Las estadísticas, bajo lupa

La 'letra pequeña' de los datos del paro desmonta el triunfalismo del Gobierno

Pese a la caída récord del desempleo, hay 268.000 parados más que en agosto de 2019. La afiliación muestra un cambio de tendencia y la metodología utilizada por la Seguridad Social queda en entredicho.

José Luis Escrivá Yolanda Díaz
La 'letra pequeña' de los datos del paro desmonta el triunfalismo del Gobierno
Europa Press

Un año y medio después del shock sin precedentes que provocó la irrupción de la pandemia sobre la economía española, el triunfalismo del Gobierno en torno a una recuperación aún incipiente, con anuncios como la inminente subida del salario mínimo interprofesional (SMI), se desvanece cuando se observa con lupa la letra pequeña de los datos. A la perturbación propia de una crisis de características tan anómalas como la de la Covid se han sumado una serie de distorsiones estadísticas y de modificaciones metodológicas que están complicando sobremanera el análisis de la coyuntura. Los economistas coinciden en que las señales mixtas del mercado laboral han de tomarse con cautela y en que conviene detenerse en destripar el cómo y el por qué más que en el qué.

Pese a la caída récord del desempleo en agosto, la cola del paro todavía alcanza a más de 3,3 millones de personas y la afiliación media a la Seguridad Social -la otra cara de la moneda del mercado de trabajo- muestra un cambio de tendencia. Tras seis meses de incrementos consecutivos, en agosto se perdieron 118.004 cotizantes. ¿Cómo es posible, si el paro se redujo en el mismo periodo en 82.583 personas? Para empezar, porque la afiliación es una media mensual y lo que se mide es la diferencia con la media del mes anterior, mientras en el paro se compara el número de desempleados registrados a último día del mes con los que había al finalizar el mes previo. 

De este modo, cada día se producen decenas de miles de altas y bajas a la Seguridad Social, hasta el punto de que el día 2 de agosto llegaron a registrarse nada menos que 379.031 bajas (el equivalente a 15.792 despidos a la hora) y al mismo tiempo se anotaron 320.323 altas, de manera que el saldo neto del día fueron 58.708 bajas. Otro ejemplo: el último día del mes, con la finalización de las contrataciones veraniegas, se produjeron 342.276 bajas y 47.468 altas, con un resultado neto de 294.808 bajas. El mes había arrancado con cerca de 19,5 millones de ocupados y cerró con algo menos de 19,2 millones (se perdieron en total casi 357.000 empleos), pero lo que refleja la estadística oficial de la Seguridad Social es una caída de 118.004 cotizantes, porque esa es la diferencia con la afiliación media registrada en julio.

En paralelo, en ese mismo periodo de un mes, el paro se redujo en 82.583 personas. Esto es: a día 31 de agosto constaban en los registros del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) 82.583 parados menos que a 31 de julio. Lo que sucede con esta estadística es que el paro puede reducirse porque sale gente del desempleo -bien a un puesto de trabajo o bien a la inactividad, por ejemplo, por haber agotado la prestación- o porque muchos dejan de renovar el paro o de apuntarse, un fenómeno que se intensifica en el periodo vacacional que habitualmente coincide con el mes de agosto pero que también tiene mucho que ver con el 'efecto desánimo' que históricamente provocan las crisis económicas en el mercado laboral patrio.

Al mismo tiempo, no hay que olvidar que los datos de afiliación se refieren a altas por razón de ocupación y, por tanto, no se incluye a los que cotizan por otros motivos (como perceptores de prestaciones de desempleo o jubilados).  De este modo, los datos del paro no reflejan con exactitud si quienes han abandonado las listas del SEPE han encontrado trabajo o no. En cambio, los registros de afiliación a la Seguridad Social indican directamente el número de puestos de trabajo que se han creado o destruido en un periodo de tiempo concreto. Por eso, a la hora de revisar las estadísticas globales de paro y afiliación de cada mes, conviene fijarse en ambas variables a la vez para aproximar con mayor exactitud qué está sucediendo en el mercado laboral.

