Rusia ataca Ucrania

La Fed y el BCE paran el carro: la guerra trunca el camino a las subidas de tipos

El mercado da marcha atrás en las expectativas de endurecimiento monetario a partir de marzo tanto para el área dólar, donde se daba por segura una subida, como en la zona euro

Guindos y Lagarde.
Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y Lagarde, presidenta.
L. I. / Archivo / ECB

El escenario económico ha cambiado de forma radical para los principales bancos centrales. Tanto la Reserva Federal (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) incorporarán en sus reuniones de política monetaria del mes que viene (16 y 10 de marzo) un factor ajeno a su control capaz de modificar sus respectivas hojas de ruta: la guerra e invasión de Rusia en Ucrania.  De hecho, la autoridad europea ya prevé incorporar esta cuestión a sus proyecciones económicas de marzo (el documento que usará como guía para 2022) que ya está lastrando el crecimiento por el flanco energético.

El mercado ha dado un viraje en las expectativas de alzas de tipos de interés como muestran las caídas de rentabilidades en la deuda pública y el súbito enfriamiento de los pronósticos de los Fed Funds. Los futuros a 30 días sobre el precio del dinero en EEUU han pasado de augurar un movimiento agresivo de 50 puntos básicos en marzo por parte del banco central que dirige Jerome Powell, a decantarse por solo 25 puntos. Algunos expertos ven incluso probable que el banco central posponga la decisión en plena guerra.

"Los bancos centrales podrían verse incitados a posponer las subidas de tipos", asegura Michael Salden, estratega de materias primas de la gestora suiza Vontobel AM. "Dado que la crisis podría afectar al crecimiento de EEUU y, en particular, al de Europa, los principales bancos centrales podrían pasar de la lucha contra la inflación al restablecimiento del crecimiento y el buen funcionamiento de los mercados de capitales, en función de la duración de la crisis. En realidad, los mercados ya están revisando la probabilidad de la senda de subida de los tipos prevista por la Reserva Federal en previsión de movimientos dovish, ya que el extremo largo de la curva del Tesoro estadounidense está mostrando grandes caídas en los rendimientos".

Para EEUU no será fácil posponer un alza de tipos de interés debido al recalentamiento de su economía, pero la estabilidad financiera y las condiciones de financiación pueden pesar más en la toma de decisiones. La inflación está disparada en EEUU en el 7,5%, la tasa más alta desde 1982, mientras el último dato del crecimiento del PIB del cuarto trimestre de 2021 se ha elevado hasta el 7%. Sin embargo, la histórica alineación del banco central estadounidense con la política exterior de EEUU lo cambia todo. Ocurrió en el último mini-ciclo de alzas de tipos entre 2017 y 2018, cuando el actual gobernador Powell pausó las subidas conforme se recrudecía la guerra comercial del Gobierno de Donald Trump con China.

La excusa perfecta para el BCE

El caso de Europa es diferente. Con Alemania ya en clara contracción desde finales de 2021 por el alza de los costes energéticos y la crisis de suministros, el resto de la zona euro también se ha situado en clara desaceleración, incluyendo a España.  Los precios del gas natural, que se usan para calefacción pero son el centro de gravedad de la generación de electricidad, acumulan cuatro meses en niveles históricos que multiplican el rango de 20 a 30 euros por MW/h en que se movían hasta el pasado verano.

En este terreno, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, recordó en la reunión del pasado 3 de febrero que la energía supone más de la mitad del alza de la inflación -que en Europa se ha situado en el 5% en enero- y, por este motivo, "la política monetaria poco puede hacer". Sin embargo, la banquera gala dio un giro a las expectativas al evitar descartar una subida de tipos en la zona euro en 2022. La guerra en Ucrania servirá de coartada para desechar el debate de restricciones a la financiación, según los expertos. 

Lo que sí mantendrá el banco central es el plan para cerrar el bazuca PEPP (programa de emergencia pandémica) para finales del mes que viene, después de haber gastado hasta 1,85 billones de euros en compras de deuda pública a los Estados miembro y, en menor medida, al sector privado. Al mismo tiempo prevé aumentar a 40.000 millones de euros al mes las compras a través del APP (programa de compra de activos del expansión cuantitativa o QE) preexistente a la pandemia del Covid-19 y que servirá como instrumento estabilizador. "Apuntamos que, a la luz de la crisis en Ucrania, la eliminación gradual de QE  podría llevar más tiempo", explica Suvi Platering y Maureen Schuller, analistas de ING.

La estabilidad financiera vuelve a ocupar un rol central en los movimientos del BCE. La exposición a Ucrania y países limítrofes de los bancos de la zona euro emergen como un nuevo foco de riesgo. "Además, algunos bancos ubicados dentro de la eurozona también han estado entre los más expuestos a la situación entre Rusia y Ucrania", añade Teunis Brosens, de ING. 

En concreto, según el Banco de Pagos Internacional (BIS) de Basilea, el sector bancario del euro afronta una exposición de algo más de 107.000 millones de euros a nivel global, con Francia, Italia y Austria, a la cabeza. Entidades como la italiana Unicredit, la francesa Société Generale o las austriacas Erste y Raiffesen registraron desplomes en bolsa de más de dos dígitos como consecuencia del riesgo ucraniano y ruso. Por este motivo, los expertos no solo descartan un endurecimiento monetario por parte del BCE, sino que se mostrará más favorable a suavizar las condiciones financieras.

Mostrar comentarios