El curso del coronavirus

Los directores de instituto temen el caos de septiembre: "Las CCAA no ayudan"

Los responsables de los centros educativos admiten su incertidumbre sobre el regreso de los menores, ya que "todo será nuevo y no sabemos si funcionará", y denuncian que les toca "buscarnos la vida". 

Vuelta a las aulas
Los directores de instituto temen el caos de septiembre: "Todos tenemos miedo"
EFE

El regreso a las aulas de septiembre con el coronavirus de fondo ya está en marcha. Las comunidades autónomas ya han elaborado las instrucciones que deberán seguir colegios e institutos para que el curso 2020/2021 pueda desarrollarse con toda la normalidad que permite la pandemia. Dichos planes son mucho más severos a partir de secundaria, donde las comunidades que no bajarán ratios de alumnos por clase tendrán que obligarles a llevar mascarilla si no pueden mantener una distancia mínima de 1,5 metros. Unos protocolos mucho más amplios que las Consejerías de Educación consideran suficientes. Quienes no lo tienen tan claro son los responsables de esos centros educativos. Los directores de instituto no están tan convencidos de que todo pueda salir como se espera. Hay numerosas casuísticas que no se pueden contemplar en un documento y a las que tendrán que hacer frente. "Todo el mundo tiene miedo. Y es difícil que lleguemos a todo", señalan varios de ellos a La Información. Además, denuncian que si algo falla, la responsabilidad será suya. 

La principal queja de los directores es que las CCAA "se laven las manos y no ayuden nada" aludiendo a la autonomía de la que disponen los centros para organizar su actividad diaria. Una prerrogativa que se les ha vuelto en contra, ya que hasta han tenido que encargarse de usar los fondos del centro para comprar mascarillas o gel hidroalcohólico para el personal o los alumnos. Eso sí, teniendo que ajustarse a los criterios de los gobiernos autonómicos, lo que puede suponer un coste mucho más alto del presupuesto del que disponen. A lo que se suma un posible problema de personal, ya que hay centros con plantillas muy envejecidas que temen un contagio que pueda acarrear consecuencias fatales. Por lo que se espera que muchos de ellos pidan dar parte de la docencia de manera telemática, lo que implicaría una nueva organización de clases. 

Con la situación actual, con los rebrotes repuntando en lugares como Cataluña o Aragón, hay dudas de si se podrá superar el primer desafío: el de los exámenes de recuperación de septiembre. Aun así, no será nada comparado con el regreso total desde mediados del mismo mes. Aunque la puerta a ofrecer parte de las clases de manera telemática está abierta, al comienzo habrá presencialidad 100% por parte de todos los miembros de la comunidad educativa (con la excepción de quienes aleguen ser de riesgo). Un escenario totalmente nuevo que no se ha visto en toda la pandemia, ya que los colegios e institutos fueron los primeros que cerraron. Lo que conllevó una adaptación forzosa al ámbito telemático. Que ha generado inevitables brechas. "Muchos padres se han quedado sin hacer la matrícula y les esperamos más adelante. No queda otra", lamenta un director consultado.

"Nos tenemos que buscar la vida"

La problemática del temor a los contagios está directamente relacionada con los menores que sean asintomáticos y puedan pasar el virus a sus profesores, al personal administrativo o a otros compañeros. Con centenares de chavales en aulas y pasillos, ya sea organizados en grupos de convivencia o en otros donde sea obligatoria la mascarilla, hay temor a que las excepciones o los descuidos acaben en un brote. "Hubo quien comparó ir al instituto con los bares o la playa. Y es una barbaridad, porque esto es educación obligatoria. No es como ir a tomar algo o bañarte en el mar", denuncia un director andaluz, en referencia a las palabras del consejero andaluz de Educación, Javier Imbroda, que dijo ver "una psicosis por la vuelta a las aulas que no veo en playas ni bares". 

"Al final, las instrucciones son que nos busquemos la vida. Hay muchas cosas que son difíciles de cumplir, como la separación en los pasillos, que en muchos institutos son estrechos. A lo que se suma que tengamos que invertir en protección sin contar con muchos más recursos", explica otro 'jefe' de los centros de secundaria, que da por seguro que "por pura estadística", habrá brotes en los entornos educativos. "Hay padres muy preocupados que obviamente no quieren que sus niños se contagien ni contagien a otros. Pero si pasa algo de esto, al final esa autonomía hace que los principales responsables de los fallos que provoquen una transmisión se nos achaquen a nosotros", lamenta este director, que cuenta que ha comprado "más de 1.000 mascarillas" y que las de su personal no las facilita su consejería, sino que también tiene que encargarlas él mismo. "Puedo estar en el disparadero por los padres o por mis propios subordinados si algo sale mal", insiste. 

Inquietud por baños y cafeterías

Hay detalles que inquietan especialmente a los directores. El primero tiene que ver precisamente con la distribución del aula. Con 30 alumnos en la ESO y 35 en Bachillerato, como ocurre en Madrid o Andalucía, será imposible establecer esos grupos de convivencia que podrían impedir tanto la distancia como el uso de protección en boca y nariz. Que esto se solucione de esta manera no mitiga la masificación de ciertos centros, donde en algunos casos cuentan con casi 800 alumnos. El diseño y el espacio también son otras problemáticas que, si bien las mascarillas pueden ayudar, no soluciona que se procedan aglomeraciones en ciertos momentos. Como pueden ser los cambios de clase, las salidas al recreo o las visitas al baño.

El asunto de los baños o de las cafeterías es algo que preocupa a todos los responsables de centros consultados por esta redacción. En el primer caso, porque su uso habitual no está compensado con el número de personal de limpieza disponible. "Si se limpian al principio de la mañana, ¿luego qué? ¿Hay que hacerlo cada vez que los use un alumno?", denuncia un responsable de instituto. Los distintos protocolos aluden a la desinfección de todas las instalaciones. Pero solo algunos establecen que esto se realice, al menos, una vez por la mañana y otra por la tarde. En cuanto a la cafetería, ya se está pensando en turnos de atención a los alumnos o establecer distintos puntos para ello, ya que es imposible que se permitan las aglomeraciones en un entorno tan pequeño. "Es de lo que más nos preocupa. Si el sistema no sale bien, es casi inevitable que se agolpen para pedir", advierte otro director.

Los temores son unánimes dentro del sector educativo, ya que se enfrentan a una realidad para la que no han podido ensayar. Todos tienen claro que pueden afrontar el cierre temporal de su instituto por un brote. O que, de repente, las clases sean mayoritariamente online por un empeoramiento de la situación. Pero sobre todo, los directores están temerosos de que nada de lo previsto salga bien y, como se temía desde el principio, los centros acaben siendo un foco de contagios habitual. "Los protocolos están muy bien. Pero nada garantiza que el virus permita una vuelta a la actividad normal", recuerda otro responsable. 

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