La preocupación por la comida sana y el estilo de vida 'healthy' no para de crecer en España. Prueba de ello son los datos del gran consumo del pasado año, en el que éste creció un 3,7% (79.800 millones de euros) impulsado la mayor demanda de los productos frescos y saludables, entre otros motivos, según el informe 360º de la consultora Nielsen.
En concreto, uno de cada tres euros de la cesta de la compra se destina a productos frescos, lo que supone que un tercio de lo que hay en las neveras de los españoles corresponde con frutas, hortalizas y verduras. Esto supone que 26.700 millones del gran consumo fueron a parar a este tipo de alimentos en 2017, haciendo que los españoles mejoren su alimentación dejando de lado los productos envasados y precocinados (aunque no del todo).
Pero a la hora de ingerir estos productos, las nuevas 'recetas' healthy dan diferentes opciones, pues muchas proponen comer frutas y hortalizas directamente crudas, mientras que las más tradicionales siguen apostando por el cocinado previo. ¿Cuál es la opción más adecuada desde el punto de vista nutricional?
Cocina (o no) en función del alimento
Para dar respuesta a esta cuestión, desde V Nutrition Consulting indican a La Información que, en función de que alimento se trate, será mejor consumirlo crudo o cocinado. Elena Velázquez, la nutricionista del centro, señala que uno de los principales beneficios de consumir los alimentos cocinados es "la seguridad alimentaria". Gracias al tratamiento térmico que se les da con el cocinado nos aseguramos de que se han eliminado posibles microorganismos patógenos que pudieran estar presentes.
Además, según la experta, cocinando mejora la digestibilidad y aceptación de muchos alimentos por parte de nuestro cuerpo que de otra forma sería muy complicado digerir. Igualmente, mejora el sabor y es mucho más agradable para el consumidor, "pues así tiene más opciones para comer los alimentos de forma diferente".
Pero, ¿qué pasa con los crudos? Sobre estos Velázquez comenta que es mejor comer así cuando se trate de verduras, hortalizas y frutas, ya que así se pueden consumir los micronutrientes que contienen (vitaminas y minerales, fundamentalmente). "Al cocinar este tipo de alimentos (hervidos, cocidos, al vapor...) fomentamos la salida de estos micronutrientes al caldo de cocción, de manera que, o ingerimos también los caldos, o habremos tenido unas pérdidas en torno al 30% de su contenido inicial", recalca la nutricionista.
¿Antinutrientes? La cara B de los alimentos
Seguramente muchos no habrán oído hablar nunca de los antinutrientes, pero la mayoría de alimentos los contiene. Se trata de unas sustancias que evitan la absorción o asimilación de los nutrientes y que se eliminan, precisamente, con el cocinado. De manera que ciertos alimentos es indispensable cocinarlos si queremos beneficiarnos de sus bondades. Así ocurre con las claras de huevo. "La adivina es una proteína que está presente en la clara del huevo y que evita la absorción de la biotina (vitamina), de manera que quienes consuman las claras crudas no serán capaz de absorberla", avisan desde V Nutrition Consulting.
Otro ejemplo serían los fitatos y oxalatos, presentes en cereales integrales y legumbres. "Estos compuestos tiene afinidad por minerales como el calcio y el hierro, formando complejos insolubles que no permiten la absorción de los minerales, lo que puede llegar a ocasionar carencias nutricionales si se consumen crudos", resaltan.
Por ello, en lo que tiene que ver con la mejor opción para consumir los alimentos es mejor apostar siempre por la que nos vaya a aportar todos los beneficios que estos contienen. Como en todo, en el equilibrio está la virtud, de modo que no hay que comerlo todo crudo ni es necesario pasarse horas cocinando absolutamente cualquier alimento.
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