El precio del cobre en los mercados financieros se hunde cerca del 25% en lo que va de año. Su descenso por debajo de los 8.000 dólares por tonelada (había llegado a subir hace meses hasta marcar máximos en los 10.600) acentúa el temor a una recesión, puesto que históricamente el comportamiento de esta materia prima ha sido considerado como un indicador adelantado de la fortaleza de la economía global. En realidad, la relación de la humanidad con el cobre se remonta a hace más de 10.000 años... pero ¿Desde cuándo se emplea para tratar de prever las contracciones o las expansiones de la actividad?
Los analistas siguen muy de cerca su evolución y bancos de inversión como Goldman Sachs han rebajado esta misma semana su previsión de precios para el metal, anticipando un fuerte descenso del gasto de los consumidores y de la actividad industrial a medida que se agrava la crisis energética en Europa. La firma estadounidense calcula que la tonelada de este metal se pagará en el entorno de los 6.700 dólares los tres próximos meses -antes lo situaba en los 8.650 dólares en ese mismo periodo-.
Sin embargo, las perspectivas a más largo plazo permiten atisbar un panorama muy diferente. Según un informe reciente de S&P Global, la próxima década estará caracterizada por un déficit de cobre "sin precedentes e insostenible". La escasez de oferta podría ser tan grave y los precios tan elevados que podrían retrasar el abandono de los combustibles fósiles en todo el mundo. El motivo de esta escasez es que la demanda prácticamente se duplicará en 2035 por su papel esencial en las energías limpias y el transporte. Ante una oferta limitada, los precios se dispararán de nuevo por encima de su máximo de 10.845 dólares a finales de esta década.
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