Diversificación

La cartera 60/40 reivindica su validez tras la derrota histórica del año 2022

La metodología tradicional de diversificación entre acciones y bonos revela que en 2022 no hubo lugar para el equilibrio porque ambos tipos de activos cayeron sin ningún tipo de matices en un año volátil. 

La regla de invertir el 60% en acciones y 40% en bonos ha sido un fracaso en 2022.
La regla de invertir el 60% en acciones y 40% en bonos ha sido un fracaso en 2022.
EUROPA PRESS

Sin duda 2022 ha sido un año lleno de incertidumbre. Desde 2020 parece que nos encontramos en una montaña rusa de inestabilidad que ha alcanzado un pico durante 2022. Después de haber disfrutado la tranquilidad durante muchos años, ahora estamos casi obligados a imaginar un mundo en el que la imprevisibilidad es constante. A principios de este año, parecía que las ventajas históricas de diversificación de la cartera tradicional 60/40 iban a desaparecer a medida que la inflación empezaba a afianzarse.

Pocos podían imaginar hasta qué punto esto se materializaría: la renta variable se encontraba en un momento dado en territorio de mercado bajista, mientras que los bonos experimentaban la mayor venta desde 1994. Pero, ¿qué podemos esperar en el futuro? ¿Se han reajustado las valoraciones lo suficiente y hay suficiente rendimiento en los bonos para que el mix 60% en acciones y 40% en bonos vuelva a ser apropiada en las carteras?

“Durante gran parte de los últimos 25 años, los inversores se han beneficiado de una correlación negativa constante entre la renta variable y la renta fija. En pocas palabras, cuando la renta variable caía, los inversores podían confiar en la renta fija como lastre y protección en una cartera de multiactivos”, asegura Jaime Raga, senior CRM de UBS AM Iberia.

Sin embargo, la inflación elevada y las agresivas políticas de endurecimiento de los bancos centrales han sometido a los mercados financieros a una importante presión en 2022. Los inversores no han tenido prácticamente ningún lugar donde esconderse: la rentabilidad total de la renta variable global de un descenso del 21% en los 10 primeros meses del año. Los bonos soberanos y el crédito Global también han tenido un mal comportamiento, con rendimientos totales del -22% y el -21% respectivamente.

Esto ha hecho que la correlación típicamente negativa entre las acciones y los bonos se vuelva positiva. A mediados de noviembre, la rentabilidad en lo que va de año de una cartera con una ponderación del 60% en acciones estadounidenses y del 40% en bonos del Tesoro de Estados Unidos es del -15%. “Sólo se han registrado cinco años naturales en los que la rentabilidad anual de esta estructura de cartera tradicional ha sido peor y, además de la crisis financiera mundial de 2008, todos fueron hace más de 80 años”, expone el experto de UBS AM.

¿Interesante para invertir?

“Las perspectivas macroeconómicas a corto plazo son inusualmente inciertas. No obstante, independientemente de lo que ocurra en 2023, creemos que los factores de inflación, crecimiento y geopolíticos, que han provocado volatilidad en los mercados en 2022, están aumentando las oportunidades atractivas para los inversores que estén dispuestos a asumir riesgos a medio y largo plazo. Por ello, se trata de una buena noticia de los malos mercados”, comenta Raga.

Desde UBS AM, su escenario base es que la rentabilidad anual esperada a cinco años para una cartera global 60/40 sea ahora del 7,1%, frente al 3,3% en julio de 2021, mientras que la rentabilidad real (es decir, ajustada a la inflación) sería del 4,2% frente al 1,2%. “Esta es la mejor perspectiva de rentabilidad desde al menos el cuarto trimestre de 2018. Para los inversores que adoptan la diversificación y aumentan las carteras con clases de activos adicionales, el perfil de rentabilidad previsto es aún mejor”, concreta. Esto sería especialmente pertinente en el entorno actual, en el que los inversores tienen que contemplar la posibilidad de que continúe un escenario macroeconómico más inflacionista durante algún tiempo.

La principal razón del aumento de la rentabilidad esperada en todas las clases de activos es la mejora de las valoraciones en relación con las incluidas en nuestras hipótesis sobre el mercado de capitales de mediados de 2021. Unas valoraciones más favorables, al tiempo que se mantienen unas perspectivas similares para la actividad real, conllevan unas expectativas de rentabilidad más elevadas, en igualdad de condiciones.

Asimismo, las divisas son otro activo clave. El dólar estadounidense se ha encarecido aún más en el último año, lo que, según nuestras proyecciones, aumenta la depreciación prevista del dólar con el tiempo, a medida que se acerca a su valor razonable.” Creemos que esto está preparado para impulsar los rendimientos de los inversores basados en el dólar que mantienen activos internacionales en un horizonte de cinco años”, concluye Raga.

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