Dimisión del director financiero de EDF ilustra la crisis del sector nuclear francés

La inesperada renuncia del director financiero del gigante francés de la electricidad EDF por desacuerdos con un proyecto de construcción de dos reactores en el Reino Unido ilustra la crisis del sector nuclear francés, confrontado a un entorno cada vez más competitivo en Europa.

El grupo, propiedad en un 84,5% del Estado francés, confirmó la renuncia de Thomas Piquemal, pero sin dar mayores explicaciones. El cargo será ocupado de forma provisoria por Xavier Girre, director financiero para Francia desde el año pasado.

Según fuentes cercanas a la empresa, la dimisión se debió a un desacuerdo sobre el proyecto de construcción de dos reactores nucleares de tipo EPR en Hinkley Point (Inglaterra).

El periódico británico Financial Times afirmó que Piquemal consideraba que ese proyecto de 18.000 millones de libras esterlinas (25.800 millones de dólares, 23.600 millones de euros) comprometería la situación financiera del grupo, y pidió un aplazamiento das obras de tres años.

Los sindicatos de EDF manifestaron los mismos temores y abogaron también por la suspensión del proyecto.

Las tensiones en la dirección del grupo tuvieron repercusiones en la Bolsa de París, donde la acción de EDF llegó a perder más de 8% por la mañana.

El grupo francés firmó en octubre de 2015 un acuerdo comercial con la empresa pública china CGN, que asumirá un tercio del financiamiento de esos dos reactores de tercera generación.

Pero la decisión final de inversión aún no se ha tomado.

Pese a las objeciones, el presidente de EDF, Jean-Bernard Lévy, indicó el lunes que la decisión definitiva se tomará formalmente a breve plazo.

El ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, reiteró el respaldo del Estado a ese "importante" proyecto que será, según dijo, "muy rentable en los próximos 30 años".

Los sindicatos argumentan que ninguno de los reactores EPR en construcción en el mundo ha empezado a funcionar todavía (Flamanville en Francia, Taishan 1 et 2 en China y Olkiluoto en Finlandia) y habría que esperar la puesta en marcha de esas intalaciones para sacar provecho de "la experiencia".

Tanto más cuanto que EDF, que tenía una deuda neta de 37.400 millones de euros a fines de 2015, hace frente a otras inversiones importantes, empezando por el mantenimiento de sus 58 reactores nucleares en Francia, estimado en 50.000 millones de euros.

El grupo debe administrar también el cierre de la central de Fessenheim (nordeste de Francia), la más vieja del parque nuclear francés, prometido por el gobierno y reclamado recientemente por Alemania y Suiza.

La firma tiene que financiar además la adquisición de la actividad reactores de la sociedad francesa Areva, y tratar al mismo tiempo de alcanzar su objetivo de duplicar su capacidad de producción de energías renovables en 2030.

La organización ecologista Greenpeace calificó el lunes los reactores de Hinkley Point de "inversión demasiado fuerte y demasiado riesgosa para EDF".

El hecho de que Piquemal haya dimitido demuestra que "la situación financiera de EDF es alarmante y que la empresa ya no puede invertir sumas colosales en proyectos nucleares cuya rentabilidad no está garantizada", declaró Cyrille Cormier, encargado de la campaña energía de Greenpeace.

Su dimisión es asimismo un nuevo duro golpe para el reactor EPR, que acumula los problemas en Flamanville, donde su puesta en marcha fue aplazada hasta fines de 2018. La construcción del reactor finlandés también ha sufrido grandes atrasos.

Piquemal "no es antinuclear (...) y sin embargo dice lo que nosotros decimos desde hace 15 años, es decir que el EPR es un callejón sin salida económico, industrial y comercial", declaró el ecologista Jean-Vincent Placé, que entró recientemente al gobierno francés como secretario de Estado de la Reforma Estatal.

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