El pasado mes de marzo, cuando presentó la anterior edición de su Informe Trimestral de la Economía, el Banco de España (BdE) advirtió de que el precio de los alimentos se incrementaría un 12,2% de media en el conjunto del ejercicio. El lunes, la entidad revisaba ligeramente a la baja esa estimación y ahora prevé que la cesta de la compra se encarezca un 11,3% este año. Ha pasado prácticamente un trimestre pero la presión que afecta a estos componentes clave del IPC -sobre los que el Gobierno Central mantiene además una estrecha vigilancia desde hace meses- apenas afloja.
La energía, sobre todo, pero también la alimentación, permitió por ejemplo que la tasa anual de inflación se moderase el mes pasado hasta el 3,2% tras el repunte registrado en abril. La subida de estos productos se ha calmado en mayo por tercer mes consecutivo y, sin embargo, sus precios han seguido escalando un 12%. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ha venido sosteniendo que el Gobierno no descarta ampliar más allá del 30 de julio la reducción o supresión del IVA en los alimentos de primera necesidad si no se llega a unos niveles de precios que sean "más adecuados", dada la influencia que estos tienen en el bolsillo de las familias, sobre todo de las de menor renta.
"Iremos adaptando las medidas a las necesidades del momento", añadía la ministra de Asuntos Económicos la pasada semana desde Ferraz, tras reunirse con los coordinadores del programa electoral del PSOE. El BdE considera que, muy probablemente, el aumento de los alimentos tocó techo el pasado mes de febrero, cuando estos productos se dispararon un 15,7%. Sin embargo, no será hasta el próximo ejercicio cuando la presión sobre los mismos empiece a ceder realmente con fuerza.
Para entonces, el organismo que capitanea Pablo Hernández de Cos prevé que su tasa de inflación se haya ajustado al 4% y que se mantenga en la misma línea de moderación en 2025, cuando subiría alrededor del 2,4% -el BdE ha mejorado ambos cálculos en relación a lo que estimaba en marzo-. Sobre la rebaja del IVA, que se habría trasladado "casi en su totalidad" a los precios finales, el regulador incide en una prórroga permitiría que su subida se contuviera aún más pero tendría efectos negativos sobre la necesaria consolidación fiscal.
La desaceleración más visible en aceites, pan y cereales
En el período transcurrido del segundo trimestre también parecen haber iniciado una "moderada tendencia de desaceleración" tanto los precios de los alimentos (especialmente visible en el caso de las partidas de aceites, de pan y cereales, y de productos lácteos), como los de la inflación subyacente, apunta la entidad a lo largo del informe. El organismo atribuye esa resistencia a que se produzca una moderación mayor a varios elementos que, de hecho, también pueden ser determinantes sobre su evolución de cara al futuro.
Entre dichos factores destacan, por ejemplo, la existencia de posibles asimetrías en la traslación a los precios de consumo de las variaciones en los costes de la energía, pero también están la sequía (que supone un riesgo al alza en la evolución futura de los precios de determinados alimentos) o la posibilidad de que puedan producirse efectos de segunda ronda sobre la inflación a través de salarios y/o márgenes empresariales.
Así y pese a que el descenso de los costes de algunos insumos productivos -que como la energía o los fertilizantes registraron fuertes incrementos durante buena parte del año pasado- contribuyen a restar presión al precio de los alimentos, la reducción de algunas cosechas agrícolas a causa de las condiciones meteorológicas adversas "tenderá a limitar" en cierta medida la moderación de los mismos, advierte el Banco de España a lo largo del documento.
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