Gadafi, de líder aceptado a dictador repudiado por España

  • La muerte de Muamar el Gadafi entierra de forma definitiva la relación que los últimos Gobiernos de España mantuvieron con un mandatario que pasó de ser un líder respetado por las oportunidades de negocio de Libia a un dictador repudiado por aplacar con mano de hierro las protestas de su pueblo.

Carlos Pérez Gil

Madrid, 20 oct.- La muerte de Muamar el Gadafi entierra de forma definitiva la relación que los últimos Gobiernos de España mantuvieron con un mandatario que pasó de ser un líder respetado por las oportunidades de negocio de Libia a un dictador repudiado por aplacar con mano de hierro las protestas de su pueblo.

Después de años en los que los vínculos entre los dos países tuvieron un perfil bajo, la rehabilitación del régimen libio por parte de la ONU en 2003 animó a España a reavivar el trato con Gadafi.

José María Aznar fue el primer presidente del Gobierno español que visitó Trípoli en septiembre de ese año para inaugurar una nueva etapa.

De paso, fue el primer líder extranjero que viajó al país magrebí después de que la ONU levantara el embargo impuesto a Gadafi en 1992 por su negativa a cooperar en la investigación del atentado en el que murieron 270 personas que iban a bordo de un avión sobre la localidad escocesa de Lockerbie.

El gesto de Aznar fue recompensado por el mandatario libio regalándole un caballo árabe de nombre "El rayo del líder".

También le concedió la oportunidad de que empresas como Repsol YPF pudieran aumentar su presencia en Libia, anterior al embargo.

La llegada al poder del PSOE en 2004 no alteró la voluntad de estrechar la relación al ser Libia además una pieza clave en el control del terrorismo islamista radical y de los flujos migratorios en el Norte de África.

Primero el entonces ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en 2005, y luego el de Defensa, José Bono, viajaron a Trípoli para tender puentes diplomáticos y militares.

El punto culminante en la amistad con Gadafi fue su visita a Madrid, la primera de carácter oficial desde que llegó al poder con un golpe de estado en 1969.

Alojado en el Palacio de El Pardo, con permiso para instalar su tradicional jaima en los jardines, Gadafi fue agasajado por los Reyes, por el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y por los empresarios, a los que prometió 13.000 millones en inversiones.

También recibió las llaves de la ciudad de Madrid, cenó en privado con Aznar en Sevilla y disfrutó con el espectáculo de la cantaora María "La Coneja" en Granada.

En respuesta a esta visita, el Rey hizo su primer viaje a Trípoli en 2009 para apoyar nuevamente a las empresas españolas ante la amenaza de Gadafi de nacionalizar las petroleras extranjeras.

Al año siguiente, también lo hizo Zapatero al término de la presidencia española de la UE y con el mismo fin de abrir puertas a nuevas inversiones para paliar la crisis en España.

Ataviado con su tradicional túnica marrón, un gorro a juego y gafas de sol, el coronel recibió a Zapatero en su carpa beduina a las afueras de Trípoli.

Zapatero, con la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, regresó a Libia en noviembre del pasado año para participar en la cumbre UE-África.

Aquella reunión fue el último acto de hermanamiento con Europa, aunque ya por entonces le dieron de lado los mandatarios de Francia, Nicolas Sarkozy; Reino Unido, David Cameron, y Alemania Angela Merkel.

Apenas tres meses después, Jiménez anunciaba el principio de la ruptura con el régimen libio por reprimir las revueltas, dejando atrás casi ocho años de amistad más interesada que sentida.

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