Los datos del paro no reflejan con exactitud si quienes han abandonado las listas del SEPE han encontrado trabajo 

A este complejo sistema de medición que se utiliza tradicionalmente en España se han sumado otras complejidades técnicas durante la pandemia que han enrevesado la lectura de los datos mensuales. En el confinamiento, el ministro José Luis Escrivá (que pilota la Seguridad Social) decidió que los datos que mejor reflejaban el impacto de la pandemia sobre el empleo eran los registros diarios de altas y bajas en el sistema. Hasta tal punto que comenzó a revelar con antelación, en su cuenta de Twitter, la evolución que venían siguiendo las estadísticas mensuales -algo que, por cierto, no sentaba bien en el Ministerio de Trabajo, fiel a la normativa que impide al Gobierno publicar los datos de paro y afiliación antes del segundo día hábil de cada mes-. Con todo, Escrivá ha lanzado incluso una nueva estadística quincenal que permite conocer la afiliación a mediados del mes.

El problema de los datos desestacionalizados

Avanzada la pandemia, el ministro Escrivá optó por poner el foco en los datos desestacionalizados como referencia preferida sobre la media mensual de afiliación por recoger mejor -a su juicio- los efectos del shock de la Covid sobre el empleo. Bajo el argumento de que la media del mes ha dejado de ser representativa, la Seguridad Social ha venido haciendo hincapié en los datos 'limpios' de efecto calendario en los últimos meses (de ahí que en agosto hayan 'vendido' el titular de que la afiliación crece en 76.541 personas respecto a julio, frente al descenso de más de 118.000 cotizantes de media en el mes). El problema, según empiezan a detectar los economistas, es que los datos desestacionalizados, que se componen en base a un modelo que elimina los efectos propios de la época del año (por ejemplo, los trabajos del sector turismo que sólo existen en verano o los trabajos en comercio que sólo se dan durante las Navidades y después van al desempleo), no son tan útiles en el contexto actual como defienden José Luis Escrivá y su equipo técnico.

En este sentido, el economista de Fedea José Ignacio Conde-Ruiz pone en duda la "credibilidad" de un modelo que se ha estimado previamente con información del pasado y que no se adapta a la situación excepcional provocada por la Covid-19, con características radicalmente distintas asociadas principalmente a las incertidumbres generadas por la pandemia sobre la economía y el mercado laboral. Por eso, defiende tomar los ajustes estacionales "con cautela" y adoptar modelos alternativos, como expuso en este post en Nada es Gratis junto con varios colegas economistas. El debate está servido y, no siendo nuevo, se ha venido intensificando con el transcurso de la crisis pandémica. 

La metodología empleada por la Seguridad Social, en cualquier caso, puede consultarse en la web del Ministerio, si bien es harto compleja. Lo señala el economista Juan F. Jimeno, quien coincide con Conde-Ruiz en cuestionar la falta de transparencia por parte del departamento de Escrivá en lo que se refiere al ajuste por estacionalización y considera que el Gobierno opta por este dato por lanzar un mensaje "más optimista". En su opinión, "desestacionalizar tiene sentido cuando la diferencia fundamental entre meses del año es sistemáticamente parecida a otros ejercicios, pero creer que ese es el caso en 2020 o 2021 es estar muy alejado de la realidad".

'Parados fantasma'

Pero la preferencia por los datos desestacionalizados no es el único elemento que está distorsionando los análisis del mercado laboral en pandemia. Desde el inicio de la crisis se produjo una paradoja que favoreció los datos del paro, y es que las cifras de desempleados del SEPE no incluyen a los afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), que en el pico del año pasado llegaron a alcanzar los 3,6 millones de personas. Pero esta distorsión no se ha producido exclusivamente en las estadísticas de Trabajo y Seguridad Social. Como se explicó en estas páginas, la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) también ha venido camuflando a cientos de miles de 'parados fantasma', incluidos cerca de un millón personas que, estando disponibles para trabajar, no pudieron buscar empleo por la coyuntura provocada por la emergencia sanitaria.

Con todo, más allá de estas alteraciones estadísticas, los últimos datos ofrecidos por el Gobierno no llaman demasiado al optimismo. Al menos, no a la euforia que se ha venido mostrando desde distintos ámbitos del Ejecutivo respecto a la recuperación económica. España cuenta en estos momentos con 3.333.915 parados, lo que supone todavía cerca de 88.000 desempleados más que antes de la crisis Covid y 268.000 más que en agosto de 2019 (último mes comparable sin efecto pandemia). Aunque los niveles de afiliación sí se aproximan ya a los de febrero de 2020, la tasa de temporalidad de los contratos sigue disparada (los indefinidos no alcanzan ni el 9% del total) y todavía hay 272.190 personas en ERTE, de las cuales 100.000 llevan en esa situación desde marzo del año pasado. Y todo, con la sombra de los ERE acechando el mercado en un contexto de insolvencia empresarial creciente. Los analistas insisten en pedir cautela.

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