Renovación en Génova 13

Feijóo toma las riendas para reconstruir el PP ante un Sánchez en riesgo de ruina

La clave radicará en la capacidad de su equipo para atraer la cofianza de la población, cada vez más abatida por las circunstancias, y transmitirles la idea de que hay posibilidad de cambiar el rumbo de la economía. 

Feijóo
Feijóo toma las riendas de un 'nuevo' PP para rivalizar con un Sánchez en derribo. 
Joaquin Corchero

Tras una travesía por el desierto, Alberto Núñez Feijóo ya es el líder del Partido Popular. Lleva años preparándose para este momento decisivo. Hace cuatro, tras la caída de Rajoy y las primarias de 2018, pensó que había llegado su hora; pero no, ese no era su tren y lo dejó pasar sentado en el andén de la Xunta y esperando otra oportunidad. Deseaba llegar a Génova por aclamación, sin derramamiento de sangre, no en una pelea entre compañeros de partido. Su tiempo llegó de improviso este mes de febrero de 2022, y lo hizo en bandeja de plata, y servida por unas 'carambolas' políticas -por decirlo finamente- en las que participaron a tres bandas: Pablo Casado, Díaz Ayuso y Teodoro García Egea, y que impactaron a media España y acabarían echando al líder de los populares y a su secretario general.

Pero todo eso ya es historia. Ahora toca reconstruir un partido que necesita sacar pecho ante sí mismo y ante la opinión pública, y precisa de un buen equipo liderado por un político con experiencia -más de 25 años- y que viene de gobernar en Galicia, como en su día hizo Aznar, tras dejar la presidencia en la Comunidad de Castilla y León, y venir a Madrid a recibir la bendición 'in pectore' de otro gallego, Manuel Fraga. La ascendencia galaica del centro derecha sigue bien arraigada entre los populares, y a partir de ahora bien representada por Francisco Conde, Mar Sánchez, Rosa Quintana, Alfonso Rueda, Pedro Puy, Marta Varela, Marcos Gómez y Celso Delgado, entre otros, todos ellos hombres y mujeres de confianza de un Núñez Feijóo que parece que tiene claro cuales han de ser sus objetivos para lanzar al “nuevo” PP, y que pasan por reconstruir un partido equilibrado en las formas y en los equipos, lejos del despotismo ejercido por algunos pesos pesados de la anterior directiva.

La suma de populares y verdes ofrece posibilidades de victoria para la derecha, pero eso es mucho decir cuando todavía no se sabe cuál será el plan de Feijóo respecto a Vox

De entrada, Feijóo ya ha nombrado a su secretaria general, sin aplicar listas negras y aprovechando una simbiosis de experiencia, serenidad y capacidad profesional que pueda llevar a cabo funciones vitales en la tarea crucial de dirigir el partido. La elegida es Cuca Gamarra, miembro de la directiva de Casado, y en su momento persona de confianza de Saenz de Santamaría. Tiene experiencia en labores políticas y ha estado como portavoz parlamentaria al pie del cañón en esta difícil transición. Deberá entenderse bien, en principio ya han trabajado juntos, con Elías Bendodo, representante de la cuota andaluza que ejercerá de coordinador general del partido, en definitiva, hombre de confianza de Juanma Moreno que recupera parte del control en esta nueva etapa del partido.

También es una forma de dejar claro el estilo Feijóo, el no moverse por sectarismos ni banderías, y aprovechar de manera transversal todo el valor humano que quiera incorporarse al proyecto. Los tentados para formar parte de este equipo han sido muchos: Fátima Báñez, sonó como secretaria general, y aunque ha estado en este Congreso de Sevilla todo apunta que 'calienta banquillo' para cuando llegue la hora de los ministrables; Alfonso Alonso, Álvaro Nadal, Alberto Nadal, Íñigo de la Serna… todos han renunciado, al menos de momento, ya que su posición en la empresa privada es, hoy por hoy, muy superior a lo que les pueden ofrecer como cargos del partido. Otra cosa sería un PP en el Gobierno, pero para eso aún faltan unas elecciones.

Es cierto que estos días en Sevilla ha funcionado mucho el optimismo. 'Lo haremos bien', decía el lema del XX Congreso; y corría cierta energía triunfalista propiciada por el contagio humano y la necesidad de levantar cabeza, según los propios convocantes, "para así aupar a una España cada día más hundida en la miseria económica por la desidia del PSOE y Unidas Podemos". Pero también hay una corriente de positivismo que dan los sondeos electorales, y que dejan al PP (26%) muy cerca del porcentaje de votos de PSOE (27%), y con un Vox amenazante (20%) pero todavía lejos. La suma de populares y verdes ofrece posibilidades de victoria para la derecha, pero eso es mucho decir cuando todavía no se sabe cuál será el plan de Feijóo respecto a Vox. Aunque las circunstancias puede que no le permitan elegir mucho, como sucedió en Castilla y León: lo tomas o las dejas, como las lentejas. Esta es una de las claves pendientes que deberá despejar el nuevo líder del PP.

