Facilita el auge del nacionalismo

Podemos pierde el voto nacionalista por el control total de Iglesias desde Madrid

Los morados sufren las consecuencias de una estrategia marcada por el centralismo del líder, lo que ha provocado numerosas crisis territoriales. La debacle de Galicia les hace difícil volver a tener peso allí.

El secretario general de Podemos y vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias (d), acompañado del candidato de la coalición En Común-Anova Mareas, Antón Gómez-Reino (i), líder del partido morado en Galicia
Podemos pierde el 'voto prestado' por el control total de Iglesias desde Madrid
Cabalar / EFE

En las últimas elecciones autonómicas a nivel nacional, Podemos estuvo a punto de sufrir uno de sus mayores fracasos. Los de Pablo Iglesias estuvieron a punto de quedarse fuera de la Asamblea de Madrid, donde en 2015 habían irrumpido con 27 diputados. Una situación límite motivada por la exigencia del 5% de votos para tener representación parlamentaria, y que fue el colofón a unos meses de crisis tras la decisión de Íñigo Errejón de presentarse con Más Madrid. Lo ocurrido en esta y el resto de comunidades fue un aviso para los morados, que arrastraban un desgaste y sufrían el abandono de muchos de sus votantes. Ahora, los datos de Galicia y País Vasco evidencian que no se trata solo de una pérdida de confianza. La apuesta por los territorios nacionalistas les permitió hacerse con mucho voto prestado de fuerzas de este tipo. Unos sufragios que han vuelto a sus dueños históricos, como son Bildu y el BNG, según analizan distintas fuentes consultadas por La Información. Y que se puede explicar con el control total que ejerce Iglesias desde Madrid sobre los territorios.

La apuesta por la plurinacionalidad y su debut en distintos procesos electorales con unas propuestas de izquierda rupturistas y atractivas para ese electorado les encaminaron al triunfo desde su surgimiento en 2014, con aquel éxito tan analizado en las europeas. En 2015 se confirmó esa tendencia al alza, al lograr representación en todos los parlamentos. Pero esos planteamientos se abandonaron cuando Pablo Iglesias renegó de la descentralización de sus territorios e impuso el control de estos desde Madrid. "Provocar una crisis porque un candidato no se aviene a lo que dice Madrid y obedecer a todo lo que dice Princesa (la sede de Podemos) complica que se pueda presentar una candidatura autonomista que compita con los nacionalistas o regionalistas", asegura una fuente que conoce bien el partido.

El DATO

  • De las autonómicas de 2015 a las de 2019, Podemos sufrió más que ningún otro partido. En Aragón, pasó de tener 14 escaños a 5; en Asturias, de 9 a 4; en Baleares, de 10 a 6; en Canarias, de 7 a 4; en Castilla y León, de 10 a 2; en Extremadura, de 6 a 4; en Madrid, de 27 a 7; en Navarra, de 7 a 2; en Murcia, de 6 a 2; y en La Rioja, de 4 a 2. Además, en Cantabria y Castilla-La Mancha se convirtieron en fuerza extraparlamentaria. 

Tanto Galicia como Euskadi son dos buenos ejemplos de crisis territoriales internas, donde las candidaturas y los liderazgos autonómicos no tienen nada que ver con los de hace cuatro años. La comunidad gallega es la que más ha sufrido la pugna dentro del propio partido y sus socios, que se inició con la ruptura de Podemos y Esquerda Unida con En Marea. Lo que puso fin a una candidatura de confluencia que tuvo un peso importante. Las cuitas internas "han facilitado que el BNG se 'podemice' y reactive su nacionalismo de izquierdas, ya que mientras ellos trabajaban nosotros nos pegábamos", asegura una fuente de los morados. "El estar unos contra otros en estos años nos ha perjudicado. Ni siquiera Yolanda Díaz ha parado la sangría", insiste esta misma fuente. 

