El gobernador del Banco de España: "Yo no sé explicar la técnica del blockchain"

  • Linde dice que las criptomonedas son activos "de enorme riesgos", no monedas, y advierte sobre los sistema de financiación basados en ellas -los ICOs-
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde.
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde.

“Si me dice: 'explíqueme la técnica del blockchain', yo no se la puedo explicar. Sé, más o menos, donde acaba pero no puedo explicársela”. La frase pertenece al gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que con esta confesión buscó ilustrar ayer lo complejo de la tecnología de moda sobre la que ha brotado una operativa febril y sin regular que preocupa a las autoridades de medio mundo. En el foco de Estados y supervisores figura, sobre todo, el miedo a desprotección del inversor y la brecha que potencialmente abrirá a transacciones ilícitas, al garantizar la invisibilidad de las personas que ordenan las operaciones y las reciben.

Linde quiso advertir, no demonizar. En su discurso admitió las bondades de la innovación poniendo a título de ejemplo la creación de la exitosa tarjeta de crédito, aunque alertó a renglón seguido sobre ciertos productos confusos para el inversor que han emergido en ese mundo tecnológico de los tokens. El fruto por excelencia construído bajo la innovadora tecnología es el bitcoin y la gran amalgama de criptomonedas surgidas al calor de su ebullición, si bien al regulador le preocupa de forma especial los ICOs o la fórmula de financiación basada en la misma tecnología de la cadena de bloques o blockchain.

Los ICOs (nomenclatura de Initial Coin Offerings) es un esquema, a caballo entre las tradicionales colocaciones en bolsa u OPV y el crowdfunding, donde una compañía saca a ‘cotizar’ sus ‘tokens’ para levantar el capital necesario con el que construir el plan de negocio empresarial. Estas cadenas virtuales cotizan en pseudomercados como si fuesen acciones, aunque su propiedad da acceso a los productos que fabrica la compañía en condiciones favorables y

No son coin, son activos (...) y de enorme riesgo”, aclaró Linde en relación a las criptomonedas durante su intervención en una conferencia organizada por el ‘Club Siglo XXI’. ¿Por qué no lo son? “Una moneda que sube y baja en un día un 30, un 60, un 40% es lo contrario a una moneda”, explicó, subrayando que tampoco reúne la regla principal para una divisa de generar valor con el tiempo ni sirve para efectuar cualquier adquisición.

Más allá del bitcoin o monedas similares preocupa especialmente los ICOs por la ‘trampa’ que puede llegar a presentarse en un momento dado al inversor. Según señaló Linde, son activos de alto riesgo porque no generan tipo de interés alguno ni garantizan una rentabilidad ni dan opción al escape en una ventana de liquidez porque carecen de plazos de amortización, al igual que tampoco cuentan con un valor nominal ancla de forma que su precio está absolutamente sujeto a la cotización.

El fenómeno ha desbordado  a autoridades de medio mundo y les obliga a reaccionar. El mismo Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) han montado un grupo de trabajo ‘ad hoc’ para monitorizar su desarrollo con el afán de comprenderlo mejor. “Estamos empezando a aprender tanto en sentido regulatorio como en sentido operativo”, desveló Linde.

A la espera de instrucciones de la UE

Países como Corea del Sur, Rusia, Japón o China han dado pasos específicos para prohibir o limitar ciertas operativas -en algunos mercados han restringido precisamente los ICOs por considerarlos una inversión altamente especulativa-. Y la CNMV ha, incluso, hecho suyas las severas advertencias lanzadas por la Sec de EEUU.

El Gobierno tiene en agenda fijar reglas, pero antes de establecer norma alguna los reguladores deben ponerse de acuerdo, incluso, del tratamiento: no es lo mismo establecer normas para una moneda que para un producto o estructura de inversión, y no hay acuerdo sobre su definición. El Banco de España, según las reflexiones de Linde, apuesta a que son activos. En España, como en el resto de países del  Viejo Continente, se está a la espera de que la Unión Europea establezca ciertas guías antes de adoptar medida alguna.

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