De Cifuentes al PIB... Rajoy, en su peor momento desde el Congreso de Valencia

  • Con un crecimiento económico ralentizado, el PP vive su periodo más convulso de la última década, más incluso que tras perder la mayoría absoluta.
Rajoy para portada
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EFE

El PP atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años y en épocas de zozobra todas las miradas apuntan hacia arriba. Diputados, senadores, importantes barones y cargos intermedios se preguntan qué está haciendo la cúpula del partido para solucionar la crisis política que atraviesan y no obtienen respuesta. Y es que los desayunos en la calle Génova y en Moncloa no están siendo nada agradables en los últimos tiempos, tanto por el caso Cifuentes, que ha puesto en riesgo el bastión autonómico más importante que conservan en minoría los populares, como por las últimas cifras de crecimiento económico y de empleo, que demuestran una evidente desaceleración de una recuperación a la que se ha agarrado el Ejecutivo en esta legislatura. Rajoy está tocado y lo que más preocupa internamente es que queda menos de un año para activar el modo electoral.

¿Cree que Rajoy atraviesa el momento de mayor debilidad de los últimos años? Esta pregunta ha sido respondida por media decena de cargos del PP. "Sin ninguna duda", considera uno de ellos. "Por supuesto, más incluso que cuando perdimos la mayoría absoluta el 20-D" -opina otro- y se desató una ola de indignación contra el líder de los populares ante el veto de Ciudadanos para hacer presidente a Rajoy. Entonces la secretaria general, María Dolores de Cospedal, tuvo que protagonizar una gira por decenas y decenas de sedes del PP de toda España para mantener cohesionado al partido en torno a la figura de su líder. La estrategia funcionó y el 26-J Rajoy consiguió aumentar sus resultados en las urnas.

Hay que remontarse, por tanto, a junio de 2008 para rememorar el momento más delicado que pasó Rajoy al frente del PP. El Congreso de Valencia fue un nido de conspiraciones, con Esperanza Aguirre y una parte de la vieja guardia maniobrando para mover la silla al jefe. El marianismo se salvó gracias al papel de jugó en el cónclave Francisco Camps y a partir se acabó su soledad: el presidente se rodeó de los suyos, empezando por Cospedal, y tres años más tarde, en 2011, llegó a La Moncloa con una mayoría absoluta. Ahora su liderazgo no se discute como entonces, pero el partido se encuentra en una sensación de aletargamiento parecida a la de hace una década, pero con una amenaza que no existía por aquellos años y que se llama Ciudadanos.  

"Parece mentira que Rajoy no viera venir lo que se avecinaba con Cifuentes. Cuando en la Convención de Sevilla [de principios de este mes] se le dio esa ovación a Cifuentes yo pensé: esos aplausos se convertirán en puñales", afirma un veterano del PP. El partido es ahora un 'todos contra todos', con diferentes facciones enfrentadas tanto a nivel nacional como en las provincias. Las críticas más fuertes hacia los ministros no se escuchan en la oposición, sino entre las propias filas populares. Ha ocurrido, por ejemplo, con la crisis de las facturas del 1-O que ha provocado una avalancha de reproches hacia el ministro Montoro.

Pero esas críticas se están haciendo en privado. En público, como ocurrió en Sevilla, todo es apariencia de unidad. "Claro, Rajoy es el que hace las listas" y queda menos de un año para tomar decisiones importantes. Muchos en el partido se juegan continuar en un cargo público o irse al paro en cuestión de meses. Y quien se mueva no va a salir en la foto. Ya no solo importa ir en una candidatura electoral, sino que es clave ocupar las más altas posiciones ya que el PP, según pronostican todas las encuestas, perderá en las elecciones de 2019 una parte del poder autonómico, regional y local que conserva a día de hoy. 

En el PP empiezan a ver con preocupación el ascenso de Cs. Empieza a existir la sensación de que los rivales naranjas están cerca de propinarles un golpe en las urnas que tardarán en olvidar y que, como ocurrió en Cataluña el pasado 21 de diciembre, las encuestas se cumplirán. Algún veterano va más allá y asegura que si la cúpula del partido no pone en marcha un cambio de rumbo radical los populares "vamos camino de la irrelevancia". Añaden que existe una "desconexión" entre la dirección y las bases a falta de un año para los comicios. 

Rajoy, por su parte, no ha desvelado sus cartas. Lo único que se sabe de su estrategia es que quiere salir de La Moncloa y volcarse con una mayor presencia en la calle. Dará más entrevistas, según tiene previsto en los Presupuestos, animado por un nuevo jefe de gabinete, José Luis Ayllón, que ha inaugurado una etapa diferente en el complejo presidencial. Algunos siguen confiando en la capacidad de supervivencia del jefe, pero otros ven con escepticismo el futuro próximo y no confían en dar la vuelta a los sondeos. División de opiniones, en definitiva.

En el PP esperan un giro radical en los próximos meses, con cambios de cromos y nuevos nombres en listas importantes. No hay mucho tiempo, apenas unos meses, para elegir a unos candidatos que tendrán que rodarse y hacerse un nombre. Y luego vendrán unas generales en las que, ahora mismo, los populares se confirmarían con conservar los 137 diputados actuales. Lo que está claro es que el caso Cifuentes ha dejado heridas abiertas en un PP que no es una piña. Y el discurso económico se mantiene, pero con un claro freno al crecimiento que se había experimentado hasta ahora. 

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