"La palabra era ley"

La nostalgia de la Bolsa de Madrid: más de 30 años sin corros sobre el parqué

La ley del Mercado de Valores de 1988 reformó el sistema de contratación de acciones creando el mercado continuo. Se puso fin así a décadas de ajetreo, adrenalina y actividad presencial.

Parque bolsa Madrid
La nostalgia de la bolsa de Madrid: más de 30 años sin corros sobre el parqué.
BME, Archivo

Son las 10 de la mañana en la Bolsa de Madrid en el año 1985. Decenas de inversores se agolpan sobre las barandillas para contratar acciones, en un espacio abarrotado que fluye al ritmo de los corros. Un ritmo que tiene su tiempo: 10 minutos.  En medio, un centenar de dependientes autorizados por el Ilustre Colegio de Agentes de Cambio y Bolsa, también llamados operadores de bolsa, formalizan los precios de las acciones cotizadas, llegando a acuerdos con los 'barandilleros' en cuestión de segundos bajo los gritos de "tomo", "doy", y el que más esperan, "hecho". 

Es el 'summum' de la bolsa más genuina, la de acudir con la cartilla de acciones para "jugar" y conseguir la mejor operación. Un tiempo en el que sobresalir y contratar a "viva voz" era en un hábito semanal para muchos, y abrirse camino entre las multitudes arremolinadas de los corros (cinco contando el central) casi un 'hobbie' discreto. Como cuenta Moisés Romero, periodista especializado en Bolsa y mercados financieros que ha pasado largas e intensas mañanas en la Bolsa de Madrid, al parqué acudía gente de "todo tipo". Puntualiza que "desde carniceros hasta monjas, personas que podrías encontrarte en el metro pero que nunca sospecharías de que tengan una cartera de acciones buena. Y la tenían".

Pedro Escribano, dependiente autorizado como operador, aterrizó sobre el parqué en el año 84 a los 32 años. Confirma que el "elenco de personas con un negocio al margen de lo financiero era de todo tipo". 'Barandilleros', como se les llama en la jerga bursátil, que se habían especializado en la gestión de su capital y que "eran igual de apetecibles como los inversores institucionales porque tenían mucha solvencia".  Ahora tiene 67 y recuerda esos años con nostalgia. Afirma que cada vez que va de turismo a un lugar portuario no puede evitar ir a la lonja para ver cómo venden el pescado: "Me recuerda muchísimo a lo que yo hacía vendiendo o contratando acciones cotizadas", ríe. "La única diferencia", detalla, "es que ellos van con mono y yo iba con corbata y chaqueta". 

Recuerda que en el año 85 empezó a cambiar todo, tres años antes de que la ley del Mercado de Valores de 1988 reformara el sistema de contratación de acciones creando el mercado continuo. Una ley que puso fin a décadas de ajetreo, adrenalina y actividad presencial. En el 85 "la gente acudía a borbotones, y apenas podíamos trasladarnos de un corro a otro". El cambio se debió a la llegada de nuevos inversores, una explosión de clientela de bancos ingleses y también la llegada del grupo kuwaití KIO. Escribano detalla, aún impresionado, que entonces pasaron de contratarse mil millones de pesetas diarias a veinte mil millones en dos años. "Eso revolucionó todo. No llegábamos. Con la multiplicación de contratación de acciones hubo que promocionar al personal que estaba en los despachos para que bajaran al parquet porque con 100 personas no dábamos abasto a negociar", explica. 

Parquet antiguo
La nostalgia de la Bolsa de Madrid: más de 30 años sin corros sobre el parqué.
BME, archivo

El volumen de trabajo se reformuló entonces, y los teléfonos empezaron a formar parte del quehacer diario. Cada pupitre empezó a tener un agente de cambio que transmitía las órdenes al corro, y el ritmo de esas comunicaciones entre el 84 y 85 era frenético. Además, en el año 86 la bolsa española entró en la Comunidad Europea, por lo que empezó a contratar unos 16.000 millones de euros en acciones. Debido a la "avalancha" enorme de contrataciones empezaron a establecerse nuevos sistemas de control. La junta sindical del ilustre del Colegio de Cambio y Bolsa encargó empleados que actuaron como jueces cuando tocaba la campana que indicaba el fin del corro. Ellos "arbitraban" el último cambio establecido de un valor determinado. 

A veces ocurría que cuando salían las operaciones formalizadas igual había algún malentendido en el precio de compraventa. "Si no coincidíamos, nos lo dividíamos al 50% para acabar la discusión. Era algo que estaba relacionado con el honor", explica Escribano. Sobre el parqué el caos se gestionaba con "un sistema de andar por casa", como detalla Escribano. Un sistema que, si funcionaba, era porque "la honorabilidad y la palabra eran ley". Con los cambios del 85, ya no se generaron operaciones exclusivamente en los corros, y empezó otra etapa nueva en la Bolsa de Madrid. Una época que duró hasta el 91 donde en función de los precios marcados se empezaba con los paquetes de acciones a un mayor volumen, "siempre soportadas por el precio que se había formado por la mañana".

Parquet
La nostalgia de la bolsa de Madrid: más de 30 años sin corros sobre el parqué
BME, archivo

Escribano estuvo sobre el parqué hasta 2008. Porque, aunque la reforma del 88 se saldó casi toda la actividad de "viva voz" en la bolsa, había operadores como él que combinaban su trabajo de contratación asistidos por un ordenador. La ley acabó obligando a transformar al operador y agente de bolsa en sociedades y agencias de valores. En ese momento, muchos operadores fueron contratados por entidades financieras que crearon sus propias sociedades de valores y agencias. Al anciano operador asiduo a las lonjas le pasó lo mismo. Aunque duró "hasta el último segundo" en el parqué, hasta 2008, por las contrataciones de SCAV (Sociedad de inversión de capital variable), que se siguieron contratando a la antigua sobre parqué hasta entonces. 

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