Inestabilidad financiera e inflación

'War room' en Fráncfort: el BCE se abre a medidas extraordinarias por la guerra

El banco central  afronta una drástica revisión de sus previsiones económicas para 2022 con un alza de las expectativas de inflación y rebajas en el crecimiento esperado en la economía de la zona euro.

Christine Lagarde, en el atril del Parlamento europeo hace dos semanas.
Christine Lagarde, en el atril del Parlamento europeo hace dos semanas.
DPA vía Europa Press

"Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias. Nuestro compromiso con el euro es ilimitado". La declaración de Christine Lagarde el 18 de marzo de 2020 por la noche con motivo del estallido de la pandemia del Covid-19 vuelve a cobrar vida ante la guerra de Rusia en Ucrania, el 'shock' de precios energéticos y la reunión del Banco Central Europeo (BCE) de este jueves. La presidenta anunció aquel día el nacimiento del bazuca antipandemia (PEPP), el programa de compras de activos de 1,85 billones de euros que alivió la crisis y ha permitido a los Estados europeos financiarse durante la crisis. 24 meses después, todas las miradas vuelven a dirigirse a Fráncfort y el potencial despliegue de medidas no convencionales que amortiguen la nueva amenaza financiera que acaba de comenzar.

La 'sala de guerra' del banco central vuelve a estar capitaneada por Lagarde, Luis de Guindos y Andrea Enria, que afronta el despliegue de medidas regulatorias para aliviar a los bancos europeos con exposición a Rusia. Entidades como el galo Societé Generale, el italiano Unicredit o el austríaco Raiffessen han perdido alrededor de la mitad de su valor en bolsa por las pérdidas masivas que se esperan ya de sus  negocios rusos. Solo la banca española, sin presencia allí, ha perdido una quinta parte de su capitalización bursátil (más de 26.000 millones) desde el 23 de febrero.

Los 'shocks' de marzo de 2020 y 2022 se asemejan en la velocidad de deterioro en cuestión de pocos días. También coinciden por el daño económico autoinfligido por las decisiones de los gobiernos europeos: los confinamientos para combatir el Covid-19 hace 24 meses y las sanciones a Rusia para frenar su ofensiva militar. La gran diferencia es ahora la crisis energética y la ola de inflación que recorre Europa. Una mayoría de expertos descarta que el BCE se atreva a subir los tipos este jueves como se llegó a barajar en enero y mediados de febrero. La guerra lo ha cambiado todo.

Una encuesta de Reuters entre medio centenar de analistas revela que el consenso ahora prevé que la primera subida de tipos en diez años se posponga hasta final de año a pesar de una inflación del 5,8% en la zona euro en febrero. Para los economistas del BCE, el conflicto ha supuesto tirar a la basura semanas de trabajo elaborando las proyecciones económicas que iban a guiar la política monetaria europea hacia su ‘normalización’ desde la actual zona de estímulos masivos y tipos negativos. Los expertos prevén que la autoridad monetaria rebaje otra vez su previsión de crecimiento en 2022 (en diciembre la recortó del 4,6% al 4,2%) y dispare la de la inflación prevista este año, que ya elevó del 1,7% al 3,2%.

Con Alemania a punto de cumplir seis meses de contracción económica, el dilema sobre qué hacer sigue creciendo mientras otros bancos centrales suben tipos como Canadá, que ya lo hizo la semana pasada, o EEUU, que lo hará el próximo 16 de marzo. El BCE se enfrenta a la amenaza de recesión con un crecimiento de precios que puede alcanzar el 7% en las próximas lecturas mensuales debido al incremento de los precios del gas natural, de la electricidad y los combustibles. La encrucijada es clara: bajar tipos ante la guerra puede encender la inflación de manera incontrolable, mientras que subirlos puede acelerar la llegada de la recesión. “Por ahora, los mercados parecen tener una fuerte confianza en la capacidad de los bancos centrales para adaptarse al shock”, explica Gilles Moëc, economista jefe de la gestora de fondos de inversión AXA Investment Managers.

Recesión, inflación e inestabilidad financiera

El BCE anunció que en marzo pondría fin a las compras netas de activos del programa PEPP (ligado a la pandemia) y elevaría a 40.000 millones de euros mensuales el APP, el mecanismo que lleva activo desde 2015 con el objetivo, precisamente, de estimular la inflación y el crecimiento económico. La orientación que dio el banco central apunta a que progresivamente bajará su dotación a 20.000 millones para terminar en octubre. Ahora, la posibilidad de que el banco central sea más flexible ha ganado fuerza.

“Una opción sería que el BCE respondiera a la mayor incertidumbre simplemente manteniendo la posibilidad de mantener un goteo de APP en 2023. Sin embargo, creemos que el enfoque de este jueves se centrará en los planes de contingencia. En general, creemos que el debate, al menos por ahora, se centrará en la desaceleración del ritmo de normalización, en lugar de la necesidad de ‘hacer más’ ", añade Möec. Mientra tanto, el euro se ha convertido en una de los puntos débiles para el BCE puesto que su depreciación frente al dólar -ya se mueve por debajo de 109 centavos- está elevando la dosis inflacionaria procedente de las materias primas.

El economista jefe de Mapfre Inversión, Alberto Matellán, advierte sobre la posibilidad de que la guerra provoque una recesión o, incluso, una crisis financiera. "No es momento de hacer grandes cambios", augura en relación a una posible pausa en el despliegue de movimientos del banco central. “La elevada incertidumbre en torno a las perspectivas macroeconómicas llevará al BCE a centrarse en la opcionalidad en la política monetaria. En la línea de recuperar la opcionalidad de la política, el BCE podría decidir eliminar la palabra “en breve” de su orientación a futuro sobre la APP para romper el vínculo temporal casi automático entre los dos instrumentos. La opcionalidad implica que la subida de los tipos de interés podría tardar más tiempo en producirse tras la finalización de las compras netas de activos, si está justificado”, asegura Konstantin Veit, gestor de PIMCO.

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