Se cumplen 90 años de la condena

Al Capone, el mafioso más peligroso que solo acabó en prisión por evasión fiscal

Una carta escrita por su abogado en la que el 'capo' reconocía que apenas tenía ingresos para alimentar a su familia logró lo que decenas de operaciones penales y policiales no consiguieron: meterlo entre rejas. 

Ficha de prisión de Al Capone, poco antes de lograr la libertad por su enfermedad, en 1939.
Ficha de prisión de Al Capone, poco antes de lograr la libertad por su enfermedad, en 1939.
FBI

Cuando hace unas semanas, un día antes del debate electoral entre Donald Trump y Joe Biden el New York Times publicó su bomba sobre las declaraciones de impuestos del presidente de EEUU, la sombra de Al Capone se proyectó en la Casa Blanca: al final podría ocurrir que al igual que el mafioso, el presidente de EEUU, acusado de delitos más graves durante su mandato acabase en la cárcel por evasión fiscal. Por increíble que parezca hubo comparaciones en la prensa de EEUU.

Más allá de ellas hoy se cumplen 90 años de la célebre condena por evasión fiscal del gánster más famoso de todos los tiempos, quien con tan sólo 31 años entonces era el amo de Chicago durante la evocadora época de la Ley Seca. La historia, en realidad no es tan conocida. Se sabe que a Capone no le pudieron acusar de crímenes como asesinatos, extorsión, secuestros, es decir, de organización criminal, sino de no haber declarado sus impuestos, pero fueron sus abogados, en última instancia, quienes le acabaron implicando.

Junto a Capone ha pasado también a la posteridad Elliot Ness, un agente del Tesoro -el equivalente en España a la Agencia Tributaria— que si embargo con sus ‘Intocables’ se dedicó a perseguir las actividades de Capone en contra de la prohibición -la violación de la Ley Seca-. Fueron otros agentes de la misma institución, liderados por Frank Wilson, quienes armaron el caso de los impuestos contra Capone mientras Ness se publicitaba a sí mismo en la prensa: "Le gustaba que lo llamaran caza gánsteres porque él y sus hombres se dedicaban a hacer redadas en fábricas de cerveza y destilerías de licor de Chicago y sus alrededores, y en todas las ocasiones procuraba que la prensa estuviera presente y le hiciera fotos mientras él adoptaba poses heroicas y rompía barriles de alcohol ilegal que iba a parar a los desagües y alcantarillas" -Deirdre Blair ‘Al Capone’ (Biblioteca de la Memoria)-.

El amo de Chicago había construido su imperio ilegal durante los primeros años 20 sobre la base del ‘Volstead Act’, que conocemos como ‘Ley Seca’: cuando el alcohol y los locales de ocio nocturno en donde se dispensaba fueron prohibidos por una ley federa. Imagínense que el confinamiento y las restricciones durasen una década. Las actividades de la mafia de Chicago sobrepasaban en cualquier caso al alcohol aunque fuera el pilar: prostitución, juego… 

Capone se convirtió en una obsesión para el país hasta el punto que Edgar Hoover, fundador del mismo FBI, la Agencia Federal de Investigación, ordenó a todas las agencias federales que se volcaran en cerrar el círculo sobre el mafioso ya que la policía y los jueces de Chicago no podían conseguir nada: sobornos, amenazas, asesinatos…

Los primeros golpes de Elliot Ness contra la organización criminal arrinconaron a Capone, pero fue la vía fiscal de Frank Wilson la que iba a acabar con el amo de Chicago. Aun así había que probarlo, lo más sorprendente fue cómo se desmoronó tan rápido. Un abogado y una carta desencadenaron el hundimiento del gigante del crimen. Un sólo error.

Antes de eso, el caso fiscal contra Al Capone comenzó en la oficina de Frank Wilson, tras una redada en la Tabaquería del Hotel Hawthorne: "Entre los papeles confiscados por la Fiscalía de Illinois había unos libros de contabilidad que nadie estimó importantes entonces y que se añadieron a los miles de documentos que se enviaron a la oficina de Wilson" -Deirdre Blair ‘Al Capone’ (Biblioteca de la Memoria)-. 

En realidad, nadie había reparado en ello porque aunque revelaba una gran cantidad de dinero no se podía ligar con los locales de apuestas de las carreras de caballos, los prostíbulos o los antros donde se servía alcohol de contrabando. Es decir, no constituían una prueba respecto a ese tipo de delitos pero sí indicaba que Al había ganado muchísimo dinero y que no lo había declarado a Hacienda…

La verdadera caída de Capone se produjo cuando se pudo ligar a su hermano Ralph, también gánster, por evasión de impuestos. Pasó tres años en la cárcel por lo que en 1930, Capone decidió contratar a un abogado Lawrence P. Mattingly para que regularizase su situación fiscal y evitar así problemas. Lo que sucedió aún fascina a historiadores y expertos en derecho. Mattingly escogió colaborar con la Agencia Tributaria a fin de que su cliente cumpliese con sus obligaciones como ciudadano. 

Acudieron, ya en 1930 a varios interrogatorios que había pedido la oficina de Wilson pero la cuestión clave fue cuando el abogado de Capone redactó una carta en la que básicamente explicaba que su cliente era el único sostén de una extensa familia y que hasta 1926 sus ingresos semanales no habían superado los 75 dólares semanales

Para poder justificar cómo se podía pagar con eso dos mansiones y el mantenimiento de seis personas o más la carta incurría en vagas descripciones de los medios para conseguir ese dinero. Reconocía que había recibido sumas elevadas cuando había sido director con otros tres socios de una empresa no identificada y reconocía también la propiedad de inmuebles sin especificar de dónde habían salido -‘Letter from Lawrence P. Mattingly to C. W. Herrick, Bureau of Internal Revenue Agent, Chicago’-. 

En definitiva, la carta, más que evitar el problema, sencillamente lo ponía en bandeja. La voluntad del abogado de Capone de zanjar los problemas fiscales demostraba por una parte que reconocían el delito y las vagas explicaciones implicando a su cliente en negocios opacos y con propiedades sin justificar amarraba aún más el caso de Hacienda. Nadie se ha explicado jamás como una carta así podía beneficiar a su cliente pero Mattingly entendía que no se podía incluir en un juicio en todo caso y sólo como vía para negociar con Hacienda. Se equivocó. 

El 8 de octubre de 1931 la United Press, por vía de Frederic C. Otham publicaba lo siguiente: "Para consternación de Capone y sus abogados, el fiscal de distrito George E.Q. Johnson presentó la carta en la corte hoy. Para su mayor consternación, el juez federal James H. Wilkerson permitió que se presentara como prueba. La oferta de pago de la carta, la retención del abogado del gobierno, es una admisión tácita por parte de Capone de que es culpable de defraudar al Tío Sam más de $ 215,000 en impuestos sobre la renta", -Capone lawyers unable to suppress damaging letters-

Fue el fin. Apenas una semana después era condenado por evasión fiscal a 11 años de prisión. Cumplió sentencia en Alcatraz hasta enero de 1939 cuando se le concedió la libertad condicional debido al avanzado deterioro de su capacidad mental debido a una neurosífilis muy avanzada. Se retiró a una modesta casa en Florida donde vivió diez años más. Dos años después de haber sido condenado, en 1933 se había derogado La ley Seca.

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