidente, Pedro Sánchez, diciendo que "la economía española va como una moto". Tampoco digieren con facilidad las previsiones de la OCDE o del Banco de España, o de cualquier otro organismo internacional, y no porque no puedan ser ciertas, que en gran medida lo serán, sino porque a los paganinis lo que les duele es su particular bolsillo, no los miles de millones del Estado que va a lo suyo y recauda y nos exprime cueste lo que cueste con todo tipo de impuestos; lo que les atormenta a los españoles es la microeconomía, que será inapreciable para las grandes corporaciones y para el Estado pero es la más real y la que más escuece en la habitual cesta de la compra.

A principios de la legislatura de Sánchez, el Ejecutivo hablaba mucho de los vulnerables y de las clases más necesitadas y del deber de ayudar a esas familias, pero se dieron cuenta -según encuestas ciertas, no del CIS- que perdían fuerza por el lado de las clases medias y clases bajas que no se sentían protegidas ni resguardadas sino más bien abandonadas. Se corrigió en parte el error pero la 'mancha' no se pudo frenar ni lavar a tiempo. En estos últimos años ha sido la insistencia en los grandes números mientras se ignoraban las cifras cotidianas que dejaban en evidencia la gran pérdida de poder adquisitivo: el 25% de los ciudadanos declara que llega con muchas dificultades a final de mes, que necesita que venza la siguiente nómina para sobrevivir, y además se ven obligados a recortar su nivel de consumo.

Si nos fijamos en los países con mayor tasa de riesgo de pobreza de Europa, España es el penúltimo, sólo superado por Grecia. Un dato escalofriante que exige que cualquier Gobierno actúe, y el español lo hizo desarrollando el Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero la dificultad vino con los problemas de implementación que impiden la lucha contra la pobreza, según la AIReF la ayuda sólo llega a un 18% de los posibles beneficiarios. El optimismo exagerado del ministro Escrivá, que es el que más problemas y líos tiene en su departamento sin olvidar el caos de la Seguridad Social, contrasta con el pesimismo económico en el que viven las miles de familias en riesgo de pobreza y de exclusión.

El gran inconveniente de España es que la situación es mala en todo el mundo, pero especialmente en Europa que está más debilitada, principalmente por las grandes potencias como Alemania y Francia que no acaban de funcionar como es debido. Sin olvidar el problema de la guerra entre Ucrania y Rusia que afecta a todos directamente. El hecho de que los demás países vayan mal hace que tú vayas peor porque no hay un efecto arrastre que te pueda beneficiar y tire de ti. Además, nuestro país es uno de los más frágiles de la Unión Europea, con una situación penosa en casi todos las cuestiones y donde todo está por resolver, analizar y regenerar. Basta una simple mirada por las instituciones para confirmar estas contrariedades.

La polarización que sufre España, principalmente propiciada por el Gobierno de Sánchez y auspiciada también por la oposición que se resiste a bajar el pulso para que no la abofeteen desde el poder, imposibilita que las dos fuerzas principales: PSOE y PP, puedan establecer acuerdos fundamentales para reformar y a su vez renovar una gran cantidad de cuestiones graves pendientes que están por mejorar. De todo ello se benefician los partidos minoritarios y nacionalistas que a río revuelto sacan tajada política de sus apoyos, que siempre cobran a buen precio.

El propio Pedro Sánchez confesó en la entrevista de Alsina en Onda Cero que el PP ha apoyado en más de 51 ocasiones las medidas socialistas del Gobierno. Pasando por alto la obsesión sanchista del 'no es no' que tanto se practica en Moncloa. Si ambos líderes quisieran podrían entenderse, pero el actual presidente en funciones siempre ha preferido abrazarse a la extrema izquierda, separatistas y Bildu como socios preferentes de viaje antes que buscar pactos con el centro derecha del PP. Núñez Feijóo le propuso a Sánchez que gobernara la lista más votada, y que el otro partido se abstuviera para no depender de partidos minoritarios. La respuesta, como diría Bob Dylan, sigue aún en el viento.

Por último, y a modo de incluir en el análisis otras cuestiones más formales, pero que también enfrían el ánimo de cierta izquierda decepcionada, nos encontramos con la decisión estratégica de Sánchez de incluir, por ejemplo, la presencia de Nada Calviño como gran activo de su campaña electoral, que tampoco satisface a muchos de los sectores socialistas que la ven como una advenediza/oportunista que además rechaza ir en las listas del PSOE, un mal gesto que se interpreta como una grave deslealtad de una tecnócrata que revolotea en Europa buscando alguna silla caliente y visitando las televisiones para mejorar su imagen, pero no se acaba de mojar por el partido por si acaso las cosas el 23-J no vienen bien dadas.

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