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Cómo Corea del Sur creó un gigante como Samsung y sobrepasó a España

La comparación de esta empresa de electrónica con el gigante español más internacional, el que abandera la marca Zara de Inditex, ayuda a entender dos modelos industriales y desarrollo económico diferentes.

El heredero de Samsung, condenado a 5 años de cárcel por el caso "Rasputina"
El heredero de Samsung fue condenado a 5 años de cárcel por el caso "Rasputina".
L.i.

El presidente de Samsung, Lee Kun-hee, murió hace una semana. Existen ciertos paralelismos entre lo que representa Lee y Amancio Ortega. Ambos son las mayores fortunas de sus respectivos países. Es más, Amancio Ortega está muy por delante de Lee pues la fortuna del español lo colocaba como la sexta mayor del mundo (gracias al valor en bolsa de Inditex) mientras que el presidente de Samsung ocupaba el puesto 75 en la lista de la revista norteamericana 'Forbes'.

La verdad es que hay más paralelismos entre Ortega y Lee. Por ejemplo, sus empresas comenzaron como pequeños comercios. Ortega inició su andadura a principios de los años 70 fabricando batas de guata, y el padre de Lee, empezó en 1938 con una tienda que vendía frutas y pescado seco.

La compañía de Ortega, Zara, es la firma española más conocida en el mundo. La empresa coreana más conocida en el mundo es Samsung. A partir de ahí, las líneas paralelas comienzan a divergir. Las ventas del grupo Inditex en 2019 fueron de 28.286 millones de euros. Las ventas de Samsung fueron de 173.000 millones de euros, seis veces más. Inditex tiene 171.000 empleados. Samsung tiene 287.000 empleados, una vez y media más. Inditex se dedica a la moda con sus diferentes marcas como Pull& Bear, Stradivarius, Massimo Dutti, Bershka, y desde hace algunos años se ha diversificado a menaje y diseño del hogar. Samsung vende teléfonos móviles inteligentes (el más popular del mundo), tabletas, ordenadores, neveras, relojes también inteligentes, auriculares, televisores, lavadoras, impresoras, y semiconductores. También vende pantallas y productos electrónicos a sus competidores como Apple.

Las cosas no se detienen ahí. Samsung es el segundo mayor constructor de barcos del mundo, a través de su filial Samsung Heavy Industries. Tiene empresas de construcción de obra civil y de ingeniería. Fabrica equipos médicos y productos farmacéuticos (vacunas), y tiene hospitales. Además, posee un pie en el mundo de los servicios desde parques de atracciones hasta firmas de relaciones públicas, hoteles o distribución de alimentos (para no olvidar su origen).Posee una división financiera que ofrece seguros de vida y de no vida, gestión de activos, inversiones y sistemas de pago como tarjetas de crédito. Y para terminar, posee equipos de béisbol, fútbol, baloncesto y voleibol, masculinos y femeninos. 

Aparte, Samsung, tiene participaciones en Wacom (fabricante japonés de tabletas gráficas para la firma electrónica) y Renault Samsung Motors, que fabrica coches para el mercado coreano. 

Aunque las comparaciones resulten odiosas, hay algo más que comparar entre el español y el surcoreano, y consiste en poner frente a frente a ambos países. La historia de ambos ha sido muy parecida en los últimos 70 años. Ambos sufrieron una guerra civil con un alto número de muertos. La española, entre 300.000 y un millón. La coreana, unos tres millones, de lo cual resultó una división que se mantiene hoy día: Corea del Norte, comunista y pobre; Corea del Sur, libre y rica. Corea del Sur es la décima potencia económica del mundo. España es la número 14. Hace pocos años era lo contrario. En la última década, Corea del Sur ha ido escalando puestos, mientras que España ha ido bajando. Y la tendencia es que esta diferencia se acentúe en los próximos años.

En los años sesenta, Corea del Sur apostó por un modelo basado en las grandes inversiones públicas, control de los medios y restricción de las libertades. Más o menos igual que en los tiempos de Franco en España. El resultado fue un crecimiento sostenido y sin grandes altibajos. Las dos grandes diferencias fueron que Corea del Sur recibió ingentes ayudas económicas de EEUU y de Japón en esos años, cosa que España no tuvo. Corea del Sur tampoco atravesó un periodo de convulsiones políticas y parón económico como la Transición en los 70 y 80.

España sí obtuvo esas ayudas cuando se integró en la UE a partir de 1986. Pero mientras Corea del Sur apostó en esos años por una fuerte inversión en tecnología, España empleó las ayudas en grandes planes de inversiones obras públicas. El gobierno de Corea del Sur, además, dejó manos libres a las empresas, la cuales formaron gigantescos conglomerados llamados "chaebol" donde se entrecruzan participaciones de empresas, algo que en la UE estaría considerado como oligopolios porque concentra un enorme poder en pocas manos.

Este modelo de excesivo poder ha dado lugar a casos de corrupción, uno de los cuales llevó al presidente recientemente fallecido de Samsung a la cárcel, y a varias acusaciones de corrupción. Uno de sus hijos, Lee Jae-yong, actual presidente de Samsung Electronics y posible heredero de la saga, pasó más de un año de cárcel por prácticas comerciales desleales, manipulación de acciones y presunto fraude. Eso nunca le ha pasado a Amancio Ortega.

Sobre la educación, Corea del Sur tiene uno de los sistemas más exigentes del mundo, lo cual ha creado una generación de técnicos hipercapacitados. La cara oscura es que esa elevada exigencia educativa, desde la escuela hasta la universidad, ha creado una de las mayores tasas de suicidios del mundo debido a un régimen de enclaustramiento que obliga a niños y jóvenes a pasarse todo el día estudiando. Hasta los propios coreanos califican ese régimen de estudios como cárcel. Ha sido su tributo al crecimiento. Pero les ha funcionado. Para despejar las dudas, solo hay que imaginar qué preparación se necesita para entrar en Samsung Electronics y construir teléfonos inteligentes, y qué preparación se necesita para entrar en Zara y plegar camisas.

Guste o no, hoy Corea del Sur tiene poderosas industrias de alta tecnología e industria pesada como Samsung, Hyundai y LG, mientras España sigue siendo un país de pymes, principalmente, o de empresas dependientes de tecnología extranjera. La prueba es que nuestras empresas más multinacionales son de moda (Inditex), de banca (Santander y BBVA) o de servicios telefónicos (Telefónica).

Con las gigantescas ayudas que España recibirá en pocos meses para amortiguar la crisis causada por la pandemia, se pretende disminuir la brecha tecnológica y crear otro modelo industrial más parecido al surcoreano Las preguntas que hay que hacerse ahora son si ese dinero es suficiente, si se destinará a gastos en lugar de inversiones, y si ya es demasiado tarde.

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