José y Gloria llevaban 50 años de matrimonio 

"Decidieron irse juntos": la pareja que murió por Covid en la misma habitación

La pareja aragonesa falleció con coronavirus el 6 de noviembre en el hospital Miguel Servet con solo unos minutos de diferencia. 

José y Gloria
José María y Gloria llevan 50 años de feliz matrimonio en Zaragoza. 
Heraldo

Una historia de amor -aunque trágica- en plena pandemia del coronavirus. "Se fueron juntos porque ellos quisieron". Así explican Miguel Ángel, José Alfonso y David la muerte de sus padres, José María y Gloria. El pasado 6 de noviembre la pareja fallecía con Covid-19 en la habitación 440 del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, con solo unos minutos de diferencia. Él, con 85 años y ella, con 81. Llevaban 50 años de vida en común. Tuvieron tres hijos y cuatro nietos. La historia, que recoge en exclusiva Heraldo, cuenta cómo el matrimonio se contagió de coronavirus a finales del mes de octubre. 

A pesar de los achaques de la edad, con un par de sustos incluidos en los últimos años, José María y Gloria vivían de forma autónoma en el barrio zaragozano de San José, donde se instalaron después de casarse un 23 de abril, día de San Jorge, del año 1970. Él venía de Retascón, un pequeño pueblo del Campo de Daroca, mientras ella se había criado en El Burgo de Ebro, muy cerca de la capital aragonesa. Se conocieron precisamente en Zaragoza, donde crearon un hogar y no volvieron a separarse. 

"En Retascón, donde pasaban el verano, les llamaban ‘los novios’ porque iban siempre juntos cogidos del brazo", cuenta su hijo David. "Preguntabas por ellos a amigos o familiares para ver qué tal les veían y te decían: "‘Enchochadicos’", añade Miguel Ángel. Unos problemas de José en una pierna precipitaron su regreso a Zaragoza este pasado mes agosto. Aunque perdió movilidad, seguía “muy activo, como un chaval de 18 años en un cuerpo de 85”, recuerdan sus hijos.

El 21 de octubre, continúa Heraldo, fue con uno de sus hijos, como todos los años, a las oficinas de Avanza en Independencia, para vender lotería de Navidad del pueblo a los excompañeros de Tuzsa, que le tenían "muchísimo cariño". Al día siguiente, José se levantó con tos y carraspera, por lo que le hicieron un test rápido. Positivo. A Gloria le hicieron una PCR y el resultado llegó dos días después. Positivo también. "Nos quedamos de piedra, porque nosotros no estábamos contagiados y ellos salían lo justo y con precauciones. Dónde, cómo o cuándo lo cogieron… no lo sabemos", relata Miguel Ángel

Su madre empeoró rápido y tuvieron que ingresarla en el hospital Miguel Servet con una neumonía. Fueron días muy duros, ya que su padre se quedó solo en casa, con movilidad reducida, con un incipiente deterioro y algo de desorientación. "Nosotros no podíamos entrar en casa porque era positivo, pero vimos que la situación era insostenible, así que decidimos protegernos bien y entrar algún rato para ayudarle, poner todo en orden, animarle un poco, llevarle el Heraldo...", explican sus hijos.

El hospital les permitió hacer una visita diaria 

Menos de dos días después se empezó a encontrar peor y el médico le mandó a Urgencias del Servet, donde quedó ingresado. A Gloria y José les preguntaron si querían estar en la misma habitación y ‘los novios’ y dijeron que sí. Tras unos primeros días en los que estuvieron "como en casa", Gloria empezó a empeorar. El hospital permitió a la familia hacer una visita diaria, y sus hijos se hicieron a la idea de que perdían a su madre. Dos días antes de fallecer, ya "no fijaba la mirada ni contestaba a las preguntas", recuerda José Alfonso.

Sin embargo, el estado de su marido parecía relativamente bueno. "La enfermera me dijo que estaba súper pendiente de mi madre”, recuerda David. Como el estado de su mujer le generaba ciertos nervios, el personal sanitario optó por colocar una cortinilla entre ambos. Un día después, David recibió en el móvil una llamada de "un número largo". "Cuando lo vi, pensé que me llamaban por mi madre, pero me dijeron que habían fallecido los dos. Me quedé en shock. La médico me dijo que lo de mi padre no se lo explicaban, que estaba más cerca de recibir el alta que de morirse y que no había una razón para que falleciera. Que era inexplicable", cuenta el hijo pequeño.

"Dicen que se puede morir de pena, ¿no?", añade José Alfonso. Según les contaron, primero falleció su padre. Las enfermeras llamaron a la médico y, cuando esta llegó, murió Gloria. Fue cuestión de minutos. "Conozco a mi padre, y era un hombre que le daba muchas vueltas a la cabeza. Pensó que si ella se iba, él también. Esa mañana se desconectó, se dejó ir", sentencia Miguel Ángel.

Atrás dejaron a sus tres hijos y a sus cuatro nietos: Mireia (16 años), Adrián (12), Marco (11) y Leo (6), por quienes tenían debilidad. Y a infinidad de amigos "que hubieran llenado varias veces el Pilar" si se hubiera podido organizar un funeral en condiciones. A todos les quedan los recuerdos de un hogar en el que nunca faltó nada pero tampoco sobró, de los almuerzos que José no perdonaba, del huerto y los frutales de El Burgo de Ebro y las almendras de Retascón… Estos días, las condolencias que les han llegado han sido innumerables. "Nuestro padre decía que había que tener amigos en todos lados, y ellos los tenían de verdad", sentencian sus hijos.

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