Historia

¿Quién descubrió el fuego? Así cambió la evolución del ser humano

El descubrimiento del fuego y su posterior uso en la vida cotidiana permitió que evolucionáramos como especie.

EL fuego permite cocinar los alimentos para una mejor absorción de los nutrientes.
EL fuego permite cocinar los alimentos para una mejor absorción de los nutrientes.
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La historia y la evolución del ser humano está marcada por grandes descubrimientos y mentes brillantes que consiguieron mejorar nuestra calidad de vida y oportunidades. Desde los grandes inventos modernos (ordenadores, Wifi, tecnología sin fin...) hasta aquellos más rudimentarios, no ha habido ni uno solo que no haya revolucionado nuestro estilo de vida. 

Echando la vista hacia atrás, los descubrimientos del ser humano van siendo cada vez más rudimentarios conforme retrocedemos años hasta llegar al fuego. ¿Quién descubrió el fuego? Como tal, fue nuestro antecesor el Homo Erectus quien, además de descubrirlo, fue capaz de domesticarlo. Para esta especie, producir fuego era una tarea algo compleja que no se perfeccionó ni fue muy habitual hasta años después. 

Por lo tanto, durante los primeros años (hace la friolera de 1,6 millones de años), el Homo Erectus protegía el fuego con su vida y lo trasladaba en antorchas. La manera de obtenerlo era de tormentas (cuando caían rayos) y otros fenómenos naturales, hasta consiguieron hacer fuego por sí mismos. 

La primera función que tuvo el fuego en los pequeños asentamientos de personas fue la de conservar el calor y ahuyentar el frío, además de espantar a animales salvajes si se encontraban bajo ataque. Pero no se tardó en descubrir que el fuego también servía para cocinar. 

Primeros pasos en la cocina

Este pequeño detalle mejoró sustancialmente la dieta del Homo Erectus y de todos los sucesores de esta línea evolutiva. También existen indicio que apuntan a que el Homo Ergaster aprendió a preparar tubérculos y carne antes de comerlos. Al cocinar los alimentos, la ingesta es mucho mejor y es más sencillo para el organismo procesar los nutrientes. 

Todo esto mejoró la composición muscular y, en general, corporal del ser humano y le permitió enviar más energía al cerebro antes que al estómago, permitiendo un nuevo salto evolutivo. En varios libros, entre ellos el de Anna Gibbons, se explica que el número de neuronas está directamente correlacionado con la cantidad de energía (o de calorías) necesaria para alimentar el cerebro. 

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