Sánchez quiere colocar a Borrell y a otro ministro en la nueva Comisión Europea

  • Aparte de la nominación del ministro de Exteriores, el otro candidato es Luis Planas, titular de Agricultura, con más opciones que Nadia Calviño.
Sánchez quiere capitalizar en Bruselas el triunfo de Borrel en las elecciones europeas
Sánchez quiere capitalizar en Bruselas el triunfo de Borrel en las elecciones europeas
EFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiere hacer valer el peso relativo que ha adquirido el PSOE dentro de Europa después de las elecciones del pasado 26 de mayo. La amplia victoria lograda por Josep Borrell ha sido determinante para salvar los muebles de la socialdemocracia en el Viejo Continente tras el descalabro de los socialistas italianos, alemanes y británicos. El PSOE va a liderar el grupo socialdemócrata en el Parlamento Europeo y Sánchez trata de aprovechar lo que considera una oportunidad única para alcanzar el máximo nivel de representación en las instituciones europeas que ahora van a emprender su proceso de renovación.

El objetivo manifestado por Sánchez en sus contactos con los principales mandatarios europeos consiste en trasladar a los nuevos ámbitos de poder comunitarios a un mínimo de dos de sus actuales ministros. Ni que decir tiene que la designación de Josep Borrell se da por descontada, pero el destino del actual ministro de Asuntos Exteriores es, curiosamente, el principal condicionante en toda la estrategia diseñada desde Moncloa. El jefe del Ejecutivo considera que el triunfo de Borrell le hace acreedor por sí mismo a un puesto de la más alta relevancia institucional, lo que podría favorecer las opciones para que España dispusiera además de otro miembro en el nuevo Colegio de Comisarios de la Unión Europea.

Los dos principales aspirantes a esta supuesta ‘medalla de plata’ en la distribución de altos cargos comunitarios son, por este orden, el ministro de Agricultura, Luis Planas, y la titular de Economía, Nadia Calviño. Ambos disponen de sobrada experiencia en Bruselas donde han desempeñado diferentes cargos de segundo nivel dentro de la estructura funcional de la Comisión Europea, pero Luis Planas cuenta con el respaldo directo de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, una de las candidatas que suena con más fuerza para el cargo de vicepresidenta en el futuro gabinete de Pedro Sánchez.

Las posibilidades de Calviño han ido perdiendo fuerza en la medida en que la propia ministra se ha convertido en pieza clave del Gobierno como interlocutora en Bruselas. La ministra es consciente del roto que puede provocar en el equipo de Pedro Sánchez y ha empezado a mostrar cierta resignación entre su círculo profesional más cercano, aunque sigue acariciando la posibilidad de que el baile de cargos se traduzca a la postre en alguna carambola que le permita volver a su antigua casa en Bruselas.

En estos momentos lo única expectativa segura de destino es la de Josep Borrell, a quien Pedro Sánchez quiere catapultar como relevo natural de la italiana Federica Mogherini en el cargo de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. El jefe filas socialista ha depositado todos sus esfuerzos diplomáticos en este empeño que supondría, sin duda, un espaldarazo visible y muy notorio para la proyección de la imagen de marca de España y, sobre todo, del nuevo Gobierno. El eventual desempeño al frente de la política exterior continental llevaría implícita además el nombramiento de Borrell como vicepresidente de la nueva Comisión Europea.

La designación del político socialista como flamante Mr. PESC, el mismo cargo que ya ocupó Javier Solana hace veinte años, facilita los planteamientos de Pedro Sánchez, ya que se trata de una responsabilidad incluida dentro del organigrama de la Comisión Europea pero que reporta directamente al Consejo Europeo. En consecuencia, España dispondría de una opción añadida para designar a un comisario dentro del futuro Ejecutivo de Bruselas. En la actualidad Italia sólo dispone de la citada Federica Mogherini en la Comisión Europea todavía presidida por Jean-Claude Juncker, pero el país transalpino cuenta en contrapartida con Antonio Tajani como presidente del Parlamento Europeo y, no se olvide, con Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE).

El principal problema, el propio Borrell

El juego de equilibrios que impone la gestión política en Bruselas constituye esta vez un elemento favorable para los intereses de España, sobre todo porque, a fin de cuentas, lo verdaderamente importante es que el PSOE ha arrasado en Europa con un triunfo si cabe más contundente que el logrado a nivel doméstico. De ahí que Sánchez se haya aprestado a sacar músculo con el presidente francés, Enmanuel Macron, en busca de alguna alianza que impulse la posición española en el inmediato reparto de altos cargos. El liderazgo dentro del grupo socialista en la Eurocámara es un cheque en blanco que el jefe del Gobierno español quiere presentar cuanto antes al cobro.

El gran problema con el que se enfrenta Sánchez viene motivado por razones bastante más prosaicas y es que el artífice del éxito y principal ariete de la causa socialista en Bruselas hace tiempo que satisfizo su cuota de vanidad política. A estas alturas de su ajetreada vida profesional Borrell lo único que reclama es ser dueño de su próximo destino, algo que para nada coincide con los deseos de su jefe. Por supuesto que el ministro de Asuntos Exteriores desearía tomar parte en el nuevo Ejecutivo de Bruselas, pero no al frente de un cargo tan complejo como el que supone dirigir la política exterior de la Unión Europea. Borrell no quiere estar todo el día viajando de un lugar a otro del mundo con una agenda realmente de vértigo y que impedirá cualquier intento de conciliación familiar.

La negativa del veterano socialista supone un importante contratiempo, aunque Sánchez se niega a tirar la toalla. La solución pasa en primer lugar por persuadir a Borrell para que eche el resto en su compromiso con el partido. Si esto no fuera posible se maneja la alternativa de abrir una negociación con los principales Estados miembros hasta obtener una mayoría cualificada que faculte la promoción del ministro español al puesto de presidente del Consejo Europeo. Un cargo de menor relevancia política dentro de la arquitectura institucional comunitaria, pero que supondría un brillante colofón en la carrera de Borrell y que dejaría el camino abonado para que Luis Planas tome el relevo de Miguel Arias-Cañete como nuevo comisario español en Bruselas.

Sánchez se está implicando personalmente en las negociaciones para el reparto institucional en el seno de la UE, tanto por parte de la familia socialdemócrata como de España. Así, según informan fuentes del Gobierno, este mismo jueves día 6 de junio, a las 19:15, recibirá en Moncloa al Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para una reunión de trabajo. Al día siguiente, viernes 7, asistirá en Bruselas a una cena informal con varios de sus homólogos europeos, negociadores de tres grandes familias políticas del futuro Parlamento Europeo: el primer ministro portugués, Antonio Costa, y el propio Pedro Sánchez por los socialdemócratas; los primeros ministros de Bélgica, Charles Michel y Holanda, por los liberales y los primeros ministros de Letonia, Arturs Karins, y Croacia, Andrej Plenkovic, negociadores del Partido Popular Europeo que se incorporan por primera vez a estas reuniones. El encuentro será a las 19:00 en la residencia del primer ministro belga.

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