Un cónclave de más de cinco horas

Sánchez y Redondo tomaron el control de la desescalada en otro consejo de tensión

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
Europa Press

La aprobación del plan de desescalada ha estado rodeada de una nueva polémica en el seno del Gobierno. Esta vez no ha sido una disputa entre ministros del PSOE y de Unidas Podemos por falta de sintonía ya que ambas partes del Ejecutivo están de acuerdo en cómo debe ser la vuelta a la "nueva normalidad". El problema ha sido de estrategia. Y es que, hasta unas horas antes de encerrarse en la reunión del consejo de ministros para aprobar el documento que marcará la hoja de ruta del Ejecutivo y el día a día de los españoles, había una estrategia diseñada y capitaneada por la vicepresidenta cuarta Teresa Ribera. Pero este martes todo cambió y el gabinete de Pedro Sánchez dio un golpe sobre la mesa para imponer su liderazgo en la nueva etapa que se abre a partir del fin de semana con la salida a pasear o hacer deporte.

Moncloa. 10:30 de mañana. En el búnker del complejo presidencial están presentes Sánchez, el vicepresidente segundo Pablo Iglesias; la ministra portavoz, María Jesús Montero; y el titular de Sanidad, Salvador Illa. El resto siguen el consejo desde sus despachos. Sobre la mesa tienen una carpeta personalizada: el plan de desescalada. El problema lo detectan desde un primer momento. Demasiado amplio, muy genérico. Hay que concretar más y ser más ambiciosos. La amplia mayoría de los ministros está de acuerdo. Sobre todo porque el propio presidente había anunciado el sábado que este martes iba a ser un día importante con la presentación de este documento. No querían quedarse atrás en relación a los planes de otros países de nuestro entorno.

La reunión del consejo de ministros se enrarece entonces y enseguida Moncloa tiene que recurrir a un plan B. Se da orden de acelerar los tiempos para tener listo hoy un proyecto de desconfinamiento más contundente y concreto. El gabinete se pone al frente de la crisis, porque tensión hubo. Iván Redondo toma el mando y decide modificar ese documento inicial. Habían hecho un trabajo previo, en gran medida junto al equipo del Ministerio de Sanidad, y deciden trabajar a contrarreloj.

Fuentes gubernamentales explican que el plan de desescalada aprobado finalmente por el consejo de ministros lleva detrás un trabajo de varios ministerios y una dedicación especial de Félix Bolaños, el jurista de Moncloa. El secretario general de Presidencia tuvo que volver a trabajar a destajo para alumbrar el documento final. Ya lo había hecho en otros consejos de ministros de infarto. Así, el "Plan para la transición a la nueva normalidad", añaden las mismas fuentes, no lleva la firma final de Ribera, sino la de Bolaños.

La mañana fue, efectivamente, de tensión en Moncloa. Todos los planes diseñados cayeron en saco roto de forma inmediata. La estrategia de comunicación también se vino abajo. De hecho, la Secretaría de Estado que lidera Miguel Ángel Oliver había informado a las 10:15 que Sánchez presidiría el consejo de ministros y que la reunión arrancaría a las 10:30. Después, "en torno a las 14 horas" se produciría la comparecencia del presidente. Nada de eso ocurrió. Había que ganar tiempo.

La historia dio un giro más en torno a las 14 horas. Moncloa informó que el consejo de ministros seguía reunido y que había novedades. En concreto, la creación de un nuevo comité para dirigir la desescalada. Hay un cambio de cromos importante. Así, el Comité técnico de Gestión del coronavirus, del que han formado parte los cuatro ministros y los técnicos, se transforma desde este miércoles en el "Comité técnico para la desescalada" con dieciséis componentes: Sánchez, los cuatro vicepresidentes (Carmen Calvo, Pablo Iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera), los cuatro ministros autoridades delegadas (Salvador Illa, Margarita Robles, José Luis Ábalos y Fernando Grande-Marlaska), la ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.

A esta reunión diaria también se incorporan el director del Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo, el secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños; el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, y el director de gabinete de la vicepresidencia de Derechos Sociales, José Julio Rodríguez.

Conclusión: Sánchez y Redondo toman el mando de la gestión de la desescalada y diluyen el papel de Teresa Ribera. Asimismo se incorpora a estas reuniones el núcleo duro de Moncloa, con el propio Redondo, Bolaños y Oliver a la cabeza. Y también se suman tres dirigentes de Unidas Podemos: Iglesias, Díaz y Rodríguez. En el anterior comité de desescalada solo estaban incluidos el exJemad y el portavoz parlamentario, Pablo Echenique. Los morados, en definitiva, ganan peso.

Este grupo tomará las decisiones finales y se nutrirá de la información que le suministre el "comité de situación del estado de alarma". Esta especie de "célula de coordinación" está compuesta por un equipo dirigido por el general Ballesteros, responsable del Departamento de Seguridad Nacional, e integrado por todos los ministerios del Gobierno. Sus informes llegarán al órgano de nueva creación.

Cinco horas después acabó el consejo de ministros

Cinco horas después se dio por finalizado el consejo de ministros. Faltaban escasos minutos para las 16 horas. El gabinete de Moncloa ya estaba dando los últimos retoques a ese acelerado plan b y solo quedaban imprimir las últimas pinceladas al discurso de Sánchez. Dos horas después, a las 18:00, el presidente comenzaba a leer en el teleprónter.

El consejo de ministros maratoniano volvió a provocar, además, que las agendas de todos los ministros saltaran por los aires. Incluida la de la responsable inicial del plan de desconfinamiento. Ribera tenía previsto intervenir a las 14 horas por videoconferencia en la segunda jornada del Diálogo de Petersberg, un congreso internacional sobre la lucha contra el calentamiento global que se celebra anualmente en Berlín y cuya actual edición es por vía telemática. Iba a coincidir con Angela Merkel. Pero tuvo que excusar su presencia y marcharse a Moncloa.

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