El internet de las cosas: útil para la policía, nefasto para tu seguridad

  • El “internet de las cosas” está llamado a revolucionar la seguridad: hasta una tostadora podría ofrecer información de lo que ocurre a su alrededor
Alexa se puede sincronizar ya con algunos microondas. / Amazon
Alexa se puede sincronizar ya con algunos microondas. / Amazon

El columnista de The Washington Post Jamal Khashoggi desapareció la semana pasada en Turquía, después de acudir al consulado de Arabia Saudi en Estambul para recoger los documentos de su inminente boda.

El periodista, muy crítico con el Gobierno de su país, nunca salió del consulado y desapareció sin dejar rastro. Desde el principio, se sospechó que los servicios secretos de Arabia Saudí lo habían neutralizado, pero, sorprendentemente, la propia policía turca ha denunciado públicamente su asesinato –lo que ha desatado ya un enorme conflicto diplomático–: y lo ha hecho gracias al Apple Watch que portaba la víctima.

Dos agentes turcos, que no han revelado su nombre, han explicado a Reuters que el periodista llevaba puesto el reloj cuando entró en el consulado, lo que sirve para confirmar que entró allí y nunca salió. Pero, además, es posible que el cacharro enviara información muy útil para la investigación a su teléfono, que dejó a su prometida, Hatice Cengiz, antes de entrar en el edificio.

Dependiendo de qué modelo de Apple Watch tuviera Khashoggi este puede haber transmitido datos sobre su ubicación, su actividad o su ritmo cardíaco a sus dispositivos, lo que puede poner en un serio aprieto al reino saudí.

No es la primera vez que un dispositivo de este tipo, un wearable (o “tecnología vestible”), juega un papel decisivo en una investigación criminal. A principios de este año, la policía de San José, en California, usó datos del Fitbit de una víctima de asesinato para identificar el periodo de ocho minutos en el que su ritmo cardíaco se disparó, empezó a disminuir y, finalmente, se detuvo. Los investigadores usaron estos datos temporales para cruzar lo que se observa en la grabación de una cámara de seguridad, apuntando así al sospechoso del crimen.

Apple Watch 4. / Apple
Apple Watch 4. / Apple

Luces y sombras del internet de las cosas

No cabe duda de que el aumento de la conectividad en todo tipo de objetos, el llamado “internet de las cosas”, está llamado a revolucionar la seguridad: hasta una tostadora podría ofrecer en tiempo real información de lo que ocurre a su alrededor. Pero si bien dificulta la comisión de determinados crímenes, facilita la de otros. Y hablamos, claro, del peligro que supone para nuestra privacidad que absolutamente todo este conectado.

Como apunta Farhad Manjoo en un artículo de The New York Times, el nuevo objetivo de las grandes empresas de tecnología es colocar un ordenador en todos los aparatos inimaginables y, a ser posible, conectar estos a la red.

Hablamos de coches, cerraduras, lentes de contacto, ropa, electrodomésticos de todo tipo, bombillas y hasta cepillos de dientes. Casi cualquier aparato o herramienta que quieras comprar hoy en día tiene su versión “inteligente”, lo que implica que el chisme se conecta a internet para enviar y recibir información. Y esto, apunta Manjoo, representa una enorme amenaza, si su utilización no se regula a tiempo.

En su nevo libro de explicito título, Click Here to Kill Everybody (“Pulsa aquí para matar a todo el mundo”), el experto en seguridad Bruce Schneier alerta de los peligros del auge indiscriminado, y desregulado, del internet de las cosas.

El experto sostiene que los incentivos económicos y técnicos de la creciente industria del internet de las cosas no se alinean con la seguridad y la privacidad de la sociedad en general. Poner un ordenador en todos los aparatos convierte al mundo entero en una amenaza para la seguridad informática, y los errores y fallos descubiertos en las últimas semanas en Facebook y Google ilustran cuán difícil es garantizar la seguridad digital incluso para las mayores compañías de tecnología. En un mundo con ordenadores hasta en los secadores de pelo las brechas de seguridad no solo pondrían en peligro los datos de los individuos, podrían afectar a sus pertenencias, su vida e, incluso, a la seguridad nacional.

Los timbres de Ring se conectan al 'smartphone' del propietario / RIng
Los timbres de Ring se conectan al 'smartphone' del propietario / RIng

La autorregulación no funciona

“No puedo pensar en ninguna industria en los últimos 100 años que haya mejorado su seguridad y no haya sido obligada a hacerlo por el Gobierno”, insiste Schneier en su libro, en el que apuesta por la creación de una Oficina Nacional de Ciberseguridad, que garantice una respuesta coordinada a las posibles amenazas del internet de las cosas.

Podemos pensar que la conectividad generalizada está lejos de ser una realidad, pero como siempre en tecnología se tarda décadas en desarrollar una idea, que se extiende como la pólvora en cuanto resulta asequible. Y este momento está llegando.

El coste de agregar ordenadores a los objetos es ya tan pequeño que tiene sentido para los fabricantes conectar todo tipo de dispositivos a internet. Y es algo que vamos a ver con cada vez más frecuencia en los próximos años.

Amazon comercializa ya un chip, que es la base de su sistema Alexa, que se puede colocar en cualquier aparato para conectar este a su base de datos. Si compramos, por ejemplo, un ventilador inteligente este podrá recibir órdenes desde su teléfono.

Desde luego es una gran comodidad encender el ventilador en remoto, diez minutos antes de llegar a casa, pero ¿a qué precio? ¿Nos fiamos de que Amazon controle de facto nuestro ventilador? Puede que sí, al fin y al cabo, Amazon es una gran compañía, que invierte un dineral en seguridad y no quiere estar envuelta en un escándalo. Pero, a medida que estos chips se democraticen, ¿nos fiamos de que cualquier marca low cost de electrodomésticos garantice las debidas medidas de seguridad en sus cacharros inteligentes? Es una pregunta que más pronto que tarde tendremos que responder.

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