Cañizares celebra sus 40 años de guitarra "sentida y auténtica" en el Real

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 7 dic.- "Entre mis manos. 40 años con la guitarra" es el título del concierto que José Manuel Cañizares (1966) ofrecerá en el Real este domingo para celebrar una vida entera dedicada a un arte que él, asegura en una entrevista con Efe, sólo puede describir como "auténtico", sin más artificios que "todos sus cinco sentidos".

"Me creo la nota al cien por cien y la toco, la digo con mis dedos. Es como la voz. Si es impostada, se nota. Mi sonido es lo que yo soy, jamás he trabajado en la dirección de sonar de una forma u otra", resume sobre su "sello distintivo", reflejo de su alma y del sentimiento que le mueve.

"Claro", admite, que la técnica es importante -él estudia una media de 8 horas al día- pero, advierte, "tiene que reflejar lo que estás sintiendo, si no, no hay expresividad ninguna".

Él empezó a tocar la guitarra, "una chiquita" que le "echaron" por Reyes y que conserva, con solo 6 años en su Sabadell natal, en el barrio de "charnegos y solera" donde vivían sus padres, grandes aficionados al cante jondo.

"Recuerdo que a mi barrio llegaba un disco de flamenco cada tres o cuatro meses, sobre todo de Sabicas y de Niño Ricardo, y te lo 'bebías', le sacabas todo el jugo. En esa época tenías que aprovecharlo todo porque no tenías tanta información a la mano", relata.

En todo este tiempo ha descubierto cosas como que la parte de su cuerpo que más se resiente no son las manos, que si están relajadas vuelan sobre la guitarra, sino la espalda, o que las cuerdas tienen una "compleja vida secreta".

Ha roto "cientos y cientos" de ellas estudiando y ensayando y, a pesar de sus esfuerzos y mimos, no ha podido evitar que alguna se haya roto en mitad de un concierto, donde el desgaste es "brutal".

"Si tienes un recital tienes que cambiarlas una semana antes, darles mucha tralla cada día para que se den de sí y alcancen su longitud ideal. Después del concierto hay que cambiarlas las seis. Es como Fernando Alonso con los neumáticos", se ríe.

Tiene "unas veinte" guitarras a las que mima, aunque entre todas ellas tiene una preferida: la 'vicente garrido' que el luthier le hizo en Cuenca como si fuera un traje a medida y que fue la que tuvo en sus manos en el "Concierto de Aranjuez" en el Real junto a la Filarmónica de Berlín, dirigida por Simon Rattle.

Está inmerso en varios proyectos a la vez que le entusiasman, como sus conciertos con distintas orquestas por Alemania, Austria, Japón e Italia -"parafreseando a Humphrey en 'Casablanca', siempre nos quedará el extranjero, porque con lo que está cayendo en España..."- y con su transcripción a la guitarra de la integral de Falla.

Le da "mucha pena" lo que pasa en España, "mezcla de no apreciar la propia cultura y de la crisis", pero para percibir el sentimiento estético, asegura, "hay que estar preparado desde la escuela".

El concierto que ofrecerá en el Real, en el que ha actuado otras cuatro veces es una síntesis de su vida con la guitarra, "retazos" de una historia que no entiende sin ella entre sus manos.

Durante 90 minutos interpretará la fantasía "Añorando el Presente", las bulerías "El abismo", los tangos "Puente arpegiado", la rumba "Lluvia de cometas", la guajira "Mar Caribe", la balada "Lejana", las alegrías "Collar de perlas", los tangos "Del horizonte vienen", el tango-rumba "Toca madera", la rumba "Cuerdas del alma" y el vals "Palomas".

En su "biografía sonora" le acompañarán la guitarra de Juan Carlos Gómez, la percusión de Rafa Villalba, el bajo de Iñigo Goladaracena, y el cajón de Ángel Muñoz y las castañuelas de Charo Espino.

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