La imprevisión y la inacción

Parecidos y diferencias de una insólita nevada y una pandemia que nadie previó

Los actuarios de las compañías de seguros miden cada posibilidad de un desastre y sus empresas actúan en consecuencia. Lo malo es cuando los gobiernos tienen detallados planes que ponen en marcha tarde.

Un hombre arrastra una carretilla por una calle del centro aún con nieve y árboles caídos en Madrid (España), a 13 de enero de 2021. Madrid sigue cubierto de nieve cinco días después de la gran nevada provocada por el paso de la borrasca ‘Filomena’. El Ayuntamiento hace balance de los daños causados antes de decidirse a solicitar al Gobierno la declaración de la capital como zona catastrófica. Mientras, Madrid sigue sufriendo una intensa ola de frío, numerosas calles continúan siendo intransitables por la nieve, varios coches siguen atascados en la M-30 y M-40 o 150.000 árboles han sido dañados en calles y zonas verdes, entre otros perjuicios provocados por el temporal. MADRID;TEMPORAL;FILOMENA;NIEVE;BORRASCA;NEVADA;GRAN NEVADA;CAPITAL;PERRO;DAÑOS;ZONA CATASTRÓFICA;OLA DE FRÍO;HIELO;CALLES;ÁRBOLES;COCHES Eduardo Parra / Europa Press 13/1/2021
Un hombre arrastra una carretilla por una calle del centro aún con nieve y árboles caídos en Madrid.
Europa Press

El miércoles 9 de agosto de 1995 a las 8.30 de la tarde empezó a llover con insistencia sobre el pueblo alcarreño de Yebra. Un grupo de personas se había reunido en el camposanto para despedir a una vecina muy querida. Entre ellos estaba el director de la central nuclear de Zorita, instalación que queda a pocos kilómetros del pueblo.

Al terminar las exequias, los dolientes apuraron el paso porque la lluvia se había transformado en intensas cortinas de agua. Algunos encontraron refugio en la planta baja de un viejo almacén, y allí esperaron a que la tormenta amainara. Más arriba, en la parte alta del pueblo, un primer torrente de agua se detuvo ante un muro de dos metros de altura que obró como dique de contención. Pero las toneladas de agua se fueron acumulando hasta que, hacia las diez de la noche, el muro cedió ante el peso de la materia líquida, y toda aquella masa acumulada rodó calle abajo por el pueblo, como si fuera un tsunami. Cuando el torrente alcanzó el almacén que servía de refugio, tumbó la puerta como si fuera de papel y arrastró a siete personas, entre ellas el director de la planta atómica. Su cuerpos fue encontrado a dos kilómetros de distancia. 

¿Qué riesgo corría de fallecer ahogado en un pueblo de Guadalajara un día de agosto por la noche? Si se lo hubieran preguntado a una compañía de seguros, habría dicho que cero. Desde el punto de vista estadístico, era más fácil que el director de la central de Zorita muriera por un escape radiactivo o por un accidente de coche, que ahogado en medio de Yebra.

Las personas que se encargan de calcular matemáticamente los riesgos en las compañías de seguros se llaman actuarios. Los actuarios elaboran estadísticas basadas en las probabilidades. ¿Qué probabilidad hay de que un conductor de menos de 25 años sufra un accidente? Muchas. Les encanta correr. ¿Qué posibilidades hay si el coche es rojo? Muchas más, porque es el color que suelen escoger los amantes de la velocidad.

¿Qué posibilidades había de que una gran nevada sepultara media España y dejara paralizada Madrid? Pocas. Basándose en el pasado, un actuario había proyectado dicho que solo ha habido dos grandes nevadas en los últimos 100 años. Es muy difícil hacer previsiones meteorológicas: de hecho no se pueden realizar con más de diez días de antelación. A veces, ni eso.

Prepararse para una gran nevada con diez días de adelanto, en una ciudad no acostumbrada a las grandes nevadas, era una misión muy difícil. En diez días se pueden adquirir o movilizar muchas máquinas quitanieves, equipos especializados, fuerzas del orden, bomberos, y demás expertos. Pero cuando se trata de una insólita nevada, toda previsión se queda corta.

Los acontecimientos insólitos se empezaron a llamar "cisnes negros" desde que Nassim Taleb, un economista norteamericano de origen libanés, los expusiera en su libro del mismo nombre en 2007. Lo define como el impacto de acontecimientos "altamente improbables" y entre ellos cita a la aparición del libro de Harry Potter, cuyo éxito jamás fue sospechado. De hecho, no es leyenda que JK Rowling fue con el manuscrito bajo el brazo tocando la puerta de doce editoriales que rechazaron el libro. Cuando estalló la crisis de 2008, el libro de Nassim Taleb se empezó a vender con la misma furia que si fuera el Harry Potter de las finanzas. Nadie habría pensado que íbamos a arruinarnos tan pronto, y tan rápido.

