Sobre el 3,2% del capital

Los Hernández Callejas liberan parte de su 'hipoteca' en Ebro tras el dividendo

El grupo familiar, a través de Hercalianz y Tradifin, ha levantado la prenda bancaria que pesaba sobre 5 millones de acciones de la compañía arrocera tras el cobro de casi 4,6 millones en dividendos.

Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods.
Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods.
Aecoc

Un dividendo para tapar agujeros y levantar cargas. Ebro Foods repartió el pasado viernes 29 millones de euros entre sus accionistas, el tercer pago en lo que va de año y que forma parte de su remuneración ordinaria a cuenta de 2020. Para la familia Hernández Callejas, que gestiona la compañía, ha servido para ajustar cuentas con los bancos. Parte de su participación en la compañía se encuentra aún pignorada como garantía de una financiación crediticia y ahora han levantado cargas. El borrón registral afecta a 5 millones de acciones, el 3,2% del capital, valorado en 83 millones de euros.

Por un lado, Hercalianz Investing Group, sociedad patrimonial controlada con sendos 28% por los hermanos Antonio (presidente de Ebro Foods), Félix (consejero) y Ana María Hernández Callejas, ha comunicado a la CNMV que se ha liberado la prenda bancaria sobre 2,98 millones de acciones que se encontraban pignoradas como “garantía de las operaciones de crédito suscritas en el marco de sus operaciones corporativas”.

Una prenda de 2016

Hercalianz, que controla el 8,6% del capital de Ebro Foods tras las compras realizadas antes del pago de dividendo, retrotrae el origen de esta prenda a un movimiento corporativo intrafamiliar de diciembre de 2016. Supuso el reparto del 16% del capital de la arrocera entre las dos ramas familiares herederas de los hermanos Félix (fallecido en 2011) y Elías Hernández Barrera, fundadores del grupo, según explicaron entonces a la CNMV.

Hasta 2016, las acciones de Ebro estaban en manos del Instituto Hispánico del Arroz. En diciembre de ese año vendió esa participación a partes iguales entre Hercalianz, que dirige el actual presidente de Ebro, Antonio Hernández Callejas, y dos de sus hermanos; y Grupo Tradifín, que capitanean su tío Elías Hernández Barrera y su prima Blanca Hernández Rodríguez, cofundadora de la gestora Magallanes y consejera de Pharmamar.

Grupo Tradifin (7,9%) detalla a la CNMV que, en su caso, la prenda queda levantada para 2 millones de acciones, aunque todavía mantiene pignorados 6,1 millones de títulos, casi un 4% del capital de Ebro y la mitad de su participación en la empresa. En cambio, Hercalianz prácticamente ha liberado casi todas sus acciones y la prenda solo afecta a 1,6 millones de títulos, el 1,08% de la empresa frente al 8,6% que controla este vehículo.

Tras la escisión salomónica de la participación de los Hernández Barreras en 2016, el accionariado de Ebro Foods pasó a estar liderado por otros socios ajenos a la gestión del día a día. A la cabeza se sitúa Corporación Financiera Alba (familia March), con el 14%; Corporación Económica Delta (familia Carceller), con un 11%; y el ente estatal SEPI, con un 10,3%. También se fueron incorporando otras grandes fortunas como los Gómez Trénor, con un 7,83%; o Comenge, con más del 5%, según los registros de accionistas.

Todos ellos se encuentran a la espera de si, por segundo año consecutivo, Ebro Foods opta por repartir un nuevo dividendo extraordinario como el desembolsado en diciembre de 2020 por 298 millones de euros. En 2020 pudo realizar este esfuerzo extra con sus accionistas tras la venta de su negocio de pasta en Canadá (Catelli) y EEUU (American Pasta) por 340 millones de euros.

Desde enero, la compañía cuenta en balance con varias desinversiones en su historial reciente como Ronzoni (77,6 millones) y Panzani (550 millones), cuyo cierre está previsto antes del próximo 31 de diciembre. Ebro acordó en julio la venta de su negocio de pasta seca, salsas y sémolas a la gestora de capital riesgo CVC Capital Partners en una operación que adelgazará de forma drástica la actividad y el negocio del grupo.

Sin embargo, hay otras incertidumbres que afectan a la marcha del grupo como su todavía elevada deuda financiera, el aumento de los costes de las materias primas, del transporte y las potenciales responsabilidades que arrastra de su antigua filial Puleva, vendida a Lactalis en 2010, que fue multada por la CNMC por formar parte activa de un cártel lechero frente a los ganaderos. La cotización de Ebro sufre estos achaques y se ha situado en las últimas semanas en mínimos desde 2015, en torno a 16,5 euros por acción.

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