Jordi Cruz a Risto Mejide: "En el palacete de tres millones viven mis becarios"

  • El recién premiado con una tercera estrella Michelin confiesa que de pequeño era muy travieso y que su padre nunca le dijo te quiero. 
Jordi Cruz
Jordi Cruz

El Masterchef más polémico se ha sentado con Risto Mejide en el sofá de 'Chester'. Jordi Cruz, el que podría coger el testigo de los comentarios de Mejide como jurado de 'OT' se ha convertido en su espejo, pero entre fogones. En su cara a cara, ha sacado a relucir su fama de tipo ácido, duro, pero también ha dejado ver su lado más personal y dulce. Y ha vuelto a defenderse del 'tema de los becarios' destacando que los suyos aprenden... y viven en un palacete.

El recién premiado con una tercera estrella Michelin insiste en que le debe a la pequeña pantalla pasar "de ser un gordete gracioso al que nunca le han dicho guapo... a que me llamen guapo".  Aunque el plato más atractivo y desconocido salió a la luz con las confesiones respecto a su padre: "Soy de silicona, tengo la misma enfermedad que tenía mi padre, no saber sentir. Mi padre nunca me dijo te quiero... ni yo a él".  

Jordi ha recordado su infancia. Ser el pequeño de seis hermanos le hacía sentirse "muy pequeñito, era malo en los estudios y cuando mi madre no estaba quería reproducir lo que cocinaba. Ahí me di cuenta que para eso tenía talento y así podía ganarme el reconocimiento". 

El cocinero tiene cara de haber sido un trasto, y sí, siempre lo ha sido. Hasta llegó a quitar dinero a su madre para comprar chuches. "Buscaba tener amigos y sentirme más integrado. Un día vi el dinero y regalé chuches a todos". Tampoco olvidará aquella vez que se fue a robar neumáticos... y mucho menos cuando desapareció horas con una chica a la que "llevé al futbolín y de cañas. Cuando entré en mi casa mi madre me cruzó la cara". 

Jordi se confiesa tímido y utiliza la palabra heroína para hablar de su madre. "Le regaló su vida a la familia". De su padre recuerda que estaba frustrado con la vida y tenía"tendencia a estar enfadado". Jordi, pese a todo, rezó para poder decirle te quiero antes de que muriera. Y al final lo hizo. Su padre falleció ya muy afectado por el alzheimer y "en la última guardia que hice con él le miré a los ojos donde ya no había nada y le pude decir te quiero. Murió horas después". 

Su hermana mayor es la encargada de arrancarle una sonrisa en el programa de Cuatro al enseñarle recortes de periódicos. Entre ellos, uno que el chef bautiza como 'el Jordi cochinillo' por los 90 kilos que tenía hace unos añitos, antes de ser portada de Men's Health "para la que me pasé tres meses machacando en el gimnasio". 

Jordi ha analizado también su papel como jurado de Masterchef, al menos para aclarar que no es "tan imbécil". Confiesa que le ha tocado interpretar ese papel porque él mismo consideró que era necesario. "Pepe al principio quiso ser el duro y Samantha igual, pero al final el que tiene esa capacidad soy  yo".

De todos los momentazos como jurado, Risto le recuerda uno en el que rompió un plato delante de uno de los participantes. "No pretendía romperlo, sino darle la vuelta...", se justifica Jordi.

"La gente se piensa que en mi cocina tengo que ser un explotador y un tirano". Toca hablar en Chester de la polémica que le rodeó sobre los becarios y esa frase que le atribuyen de que deberían dar las gracias por trabajar gratis. "Nunca llegué a decirlo", insiste. Jordi aclara de nuevo que en Abac tiene 50 profesionales trabajando, 15 cocineros,  y cinco chicos que salen de la escuela que hacen prácticas con convenio. Risto insiste, ¿obra de mano barata? Cruz intenta, con paciencia de cocinero,  explicar que nada de eso "porque vienen a aprender. Yo puedo hacer lo mismo con mis 15 cocineros. Es cierto que son más manos, pero puedo dar el servicio sin ellos".   

"¿Y se les paga?" pregunta Risto. "No, es un convenio de prácticas. Nosotros les hemos puesto una residencia de estudiantes para que tengan alojamiento y todas las dietas pagadas", dice el chef catalán.   Y continúa: "Salió publicada una noticia que decía que Jordi se compraba un palacete de tres millones de euros. ¿Y sabes quién vive en el palacete? Mis becarios".

En su epitafio pondría "espero haberlo hecho bien". 

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