Sin embargo, a Núñez Feijóo no le espera un camino de rosas, le esperan bastantes espinas ya que a la crítica situación del partido hay que sumarle la difícil situación de un país cada día peor y más desanimado, y a los datos nos remitimos. Además, vivimos una realidad social en crisis aguda y el PP deberá valorar cuál es su actitud frente a los problemas: darle la espalda al Gobierno y ejercer de dura oposición, u ofrecer la unidad que Sánchez pide, aunque él no sepa darla. La clave quizá esté en otra cuestión más fundamental, en la capacidad de estos 'nuevos' dirigentes -empezando por Feijóo- de atraer la confianza de unos ciudadanos cada día más derrotados por las circunstancias, de transmitirles la idea de que hay posibilidad de cambiar el rumbo, y de no hundirnos más en la miseria. Los populares pueden ser el revulsivo preciso para un país en franca decadencia, aunque una vez más tengan que ser ellos los que ajusten los problemas estructurales y económicos, como en anteriores ocasiones. Habrá que esperar para ver si la ilusión de este domingo en Sevilla contagia o no al resto de la sociedad.

Demasiados problemas para Sánchez

Enfrente de un PP ilusionado con su futuro -soñar es gratis lo malo es despertar-, tenemos el reverso del Gobierno que hace aguas por todas partes. Incluso la mala suerte empieza a estar demasiado presente en Pedro Sánchez. Él mismo reconoció este miércoles que desde que llegó al Gobierno todo han sido adversidades, una tras otra. Muchos ciudadanos empiezan a pensar que es el propio Sánchez el responsable, es decir, el gafe que origina las desgracias que sufrimos todos. Y nada hay peor para un político que lo asocien con la mala suerte. Desde que llegó a la Moncloa en 2019 tenemos de todo y a cual peor: Covid persistente, nevadas apocalípticas, inflación por las nubes, subida del gas y electricidad, volcanes inundando islas, petróleo por las nubes, invasión de Ucrania… incluso ha tenido él la mala suerte de que cuando peor le van las cosas, desaparece el bisoño Pablo Casado, al que podía merendarse con más facilidad, y le ponen delante a un morlaco de gran experiencia y veteranía como Feijóo.

Lo paradójico de Pedro Sánchez es que nunca es responsable de lo que sucede, ni de las desgracias que acontecen, siempre son las circunstancias o los demás, él solo es un transeúnte, sin culpa ni responsabilidad alguna. Sirva como ejemplo: todos los países sufren una alta inflación, pero en España se convierte de las peores, dentro de la zona Euro y de nuestro entorno, por encima de Francia, Alemania, Italia, Portugal, etc. y así hasta el puesto 12. Y mientras, Sánchez y su teledirigido Gobierno intentan engañar a la población con la vana excusa de que la culpa es exclusividad de Rusia.

La inflación hace más de un año que agita los precios en España, pero nadie hizo nada y menos este Ejecutivo, que no está hecho para afrontar desgracias ni solucionar problemas vitales. La electricidad hace ocho meses que no deja de subir, se nos dijo que bajaría en un par de meses, y sigue desbocada. Y así un continuo suma y sigue que desespera a cualquiera que mire como su bolsillo mengua cada día más; y si no, que les pregunten a las gasolineras el caos que tienen montado este fin de semana por culpa de la improvisación del Gobierno con la rebaja de los 20 céntimos; la culpa también será de Putin.

Lo paradójico de Pedro Sánchez es que nunca es responsable de lo que sucede, ni de las desgracias que acontecen, siempre son las circunstancias o los demás

Ahora que el Gobierno se encuentra con el agua al cuello, asfixiado por la economía, Pedro Sánchez busca que la oposición le salve la papeleta. Más que buscar unidad, busca socorro y que el cataclismo que nos espera se reparta a partes iguales. Y eso que lo diga él, el Sánchez del 'no es no', no tiene mucha lógica. Al menos podría reconocer que se han hecho mal algunas cosas, pero de momento nadie entona un mínimo ‘mea culpa’, sólo el habitual “escapismo" y las malas maneras para seguir en su huida hacia delante. Hasta su socio de ERC, Gabriel Rufián, verbo florido de las Cortes donde los haya, reconocía en el Congreso que lo que dice Sánchez es “siempre son trampas”.

Y esta última, de pedir la unidad como quien pide un vermú, es una trampa más. Un falso consenso que a su vez invoca un patriotismo falso, ya que ni siquiera ha negociado algún acuerdo con sus socios de Gobierno. Sánchez tiene un grave e imperioso problema: no sabe empatizar, ni rebajar sus altos vuelos a la altura de la concordia. Se muestra siempre hierático y frío, sin propiciar la complicidad que busca y demanda. Así es difícil de encontrar alianzas y conseguir que los demás te apoyen.

Por si fuera poco, mientras pide ayuda, da lo contrario, monta una sesión parlamentaria con trucos para que nadie pueda sacar conclusiones y habla de todo para no hablar de nada: gas, reunión de Bruselas, gasolina, electricidad, transporte, etc., y de paso cuelga también el problema del Sáhara para indignar aún más a los miembros del Congreso. Lo peor de todo esto es que Sánchez nos dejará una situación económica más crítica que la de 2011, sin iniciativas ni problemas estructurales resueltos ni aprobados, todo a golpe de decreto-ley para no tener que dar la cara. En definitiva, la situación económica pinta muy mal; y lo malo es que el PP tampoco es la Virgen de Lourdes.

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