Cuaderno de venta

La inmolación electoral de Sánchez y una semana de alta tensión en los mercados

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su número dos en el Gobierno y PSOE, Maria Jesús Montero.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su número dos en el Gobierno y PSOE, Maria Jesús Montero.
Eduardo Parra / Europa Press

Durante cinco días, Pedro Sánchez ha conseguido que no se hable de otra cosa más que de él, de su figura, su legado y su futuro al frente del Gobierno y del PSOE. No todos los días un presidente anuncia un retiro para reflexionar sobre si debe seguir. La 'casualidad' ha querido que suceda en el inicio de la campaña electoral en Cataluña y a menos de dos meses de las europeas. Todo ha quedado eclipsado por su larga carta a los españoles (24-04-2024) en la que se rasga las vestiduras ante la querella en un juzgado contra su mujer por presunto tráfico de influencias es, en realidad, una campaña política orquestada por el Partido Popular (PP). 

Lo cierto es que Sánchez no dijo nada de su competencia el 18 de marzo cuando el PP denunció al jefe del Ejecutivo ante la Oficina de Conflicto de Intereses, dependiente del Gobierno. Considera la denuncia que el jefe del Ejecutivo debía haberse abstenido en la votación para el rescate de Air Europa con dinero público (475 millones de euros) debido a supuestos vínculos comerciales entre su mujer, Begoña Gómez, y el dueño de la aerolínea. El asunto parece fácil de demostrar y desmentir, como también de interpretar ante el reglamento, pero la citada oficina archivó el asunto de forma acelerada. El PP ha recurrido otra vez al mismo órgano sin ir a la justicia.

Sánchez ha convertido un asunto personal en crisis de estodo, 'casus belli', planteándose la renuncia a la presidencia del Gobierno, justo cuando comienza la campaña de las elecciones de Cataluña (12 de mayo) y en el momento en que se va a tramitar la ley de amnistía a media de Junts y Carles Puigdemont, que le ha invitado a plantear una moción de confianza en el Parlamento. Ahí radica una de las claves del embrollo puesto que la ruptura del frágil bloque de investidura parece un evento cercano porque el PSOE-PSC deberá elegir si gobierna allí con ERC o Junts, con lo que uno de los dos tomaría represalia, provocando un adelanto electoral en Madrid.

Sea cual sea la decisión que tome Sánchez el lunes, o si acelera su reflexión a este domingo, lo cierto es que el movimiento presidencial deja en vilo a un país y cojo a su gabinete para seguir en el gobierno como si nada hubiese pasado. En caso de dimitir, igualmente, quien le suceda se quedaría en la misma situación o peor. Lo que parece una simulación de cómo sería la vida sin Sánchez, como recogía Bloomberg en un análisis el viernes, es un llamamiento a la amalgama de socios del gobierno para que cierren filas y cimenten su apoyo al PSOE. Desde Sumar (26) a Podemos (5), pasando por ERC (7), Junts (7), Bildu (6), PNV (5), BNG (1) y Ábalos (1), el actual Ejecutivo necesita de todos y cada uno de los variopintos escaños para seguir adelante.

Los mercados han ignorado casi por completo la situación de incertidumbre española. El Ibex 35 se ha disparado un 3,96% semanal hasta su nivel más alto desde agosto de 2015, cotizando así los resultados empresariales y las perspectivas de tipos de interés. El coste del bono español a 10 años incluso se moderaba al 3,35% al cierre del viernes, sin asustarse en demasía de la actualidad política antes del fin de semana. Lo malo es que se avecina una semana de alta tensión para las bolsas con la reunión de la Reserva Federal (Fed) en el eje gravitacional de los inversores.

El frenazo del crecimiento de la economía de Estados Unidos en el primer trimestre al 1,6%, frente al 2,6% previsto, junto al repunte de algunos indicadores adelantados de la inflación -que son los que mira el banco central- ha generado un caldo de cultivo en el que puede pasar de todo a partir del miércoles. Si Jerome Powell, presidente del organismo, indica que puede haber retrasos en las bajadas de tipos en EEUU, los mercado se lo pueden tomar mal pese a que parece una postura comprensible y descontada por los analistas. En cambio, si se dan pistas de un relajamiento monetario, el mismo todopoderoso 'mercado' tendrá que recalibrar su postura, con el riesgo de que los inversores comiencen a pensar que la desaceleración puede ser más profunda. 

Hay bastantes probabilidades de que sea así porque hasta ahora, la marcha del PIB ha ido acompañada de gasto público y distintas autoridades están alertando que es hora de hacer ajustes. Sin ir más lejos, hace unos días, la Comisión Europea dio un portazo al proyecto de reforma de las pensiones de la Administración Sánchez, pidiendo ajustes adicionales de más de 12.000 millones de euros. En Bruselas no se ve con buenos ojos que España haya sido el país que más ha aumentado su gasto en pensiones desde la pandemia después del rescate con fondos europeos de 2020. Precisamente, el desembolso de los fondos europeos que quedan por asignarse están condicionados a esa reforma y su pérdida puede convertirse en otro tema difícil de explicar para Sánchez, tanto o más que su periodo de reflexión.

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