En Euskadi ha ocurrido algo parecido, aunque "de manera más contenida", aseguran fuentes de Podemos. La realidad es que el liderazgo del partido en País Vasco lo han detentado hasta cuatro personas distintas en tan solo cinco años. Ahora, la líder autonómica es Pilar Garrido, pero a las elecciones vascas se presentó Miren Gorrotxategi, que en los últimos años ha ejercido su actividad política en Madrid. Ser una novata en su propia región es lo que la ha penalizado, según los morados. Pero lo que ha marcado sus resultados es un auge de Bildu como consecuencia de esa 'podemización' que ha provocado que la izquierda abertzale recuperara el voto que le fue arrebatado años atrás. O al menos, así lo ven en la formación. "Se ha aguantado mejor. Pero Bildu también se beneficia de que hay un electorado que no ve la losa de ETA sobre ellos por su juventud", añaden fuentes de los de Iglesias. 

Los más críticos con la actual estrategia de la dirección señalan que Podemos ha perdido influencia en las zonas de las que se nutría. "La cornisa cantábrica, Madrid y Cataluña eran claves desde que vimos la luz. En las dos primeras ya no se tiene el poder que se logró la primera vez que se presentaron. Entonces, se apostaba por la plurinacionalidad y la singularidad de los territorios. Ahora todo tiene que pasar por Madrid", explica otra fuente que estuvo dentro de la 'fontanería' de los morados. Esta misma fuente destaca que en 2016 "se volvió a una izquierda de siempre, con un partido centralizado y jacobino", lo que provocó que "todo lo que hicieran en los territorios oliera mucho a órdenes de Madrid". A lo que suma "cambiar de líderes varias veces no ayuda a que se les conozca, además de que se sabe que tienen ese puesto por plegarse a lo que dice Pablo". 

El "centralismo" de Iglesias

Todo lo anterior es lo que las fuentes consultadas señalan como las claves de una debacle de la que se han aprovechado el BNG y Bildu, que liderarán la oposición en ambos territorios y confirman su tendencia alcista de los últimos meses. Según explican fuentes internas del partido, la potencia con la que irrumpieron ha "espabilado" al nacionalismo de izquierdas. "Un candidato de la tierra tira más que uno de Podemos o de otro partido", explican, para lo que señalan como clave que "no se ha producido traslado de nuestro voto al PSOE, por lo que está claro que lo que ha marcado todo es la identidad y lo territorial". Los más críticos insisten en que esto no explica todo. Y que Iglesias también tiene mucha culpa por ese "centralismo" que impuso cuando acabó con todos sus críticos. Tendencia que ahora se ha agudizado después de que haya sido reelegido secretario general.

Lo que preocupa ahora es el futuro. Quienes están en la formación morada y aquellos que ya han salido pero conocen bien cómo funciona coinciden en que tienen "muy difícil" recuperar el sitio perdido en el Parlamento de Galicia. "Ahora es un gigante con los pies de barro. Está en el Gobierno pero se la pega en cada proceso electoral que hay. Y en Galicia, si no estás en política institucional, apenas puedes rascar en los medios locales, que tienen mucha influencia y marcan la agenda", dice una de las fuentes consultadas. "Tenemos a Yolanda (Díaz, la ministra de Trabajo), pero eso no garantiza nada. Es muy difícil volver", asume otra fuente de los morados.

Esos presagios poco optimistas hacen que las elecciones catalanas que se esperan para otoño sean una piedra de toque para Pablo Iglesias y los suyos. Podemos se enfrentará a unas urnas en otro territorio con un marcado acento nacionalista donde se repiten las circunstancias que les han llevado a la derrota en Galicia y Euskadi, ya que el candidato y los líderes han cambiado varias veces en tan solo cinco años además se trata de uno de los lugares que fue determinante para su desarrollo. Está por ver si el desgaste del Govern de Junts per Catalunya y ERC les permite salvarse. Aunque todas las fuentes consultadas no descartan que "acaben como fuerza extraparlamentaria". 

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