Cuaderno de venta

Cuando baja la marea y las señales de que la economía se desacelera

Jerome Powell, Fed
Jerome Powell, Fed
Europa Press

La economía y la creación de empleo se están frenando. No lo verán en los telediarios porque ninguno de los líderes políticos parece entusiasmado con la idea, además de que parecen estar jugando a la versión política de 'No te rías que es peor', un viejo concurso de televisión en el que los participantes debían mantenerse serios mientras las risas enlatadas del público llenaban el escenario. Es sorprendente que se pregone exactamente lo contrario de lo que sucede con un desparpajo que roza el cinismo. Hay cada vez más señales de que la desaceleración está ganando fuerza en estos últimos meses. Ómicron, inflación, tipos de interés, aumento de costes generalizados…

Si miramos a EEUU, las condiciones financieras están comenzando a endurecerse como demuestra la tremenda debacle bursátil, con caídas de en algunas compañías de más del 50% desde máximos de finales de 2021, de los activos más especulativos como acciones de empresas de baja capitalización o de las criptomonedas, territorio en el que había entrado liquidez a mansalva en los dos últimos años. “Solo se sabe quién ha estado nadando desnudo cuando baja la marea”, que diría el sabio Warren Buffett. Los inversores han vendido masivamente todas aquellas acciones y tokens donde la rentabilidad ni está ni se le espera, pero también las que cotizaban con múltiplos de valoración desorbitados en relación a sus beneficios.

La Reserva Federal (Fed) acaba de marcar fecha en el calendario para emprender el difícil cambio de ciclo en los tipos de interés. Será en cuestión de semanas, a partir de marzo, cuando el banco central de EEUU endurezca por primera vez desde 2018 los tipos de interés. JPMorgan y Deutsche Bank pronostican hasta cinco subidas de tipos en 2022 y otras tres en 2023 hasta situar el precio del dinero cerca del 2%. Bank of America prevé siete alzas este año y otras cuatro el que viene. El banco central que dirige Jerome Powell ha reducido de 120.000 a 30.000 millones de dólares el volumen de sus compras de deuda en apenas tres meses y, además, comienza a pensar en reducir su balance de 9 billones de dólares, una misión casi imposible sin que la economía sufra las consecuencias en forma de menor dinamismo.

Los elevados niveles de inflación que ha generado la crisis energética comienzan a hacer mella en los márgenes empresariales y en el consumo. Alemania, la locomotora de la economía del euro, registró una visible contracción del 0,7% en el cuarto trimestre, según Destatis, por el efecto conjunto de la última ola de la pandemia, las nuevas restricciones y los altos precios de la energía. Ahora es oficial el riesgo de recesión en el arranque de 2022 si se enlazan dos trimestres consecutivos de decrecimiento. Con la amenaza de una guerra en Ucrania, el panorama no puede ser más inquietante para el nuevo Gobierno de Scholz.

España sufrirá las consecuencias del bache alemán con total seguridad y eso obliga a revisar las previsiones económicas del Gobierno de Sánchez, que quedarán como un mal chiste. El Ejecutivo mantiene oficialmente que el PIB crecería un 6,5% en 2021 desde que presentó los Presupuestos Generales del Estado (PGE 2022). Solo ahora, después de que el INE haya publicado el cierre preliminar del ejercicio con un crecimiento del 5%, admite que su pronóstico era erróneo y ya no vale. ¿Era necesario aguantar tanto tiempo? Las estrategias electorales de la coalición marcan el ritmo de la comunicación ante el inicio de la temporada de elecciones, que han comenzado por las autonómicas castellanoleonesas pero seguirán con probabilidad en otras regiones conforme pasen las semanas. 

Si la marcha de la economía no es la que parecía, el crecimiento del empleo tampoco parece serlo por mucho que el Gobierno se empeñe en exhibirlo ante la opinión pública. Hay una cuestión todavía poco explorada en el debate macroeconómico actual: ¿por qué cae tanto la productividad con la recuperación del mercado laboral? Resulta que el ministerio de la Seguridad Social de José Luis Escrivá se ha encargado de aportar algo de luz al asunto casi sin querer. Sus registros cifran en dos millones las bajas laborales durante la sexta ola del Covid-19, es decir, buena parte de esas vacantes han obligado a empresas y administraciones a contratar para suplirlas, mientras que los empleados de baja médica no son contabilizados ni mucho menos como parados. Solo hay que unir los puntos para entender la extraordinaria aportación de esta situación para el 'momentum' del mercado laboral.

Mostrar comentarios