Tras la pandemia

Las 'Kellys' se lían la manta a la cabeza: "Si la situación era mala, hoy es peor"

Tras pasar meses en ERTE, las camareras de piso de hoteles empiezan la 'operación retorno' a sus puestos de trabajo: a ritmo lento, con aumento de ratio de habitaciones y gran parte, externalizadas.

Kellys
Las 'Kellys' se lían la manta a la cabeza: "Si la situación era mala, hoy es peor"
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Laura llevaba poco más de un año en Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a causa de la Covid-19. El 16 de junio regresó a su trabajo como camarera de piso, más conocidas como 'Kellys' ('las que limpian'), en el que lleva 12 años. Pero las condiciones de empleo que tenía previas a la pandemia cambiaron: hoy continuará en ERTE a tiempo parcial, donde tendrá que trabajar 12 horas a la semana limpiando. "Lo que no entienden, es que solo el otro día tuve cuatro salidas y estuve más de tres horas. Cuatro pisos significan al menos una hora y cuarto en cada una… ¿Qué se hace entonces? Trabajar muchas horas extras, sin asegurarme de que me paguen", dice esta mujer sevillana.

Con la crisis sanitaria, gran parte de los hoteles cerraron, por lo que las Kellys quedaron 'en el aire' dependiendo de la situación en la que estuviesen contratadas. Según cuentan a este periódico desde la Asociación Kellys Unión Sevilla (ASKUS), existen tres formas principales de emplear a una camarera: la primera es que forme parte de la plantilla del hotel (son las que disfrutan de más beneficios), la segunda, la forma más utilizada, es a través de contratos eventuales con altas y bajas de la Seguridad Social, y finalmente, las que forman parte de una empresa externa. Sin embargo, en esta 'operación retorno', en especial a las que están con las dos últimas figuras de contrato, se han comenzado a sumar nuevamente a los empleos, pero "lo han hecho con reducción de jornada forzosa y con el mismo número de habitaciones o incluso más", cuenta Esther Salinas, portavoz de AKUS.

Según esta asociación sevillana, lo que buscan los hoteles es "intentar desprenderse de las camareras que trabajan en la planta fija del establecimiento". Salinas dice que la mayoría de las veces quienes están con una compañía aparte no pueden usar las instalaciones comunes del personal, como el comedor o el ascensor, ya que "las tienen como 'cucarachas'''. "Los clientes pagan habitaciones limpias, entonces, ¿qué pasaría si no existiera nuestro trabajo? Sin habitaciones, no hay hotel. Somos parte esencial", destaca la portavoz.

"Si antes las condiciones eran malas, ahora van de mal a peor”, cuenta Ahitana. Esta joven madrileña de 33 años trabaja como Kelly desde los 21 y hoy es parte de una cadena hotelera con un contrato fijo a través de una empresa externa. Sin embargo, dice que la pandemia les ha afectado mucho en la forma de trabajar: "Nos entregan mascarillas cada dos días, no sabemos si quien se hospedó estaba o no contagiado y el ratio de habitaciones se ha elevado en vez de bajar, porque quieren que desinfectemos bien". 

Al respecto, la portavoz de la asociación 'Las Kellys de Madrid', Ángela Muñoz, también cuenta que les están subiendo los porcentajes de habitaciones: "Las que antes hacían de 16 a 18 habitaciones, ahora les han subido tres más. En la antigua crisis también terminamos pagando nosotras". Esta vez, tras una pandemia que trajo pérdidas millonarias para el sector, Muñoz asegura que las empresas "querrán ganar lo que no obtuvieron y si antes con 86 millones de turistas se obviaron las leyes de prevención de riesgos laborales, ahora se tomarán en cuenta menos".

Futura 'ley Kelly'

Hace años que las asociaciones propusieron una 'ley Kelly' en la que piden, entre otras medidas, que no se pueda externalizar el trabajo estructural de un hotel porque "no tiene sentido". Al igual que AKUS, la asociación madrileña también ha insistido en que se puede externalizar "a alguien que limpia una piscina, pero sin nosotras simplemente no funcionan… Hoy esta ley debe estar cogiendo telas de araña en el Congreso". Además de esto, el reglamento exigiría aumentar las inspecciones de trabajo, igualar los salarios con quienes trabajen directamente en el hotel y tener estándares laborales óptimos.

¿Qué se hace con esta situación? Trabajar muchas horas extras, sin asegurarme de que me paguen"

Laura trabajaba 40 horas semanales antes de la crisis, pero siempre "echaba más tiempo" y asegura que no tenía tiempo para almorzar hasta que decidió hablarlo con la inspección de trabajo y consiguió 20 minutos de "descanso para comer". "Por hablar me sentí atacada tanto por mis compañeras como por mis jefes… tenemos miedo de exponer nuestra situación", según dice la trabajadora de 46 años. Ángela Muñoz, lo confirma: "Hay muchas camareras que están llamándonos, algunas con mucho miedo. Pero como se han quedado sin prestaciones y sin mucho dinero, están a la caza de un trabajo aunque sea precario".

La reapertura de fronteras, el fin del estado de alarma y diferentes medidas que se han implementado en el último tiempo, han ayudado a que el turismo comience a dar cierta 'luz verde' a los hoteles, lo que ha permitido un retorno a su 'nueva normalidad': niveles medios de ocupación, descuentos y menor personal, lo que apunta, según las asociaciones, directamente a las camareras de piso. A la espera de una ley, y de ver el progreso de la recuperación del sector hotelero, las 'Kellys' se lían la manta a la cabeza y "aguantan" las condiciones bajo la presión de mantener a sus familias y de no perder oportunidades, tras haber vivido un año difícil. Al igual que Laura y Ahitana, miles de camareras de piso de hoteles se encuentran en la misma situación: "Cada vez tenemos menos derecho a decir nada… Si lo haces, te meten más carga de trabajo. Si antes de la pandemia todo era regular, ahora nos tratan de forma inhumana... No sabemos cómo solucionarlo", subraya Ahitana.

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