El próximo viernes

La Diada descafeinada: sin movilización y con el independentismo enfrentado

La celebración cumbre del sececionismo no tendrá su gran acto por la pandemia en un momento en el que los responsables de los partidos están divididos y maniobrando unos contra otros ante las elecciones.

Diada Cataluña
La Diada descafeinada: sin movilización y con el independentismo enfrentado
Europa Press

El independentismo no tendrá su gran fiesta y su exhibición de solidez anual. La pandemia evitará que los centenares de asociaciones y los partidos soberanistas se congreguen el 11 de septiembre en la Diada, que en los últimos años ha sido la gran demostración de fuerza del movimiento que ha monopolizado la agenda política. Aunque de haberse podido celebrar, eso no habría significado que todos los actores implicados hubiesen escenificado unidad para sus objetivos. En lugar de unirse durante la crisis sanitaria, el secesionismo se ha roto. La división es tal que el mayor símbolo de acuerdo, el Govern de Cataluña, empieza a sufrir los movimientos de la guerra que mantienen. Una situación cuyo balance es el de tres partidos enfrentados, dos expresidents enemistados y organizaciones ciudadanas eligiendo bando. Pero sin que ninguno de ellos haya renunciado a ese objetivo final de separarse de España. 

Esta ruptura, de la que son protagonistas principales el PDeCAT y ERC, no se podía prever a comienzos de 2020. El año arrancó con la visita de Pedro Sánchez a Barcelona para reunirme con Quim Torra, lo que fue todo un gesto para iniciar el proceso de diálogo que exigió Esquerra para apoyar la investidura del presidente del Gobierno. Los encuentros y la comunicación entre Moncloa y Generalitat eran habituales, y tuvieron como colofón la primera cita de la mesa de diálogo en la sede del Ejecutivo español. Una foto que era toda una victoria para ambos partidos y, de paso, para el expresident Carles Puigdemont, que fue quien situó a Torra en la presidencia. Y que a la vez suponía una cesión a cambio del respaldo que obtuvo el gobierno de coalición para poder empezar la legislatura. 

Parecía que Cataluña iba a ser una vez más el tema que centraría la dinámica política, sin olvidar las tensiones de la relación entre PSOE y Unidas Podemos por compartir Consejo de Ministros. Aunque en ese momento, los socios de gobierno autonómico ya empezaban a mostrar sus primeras fisuras, al ser los de Torra (y Puigdemont) partidarios de confrontar con el Estado mientras ERC insistía en mantener abierto el diálogo con Moncloa. La tensión ya llevaba meses fraguándose, y que los de Pere Aragonès asumieran el liderazgo para hablar con Sánchez no sentó nada bien. Aun así, ni eso habría ensombrecido una fiesta como la de la Diada. La afluencia masiva de convocatorias anteriores impedía toda brecha un 11 de septiembre a las 17:14 horas. Y además, todo apuntaba a que iban a lograr parte de sus objetivos porque el Gobierno central estaba dispuesto a ello. 

Pero el estado de alarma provocó que todo lo que no fuera coronavirus pasara a segundo plano. Y eso acabó por romper todos los esquemas que surgieron con aquella extraña coalición de formaciones de ideologías distintas con el único objetivo de la independencia. La extraña coalición se rompió internamente y las discrepancias se han evidenciado en la gestión de la pandemia. Lo que ya ha salpicado a la Diada. ERC no tiene previsto acudir en masa como ha ocurrido años atrás, e incluso desaconseja que haya grandes aglomeraciones. Algo que se explica con que la consellera de Sanitat sea de su partido, Alba Vergès, que es quien marca las líneas a seguir para luchar contra el virus. Y todo pese a Torra, cuya Presidencia llegó a enviar un comunicado para aclarar que las restricciones no afectan al derecho de manifestación. Es decir, que el 11 de septiembre podría celebrarse siempre que hubiera distancia y mascarillas. 

Esta diferencia de pareceres podría parecer anecdótica si no fuera porque es una más de una larga colección. Las malas relaciones y las estrategias opuestas son algo que no ocultan fuentes de uno y otro lado, siendo algunas de ellas públicas. A las elecciones próximas, sin fecha aun porque Torra continúa sin desvelarla a pesar de que las anunció hace meses, se suma la ruptura de Puigdemont y Torra con el PDeCAT y con todo lo que representa Artur Mas. La destitución de tres consellers que no eran afines al expresident y su delfín ha generado una brecha aun más grande en el independentismo. La decisión de la exdirigente soberanista Marta Pascal de lanzar su propia marca, el Partido Nacionalista de Catalunya, con la intención de convertirse en el PNV catalán, ya evidenciaba que la antigua Convergència era una bomba a punto de explotar. Pero con la salida de Puigdemont y Torra, esa unidad de acción se ha convertido en una quimera. 

Las cuatro almas (ERC, PDeCAT, Marta Pascal y Puigdemont-Torra) se enfrentarán en esos comicios que determinarán si continúan sumando mayoría o si sufren el desgaste provocado por ellos mismos. En Esquerra, el miedo antes de la pandemia era que la CUP les arrebatara votos por su decisión de dialogar con Moncloa. La ventaja que tienen es que el liderazgo de Oriol Junqueras y de Pere Aragonès es indiscutible. El PDeCAT se ha quedado sin referentes potables, a pesar de que Mas podría volver al finalizar su condena por inhabilitación. Pascal será la gran incógnita, al ser su primera vez en las urnas en solitario. Y está por ver si el Tribunal Supremo no confirma la inhabilitación de Torra que ya marcó el Tribunal Superior de Justicia catalán. Si esto pasara, Puigdemont y él tendrían que buscar un nuevo perfil para retener la Generalitat.

Esta Diada podría haber sido la del disimulo de la ruptura. La pandemia ha facilitado que no se note tanto. Pero la realidad es tozuda. Y no es otra que actualmente hay un independentismo roto en el que tan solo ERC mantiene cierta estabilidad. E incluso mantiene la llave de las negociaciones con Moncloa. Mientras, el Gobierno ya no se corta en recordarle a Torra que la Justicia actuará si desobedeciera una posible inhabilitación. 

Mostrar comentarios