Una tormenta perfecta, mezcla de pandemia, evolución negativa de precios y ajustes contables por la depreciación de activos ha teñido de rojo los resultados de los nueve primeros meses de la petrolera Repsol. La compañía registró unas pérdidas netas de 2.578 millones de euros en los nueve primeros meses del año después de apuntarse unos impactos de 2.774 millones de euros por la pandemia en la valoración de sus inventarios y por la revisión en las previsiones de precios futuros del crudo y del gas y el ajuste del valor de sus activos de exploración y producción.
Los números del tercer trimestre reflejan un desplome histórico de los precios del crudo y del gas, que han tenido un impacto negativo de 1.048 millones de euros en los inventarios de la compañía. El panorama en el sector es preocupante, según admiten las fuentes consultadas en los grandes grupos como Repsol. De momento, la mayor parte de las compañías aguantan y mantienen el empleo. Pero el fin de año se presenta complicado. El margen de maniobra es estrecho a pesar de que las empresas no aflojaron en precios.
Se impone apretar el cinturón. Repsol confía en una mejora de la situación en el último trimestre, pero ha revisado al alza tanto el ajuste de gastos -de 450 millones previstos en julio a 500 millones- como el recorte de inversiones, que crece de 1.100 millones a 1.200 millones. Se trata de mantener el rumbo hasta que escampe en un contexto incierto.en el que evitar los números rojos es el objetivo. No es fácil. Con todas las medidas de ajuste, la petrolera apenas ha conseguido en el tercer trimestre un resultado neto ajustado de siete millones de euros. Poco, aunque bastante si se compara con los 258 millones de pérdidas del trimestre anterior.
El mal trago trimestral es la antesala a la presentación de un nuevo plan estratégico el 26 de noviembre . Con el negocio apurado, y no sólo por la Covid 19, la compañía pretende elevar hasta 2025 la apuesta por las renovables con más proyectos en el exterior; invertirá más en el desarrollo de ecocombustibles (sintéticos y bio) con la vista puesta en el transporte marítimo, aéreo y terrestre y avanzará en la utilización de residuos -economía circular-, que considera clave para la generación y la mejora en procesos, productos y servicios.
En palabras del consejero delegado Josu Jon Imaz , se trata de "mostrar solidez y resiliencia en un escenario sin precedentes", a la vez que se ponen en marcha proyectos innovadores para lograr un mundo más descarbonizado desplegando todas las tecnologías posibles, ya que todas las fuentes de energía son necesarias para responder a este reto de manera justa y eficaz".
El cambio se acelera. En los últimos meses, tanto el presidente de la compañía Antonio Brufau, como el consejero delegado Imaz, han explicado en sus comparecencias públicas que todas las rutas que apunten a la descarbonización son válidas. El nuevo plan estratégico prima las tecnologías más maduras -renovables-, pero también contempla las más "tiernas" como el hidrógeno o la captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS) que la petrolera explora en el Repsol Technology Lab.
Con un presente complicado y un futuro incierto, Repsol ha reforzado su posición financiera mediante cinco emisiones de bonos por un total de 3.850 millones de euros, de los que 1.500 millones corresponden a bonos perpetuos subordinados, que fortalecen su patrimonio, además de su liquidez. También se incrementaron las líneas de crédito comprometidas y no utilizadas en 1.605 millones de euros. De esta manera, la liquidez del grupo se situó en 9.099 millones de euros a final de septiembre, lo que cubre en 3,43 veces los vencimientos a corto plazo, cifra que también se incrementa respecto a las 2,43 veces del trimestre anterior.
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