Las compañías de seguros, los matemáticos, los fondos de inversión, los meteorólogos, los presidentes de empresa y millones de personas tratan permanentemente de prever el futuro. Visionarlo. Verlo con anticipación. Los que pueden, utilizan máquinas que hacen millones de cálculos para imaginar las trayectorias de las cosas, y hasta de las nubes. Y aun así no aciertan siempre. Hay cosas que son im-previsibles.

Los psicólogos sociales han creado definiciones alrededor del sentido de la previsión, algo que podríamos denominar el poder extrasensorial del ser humano de ver el futuro, de pre-verlo. Una de esas teorías se llama Construal Level Theory, y consiste en decir que cuando un evento se encuentra muy alejado de nosotros en forma temporal, nos es muy difícil imaginarlo. Se nos aparece nebuloso. A medida que se nos acercan en el tiempo, los "vemos con más claridad". Pero una cosa son los seres humanos comunes y corriente y otras son los estados con sus sistemas de pre-visión.

Los primeros indicios de que se había encontrado un virus muy infeccioso se conocieron a finales de diciembre de 2019 en China. El 2 de enero, la Organización Mundial de la Salud informó a los sistemas de salud del mundo de la aparición de casos de una nueva neumonía Wuhan. El 8 de enero de 2020 la corresponsal de Televisión Española en Pekín, Mavi Doñate, habló ante las cámaras sobre la extraña neumonía. Era un nuevo coronavirus. A lo largo del enero de 2020, hace un año, la OMS estuvo informando a los sistemas sanitarios de todo el mundo de esta novedad contagiosa, y el 30 de enero declaró la emergencia mundial.

El Gobierno español tardaría aún mes y medio desde esa fecha para reaccionar, o dos meses y medio si se toman en cuenta las primeras noticias. Es decir, tuvo tiempo de pre-ver el impacto del patógeno, mucho más del que se tiene cuando se avecina un tifón sobre la India, un huracán sobre Florida, o una nevada sobre Madrid.

Cuando la gente le dice a Taleb que la Covid19 fue un "cisne negro", el economista responde que no, puesto que se sabía con mucha antelación que un virus podría causar una pandemia de grandes proporciones. En el mundo académico hay muchos documentos científicos que predecían una pandemia. El National Intelligence Council, que es un organismo que asesora a los presidente de EEUU, hizo público un informe en 2008 que circuló por las embajadas de todo el mundo donde señalaba que alrededor del 2025 estallaría una pandemia, que el origen sería probablemente China, que empezaría en los mercados de animales salvajes y que, al extenderse por el mundo, podría suponer un impacto terrible sobre las economías, sobre todo en EEUU.

A lo largo de este mes de enero se están cumpliendo un año de muchas cosas: fue ese mes de 2020 cuando otros países como Singapur, Corea del Norte y Taiwán aprovecharon cada segundo para poner en marcha duros protocolos de control de viajeros, de seguimiento de contagios, de pruebas diagnósticas y de aislamiento. Hoy, un año después, Singapur, que es un país de seis millones de habitantes y que recibe cada año a cientos de miles de chinos, solo ha tenido 29 fallecidos, y unos 60.000 contagiados. Cuando la OMS dio la voz de alarma hace un año, los singapurenses pusieron en marcha un plan que habían aprobado en 2005, el cual incluía simulaciones de movilización nacional con empresas, instituciones y hospitales, gracias a lo cual ya estaban preparados para una pandemia. Lo habían pre-visto. Aplicaron el poder humano de ver el futuro.

En 2005, el mismo año en que Singapur aprobó su plan de contingencia contra pandemias, España aprobó un detallado e impresionante "Plan contra la pandemia de gripe" que está colgado de la página del Ministerio de Sanidad. En los años sucesivos hasta 2009, el Plan se reforzó con prevenciones en todos los niveles y áreas. En lainformacion.com se preguntó al Ministerio de Sanidad si aparte del mencionado Plan, se había aprobado otro nuevo, pero no hubo respuesta.

Cuando el medio verificador Newtral preguntó al Ministerio de Sanidad por qué no se había puesto marcha este plan a tiempo, la respuesta fue: porque era un plan contra la gripe, y este virus no es de la gripe.

La pregunta que se le olvidó hacer a Newtral fue: ¿qué diferencia hay entre una pandemia de virus y una pandemia de virus? De hecho, en el punto número 5.6 del Plan de 2005 aparecen los mismos protocolos de actuación que se han puesto en marcha para combatir el Covid19, desde la higiene de las manos, hasta aislar a poblaciones de riesgo, y evitar las aglomeraciones. En sucesivos anexos se aprobó el protocolo de puertos y aeropuertos, y las medidas laborales. Incluso aparece la misma famosa curva de nivel de contagios y saturación del sistema hospitalario que Fernando Simón mostró en televisión.

El Plan existía. Solo había que cambiar el nombre del enemigo. Lo que no existió fue pre-visión. El gobierno no usó este poder humano para amortiguar o detener al virus a tiempo, o mejor dicho, cuando lo empleó, ya era demasiado tarde.

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