No daña solo la salud

Cómo discrimina el Covid-19: de la edad a los sueldos... pasando por la tecnología

Vista general del pabellón 9 de IFEMA, donde se encuentra instalado el hospital temporal para tratar a enfermos de coronavirus
Vista general del pabellón 9 de IFEMA, donde se encuentra instalado el hospital temporal para tratar a enfermos de coronavirus
EFE/Kiko Huesca

El coronavirus ha sido especialmente letal en España. Cuando aterrizó en el país en enero ya se sabía que puede atacar el sistema inmune de cualquier persona. En este sentido, el virus no discrimina, pero no es cierto que afecte a todos por igual. A nivel sanitario es más peligroso para los ancianosy los sociólogos  apuntan que las normas impuestas para protegerlos y la percepción inicial de que es una 'enfermedad de mayores' han generado una cierta discriminación o recelo hacia ellos conocida como 'edadismo', que los aliena del resto. Aun así, el virus no solo ha creado grietas generacionales. En las últimas semanas se ha visto cómo la cepa o sus efectos -una cuarentena forzosa, el cierre de bares, los ERTE...- han iluminado otras desigualdades que suelen destacar menos en el día a día. 

El sociólogo Carlos Jesús Fernández, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha descrito a 'La Información' la llegada del virus como una especie de efecto dominó: "Lo trajeron ricos que estaban en reuniones de trabajo fuera de España y luego llegó a las clases más bajas del país, que son las que más sufren sus consecuencias en estos momentos". El perjuicio para todos no es el mismo. Las personas con un "mayor desahogo" económico, para el experto, tienen más capacidad de aguante en estas situaciones. Del otro lado de la balanza se encuentran los que viven con sueldos que no les permiten ahorrar y Fernández asegura que en su mayoría ocupan puestos de trabajo que requieren de su presencia física y una menor cualificación profesional. 

Por esto, algunos empleados se han visto obligados a atender sus responsabilidades exponiéndose así a contagiarse, y otros han sido despedidos ante el cese de sus actividades. Y aquí la edad también influye. Los jóvenes se enferman menos, pero suelen tener contratos laborales más informales y son vistos como prescindibles por su poca experiencia. Esto los pone de primeros en la fila ante cualquier tipo de recorte, según el sociólogo, y la propia coyuntura no los ayuda al limitar su capacidad de reacción: "Ni siquiera pueden salir a la calle a buscar empleo".

El teletrabajo juega un papel importante en el impacto del virus sobre las distintas industrias. Las personas que puedan trabajar desde casa tendrán una mayor probabilidad de retener sus puestos y evitar un vacío tan grande en los bolsillos. "Esto no dependerá de qué sabe hacer alguien con su ordenador. La brecha digital se crea por la capacidad o incapacidad que tiene cada empresa de trasladar su actividad al mundo en línea. Un 'rider' de Glovo, por ejemplo, se conecta a internet para recibir pedidos en la aplicación, pero su empleo requiere de su presencia", aclara a este medio el sociólogo Juan Carlos Revilla, de la Universidad Complutense de Madrid. 

El coronavirus también ha destapado este tipo de desigualdades en el sector educativo. El profesor cuenta que un grupo de estudiantes tiene su propio ordenador -o al menos acceso a uno- pero no son todos. "Desde la Universidad trabajamos en identificarlos para  buscar soluciones y que no pierdan el curso, ya que esto puede significar un gran retroceso para sus planes de futuro". El experto lamenta que algunas familias no cuenten con el material necesario para traspasar su vida al entorno digital. 

Pero el académico ha incidido en que el virus no solo afecta al ámbito laboral o educativo de las personas. Las potencialidades tecnológicas de una casa para poder trabajar son un 'lujo' si se comparan con el simple hecho de tener un hogar con el espacio suficiente para albergar a todos los que viven en él. Revilla se ha referido así a las condiciones de los ciudadanos con una situación laboral precaria y cómo un largo confinamiento puede afectar incluso psicológicamente a sus familiares. "Suelen vivir en pisos de una sola habitación con hasta cinco inquilinos. Es probable que pasen poco tiempo dentro normalmente, pero ahora que no se puede salir todo es más complicado". 

"Las desigualdades son preexistentes a situaciones como esta por la complejidad de la sociedad en que vivimos", según Revilla. El sociólogo también considera que la catástrofe crea desajustes por su propia naturaleza: "El hecho de que el virus permanezca escondido en el cuerpo de las personas los primeros días y tenga la capacidad de contagiar hace imposible protegerse de antemano. Solo los que tienen la flexibilidad laboral suficiente para ausentarse del trabajo de repente pueden tomar las precauciones de salud en un primer momento. Ahora ya sabemos un poco más sobre el brote, pero estos trabajadores fueron los primeros en enfrentarse al peligro de la cepa". 

Después de la tormenta provocada por el virus llegará el momento de la recuperación de la crisis y el choque con esa "nueva realidad" que vaticinan los científicos. El sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid ha confesado que todavía no se sabe con exactitud cuán devastadores serán los efectos colaterales del paso de la cepa en España, pero el tiempo jugará un papel importante en su intensidad.

La propagación del virus en el país ha sido muy rápida, pero la ralentización de la curva de la pandemia ha sido más lenta de lo esperado. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ya dibuja los planes de descescalada del estado de alarma, pero todavía no hay una fecha exacta para la apertura total de la economía, especialmente en el sector servicios, donde existen más trabajadores perjudicados, por ser el más proclive a producir brotes.

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