En mi molesta opinión

Sánchez y su muro renuncian a gobernar para todos los españoles

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
Agencia EFE

Sánchez ha desertado de ser presidente. Media España se ha quedado huérfana de tener un gobernante en La Moncloa. No es que alguien se haya muerto, es que Pedro Sánchez ha preferido no presidir al completo la nación. Para decirlo con palabras justas: Sánchez renuncia a su obligación de gobernar para todos los ciudadanos. Prefiere construir muros y quedarse como representante de un solo sector social que es el que le vota, principalmente por miedo; pero él no posee el valor ni la sagacidad política ni psicológica de presidir todo un país al completo, con sus ventajas e inconvenientes pero con el pundonor de no renunciar ni abandonar a nadie.

Sánchez prefiere la bronca, hacer oposición a la oposición, abusar del poder y de la autoridad, lucir su maquiavelismo en sede parlamentaria, porque no sabe hacer otra cosa; no está preparado para la reconciliación ni la concordia. Está capacitado para perdonar la vida y subyugar al perdonado, lo que ha hecho con ERC y Junqueras, y ahora quiere intentarlo con Puigdemont. Pero el de la Tramontana tiene la fiabilidad de una escopeta de feria. Todo es un problema de respeto y dignidad, y de sentido de la hondura. ¿Cómo se arregla todo esto? Con tiempo y paciencia, y algo de sabiduría. Para ver claro esto último me voy a tomar café con un amigo y colega, Miguel Ors Villarejo, que tras muchos años de buen periodismo sigue convencido de que no se ha equivocado de carrera. Ahora acaba de publicar una excelente novela basada en la cruda realidad, y cuyo título cotiza cada día más alto: '¡Petróleo!'.

El libro transcurre en la España de los excesos de la burbuja inmobiliaria y la corrupción. Fue la tormentosa época -y cuál no lo es- en la que los políticos creaban estrategias para maximizar votos y alcanzar el poder, los empresarios y los bancos querían sumar más beneficios, y los periodistas buscaban noticias frescas para frenar el auge de las redes. Para Miguel Ors el riesgo está en perder de vista la foto general: “Más allá de los votos o la riqueza todos tenemos una misión que cumplir, y hay que ser consciente de esa responsabilidad, y los periodistas tenemos la gran obligación de controlar al poder sea político o empresarial, y no podemos dedicarnos a aplaudir al Gobierno como forofos porque el poder siempre es excesivo y acaparador, y si no hay unos medios de comunicación que lo controlen de manera rigurosa acaba convirtiéndose en un poder autoritario”.

Sobre la corrupción política y financiera que recoge en su novela, Ors cree que nunca se acabará, que es consustancial al ser humano y al poder: “Otra cosa es que en este país haya bajado el umbral de tolerancia respecto a la corrupción. Ahora no se aceptan comportamientos que antes se toleraban, y en gran medida ha sido gracias a la labor de los periodistas. La prensa cumple un papel fundamental, no sólo para entretener al lector sino para plantar cara al poder, aunque estemos en medio de una crisis y tengamos todo tipo de presiones. El ideal para esta profesión sería que los nuevos periodistas no cayeran en el cinismo, y denunciaran las mentiras del poder por encima de quien las diga”.

Cinismo, mentiras, sólo faltaba un muro al estilo Donald Trump para certificar que Pedro Sánchez es la versión 'trumpista' y populista de la extrema izquierda ya que sigue muy de cerca sus dictados, como sigue los consejos de Maquivelo. El muro de Pedro es la reencarnación del muro de las lamentaciones y del muro de la vergüenza que pretende desunir, dividir y destruir. Sánchez no quiere (o no sabe) construir puentes con nadie que no sea él. Se ha traído a Moncloa para dejar claras sus intenciones al cortacésped de Óscar Puente, convertido ahora en tanqueta-muro para que organice las alcantarillas que ya resuenan en los despachos ministeriales. El presidente investido sólo quiere los “siete puentes” que le lleven a Moncloa, ni siquiera la amnistía será un verdadero puente para Cataluña ni para él.

El gran temor que alberga Miguel Ors para la nueva legislatura es que se repita el asfixiante intervencionismo que ha mostrado Pedro Sánchez y su Gobierno durante estos años: “Como decía Frédéric Bastiat, en economía es tan importante lo que se ve como lo que no se ve… y la agilidad del mercado y de la propia sociedad tienen su papel imprescindible y hay que valorarlo. El Ejecutivo ha mostrado una gran aversión a los empresarios, y menos mal de la presencia de Nadia Calviño, que les ha parado los pies, porque muchos ministros siguen pensando que el empresario solo sueña con enriquecerse explotando a los trabajadores”.

Recuerda Ors que moverse por un razonable interés no sólo es bueno, sino muy recomendable, porque de lo contrario habría que vivir de la generosidad y la compasión de los comerciantes y tenderos, y esperar que les cayéramos bien para que nos dieran un buen solomillo: “Ya sabes lo que dijo Adam Smith del carnicero y del cervecero, que podemos contar con nuestra cena gracias a su propio interés y no a su benevolencia. No depender de cuestiones subjetivas es siempre una buena cuestión que hay que saber agradecer”.

Pues eso, agradezcamos a Miguel Ors su buen café, su joven sabiduría y su buen libro, en el cual gracias a su interés y pasión por la crisis de las subprime y a un ficticio yacimiento de ¡Petróleo! descubrimos una divertida sátira de la España de los excesos en la primera década de este siglo. Como dijo en cierta ocasión Oriana Fallaci: ¿El secreto de mis reportajes? Es muy sencillo: yo decido de antemano si será un drama o una comedia.

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