A las puertas del desenlace

SEPI exige a Iberia ser caballero blanco para la nacionalización de Air Europa

La marcha atrás de la aerolínea de IAG al planteamiento de 2019 empuja al Estado a canjear su préstamo participativo. Iberia sería accionista minoritario, pero tendría mando en plaza y desplazaría a los Hidalgo.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero habla con los medios antes del acto donde tomara posesión Antonio Muñoz como nuevo alcalde de Sevilla.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
EFE

Iberia y Air Europa terminaron 2021 habiendo asumido que la fusión planteada en 2019 era imposible. El plan b es una alternativa muy distinta, pues pasa inevitablemente por una nacionalización de la compañía de la familia Hidalgo por la entrada del Estado como accionista significativo. Pero Iberia, que ya ha abonado el pago de la cláusula de salida por romper el acuerdo antes de que Bruselas se pronunciase, sigue siendo una pieza clave en la operación para que el Gobierno no asuma la gestión de la compañía. Quedan días para atar los flecos del acuerdo y la negociación a tres bandas está siendo contrarreloj.

El Gobierno, a través de la SEPI, ha asumido que la caída del tráfico aéreo por el coronavirus ha imposibilitado que el esquema inicial de la operación tenga algún sentido. Sobre todo, porque la devolución del rescate de 475 millones de ayudas otorgados en 2020 es una obligación difícil de asumir para la aerolínea de la familia Globalia por las continuas restricciones a la movilidad que han continuado en la aviación comercial hasta hoy. La prueba: el auditor KPMG ya abrió la puerta a un nuevo rescate al examinar las últimas cuentas de la compañía tras la pandemia.

Por eso la única vía es aliviar a la compañía. Y para ello es necesario canjear en acciones el tramo de ayuda recibido en forma de préstamo participativo. Serán 240 millones que desaparecerán como deuda de la compañía y pasarán a ser capital, con el inconveniente de que el Estado nacionalizará Air Europa. Ese dinero se convertiría un 40% del capital social de la compañía, como declaró ya Nadia Calviño, la ministra de Asuntos Económicos y vicepresidenta tercera del Gobierno, la pasada semana en una entrevista con la agencia estadounidense Bloomberg. "En este momento estamos explorando algunas opciones", señaló.

Las palabras de Calviño son las únicas pronunciadas por los portavoces del Gobierno desde que se conociese la ruptura entre Iberia y Globalia para seguir adelante con la fusión. Antes fue el turno del Ministerio de Transportes, que salió al paso de los comunicados de la aerolínea de IAG ante la CNMV para calmar al mercado. Afirmó que no dejaría caer a la compañía de la familia Hidalgo y que el Estado no perdería su inversión. "Air Europa es una compañía estratégica para España", trasladaron fuentes ministeriales.  Y el Ministerio de Hacienda, a través de la SEPI, defendió que la aerolínea fuese la primera gran empresa en recibir ayuda del Fondo de Solvencia por ser la segunda mayor aerolínea española por número de autorizaciones para volar a destinos internacionales. "Presta un servicio esencial", sostienen.

Iberia y la familia Hidalgo

Llegados a este punto, el papel de Iberia se limita a ser una suerte de caballero blanco. Su entrada ya no será a cambio de 1.000 millones -ni 500- por todo el capital de la compañía, sino por un porcentaje minoritario que, al menos, le permitirá no consolidar la deuda de Air Europa en el balance de IAG. Mantenerse en la operación será suficiente para vestir la nacionalización como un mal necesario y no será un inconveniente para que la firma de Javier Sánchez-Prieto se quede con la gestión.

En Iberia ya han visualizado nuevamente que siguen interesados. Sánchez-Prieto volvió a hacerlo esta semana, insistiendo en que la operación era beneficiosa para que el aeropuerto de Madrid-Barajas compitiese con otros hubs europeos como Ámsterdam o París. El ejecutivo aprovechó para lanzar un dardo a la Comisión Europea y sus argumentos para negarse a la integración por un posible incremento de precios tras la suma de fuerzas de ambas compañías. La fusión es "fundamental" para los consumidores, apuntó. 

La voluntad de Iberia coincide con el repliegue de los Hidalgo. A diferencia de lo contemplado en el pacto de 2019 y en la reedición de 2021, la familia seguirá en el accionariado, pero con un papel completamente ajeno al día a día de la compañía, según las fuentes consultadas. Con más de 80 años de edad, Juan José Hidalgo, el fundador de Globalia, lleva tiempo apartado de la primera línea y sus hijos Javier y María José no quieren tomar el relevo en el negocio turístico. La única voluntad es mantener la participación con la esperanza de que dé frutos en el futuro a medida que la compañía se recupere en paralelo al tráfico aéreo.

Mostrar comentarios