Cambios en el negocio del refino

Repsol invertirá 188 millones en una planta de biocombustibles en Cartagena

La petrolera espera tener la planta en funcionamiento en 2022, con una creación de empleo de 700 puestos de trabajo en el periodo.

Refinería de Repsol en Cartagena (Murcia).
Refinería de Repsol en Cartagena (Murcia).
REPSOL

Repsol invirtió 3.200 millones entre 2007 y 2011 en la refinería de Cartagena (Murcia). En su momento, fue la mayor inversión industrial de la historia. Los tiempos cambian y la compañía que preside Antonio Brufau ha decidido invertir 188 millones para levantar una nueva planta de biocombustibles avanzados en las instalaciones de la refinería que utilizará aceites usados. De combustibles a biocombustibles. La planta estará finalizada en 2022, según explicó el consejero delegado de la petrolera, Josu Jon Imaz, en conferencia de prensa telemática. La construcción generará 700 puestos de trabajo durante los dos próximos años.

Imaz enmarcó la inversión en el objetivo de descarbonización total en 2050 de la compañía y en el propósito  de recortar emisiones aprovechando las capacidades industriales del país. La nueva planta de biocombustibles elevará la producción vinculada a la economía circular a 250.000 toneladas y evitará la emisión de 900.000 toneladas de CO2, un 0,3% del total de emisiones de España.

Plan compartido

La nueva inversión en Cartagena forma parte del plan de todas las petroleras, no sólo de Repsol, para  convertir las ocho refinerías españolas -cinco de Repsol, dos de Cepsa y una de BP- en centros de producción de combustibles elaborados con materiales ecológicos: biomasa, residuos e hidrógeno producido a partir de energías renovables. Según fuentes de la asociación es la concreción en España de los planes adelantados hace un año por las grandes multinacionales del petróleo en la iniciativa FuelsEurope.

El objetivo de todas las compañías  implica una inversión por concretar, de la que Repsol ya ha adelantado la cifra de Cartagena.   El fin es rebajar en 2050 un 90% las emisiones de CO2 del sector del refino, y hasta un 80% la intensidad de las emisiones de los carburantes. Además, compromete el mantenimiento de 200.000 empleos de alta calidad, estables y bien remunerados. 

Pero nada es gratis. A cambio, la AOP y por supuesto Repsol, reclaman al Gobierno que respete la "neutralidad tecnológica", un marco regulador estable para invertir y lo que es también fundamental una fiscalidad que favorezca el consumo de los que denomina "ecocombustibles", especialmente dirigidos a la aviación, el transporte pesado (camiones) y el transporte marítimo.

La nueva inversión de Repsol es una prueba más del giro de las companías petroleras hacia oportunidades en energías limpias . La tendencia viene de atrás: solo en el primer semestre de 2019, las grandes petroleras (Big Oil) firmaron cerca de 70 acuerdos de energías renovables y biocombustibles,  según el informe Bloomberg NEF.

El paso de las petroleras, sumándose a la transición energética para evitar el riesgo de ser aplastadas por ella, ha sido rápido. Hace apenas dos años, el ambiente era otro. Entonces, el presidente de AOP, Luis Aires, reprochó en público a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, los planes anunciados en el sector.

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