"El flujo de migrantes no va a disminuir (...), queremos impedir que la gente pase", declaró en una rueda de prensa en Viena, tras reunirse con el canciller austriaco, Werner Faymann.
Hungría, que instaló una alambrada de 175 kilómetros a lo largo de su frontera con Serbia para impedir la llegada de migrantes, comenzó a cerrar también los 41 kilómetros de su frontera verde -no bordeada por el río Drava- con Croacia.
"La instalación de una protección de la frontera con Serbia ha logrado nuestros objetivos. Debemos hacer lo mismo en la frontera con Croacia", aseguró el primer ministro húngaro.
Orban precisó, no obstante, que tenía intención de recabar el apoyo del mayor número de socios internacionales antes de tomar esa medida.
"La experiencia con la frontera serbia muestra que debemos lograr apoyos antes de cerrar la frontera", reconoció.
El primer ministro dijo que quiere reunirse con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la próxima semana en Nueva York, y con mandatarios de "otros países".
El cierre de la frontera con Serbia suscitó duras críticas de varios Estados, y las imágenes de refugiados bloqueados ante la alambrada dieron la vuelta al mundo.
El dirigente húngaro opinó que no "hay mejor solución", mientras no se impida que los migrantes entren a Europa por la frontera greco-turca.
El miércoles había viajado a Baviera, en el sur de Alemania, donde consiguió el apoyo de dirigentes de la CSU, los aliados bávaros de la canciller alemana, Angela Merkel.
Más de 250.000 migrantes transitaron por Hungría desde comienzos de 2015, antes de seguir su viaje hacia el oeste de Europa.
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