Las cuatro últimas crisis en España (y IV)

Guerra sindical, fin de régimen y crisis del petróleo: España sufrió como nadie

Los últimos años de la dictadura y los primeros de la Transición coincidieron con una triple amenaza que lastró a la economía nacional de forma más profunda y durante más tiempo que en el resto de Europa.

Imagen de archivo sobre el atentado que mató al almirante Carrero Blanco en Madrid.
Imagen de archivo sobre el atentado que mató al almirante Carrero Blanco en Madrid.
EP

Un mes antes de que el coche de presidente del gobierno, el almirante Carrero Blanco, saltara por los aires en la calle Claudio Coello matándole en el acto, un proceso, el denominado 1.001, llevado a cabo por los tribunales del régimen contra los dirigentes de CCOO disparaba el comienzo de una aguda conflictividad laboral y social. La sentencia del Tribunal del Orden Público fue el 20 de noviembre de 1973, el asesinato de Carrero Blanco por parte de ETA el 20 de diciembre del mismo año. 

Por si fuera poco, a la aguda crisis política y social en la que se sumía el país, se le sumó el espectacular aumento de los precios del petróleo, combustible del que la industria española era totalmente dependiente. Se debía a que en octubre también de ese año, tras la guerra del Yom Kippur entre Israel y Egipto, los países árabes productores de petróleo de la OPEP comenzaron un embargo contra EEUU, Gran Bretaña, Japón, Canadá, Holanda… El embargo, más allá de sus connotaciones políticas, fue un bombazo en la economía occidental. Acababa de comenzar la Crisis del Petróleo

A principios del año siguiente, 1974, los precios se habían disparado y en España la crisis pronto demostró que sería más dura que en el resto de países: el antiguo Plan de Estabilización que había puesto fin a la crisis anterior del aislamiento de la posguerra y que había sido ideado por los ministros tecnócratas y del Opus Dei de Franco comenzó a hacer aguas: no sólo se dependía del combustible fósil, sino que éste era esencial para mantener la balanza de pagos y la relación de importación exportación.

Además, las tensiones laborales se habían disparado ya que las tímidas organizaciones sindicales habían sido aplastadas en el proceso 1.001 al demandar un aumento de los salarios. Cuando este se produjo, la caída de la producción y el desequilibrio de la balanza de pagos disparó la temida inflación. Una pesadilla en un país en el que ya se adivinaba que antes o después habría un cambio de régimen político, al tiempo que la salud del dictador se apagaba. 

La incertidumbre política y la depresión económica arrojaban de nuevo a España a un laberinto. Es cierto, según explica Juan Velarde Fuertes, que por primera vez en la historia de las crisis económicas que se habían vivido golpeaba a una sociedad más rica de las que hubo en 1866, 1898, la década de los años 30 o los años de la posguerra y la autarquía. Sin embargo, el impacto en la economía española fue demoledor. 

En toda Europa se había decidido crecer con rapidez a partir de 1948 -un año después del Plan Marshall -basado en gran parte una energía barata, por lo que el alza de los precios del petróleo abocó a una aguda crisis. En España, el desarrollo se había logrado abandonando como fuente energética esencial a los veteranos yacimientos hulleros, sobretodo de la zona minera de Asturias, lo que venía a suponer un cambio decidido del "estilo carbón" por el "estilo petróleo". Los pantanos y las refinerías de petróleo suplantaron a las minas logrando unas tasas de crecimiento anuales por encima del 6%. 

Según Luis Ángel Rojo, los efectos en España fueron más intensos y persistentes que en la generalidad de los países industriales: "Una débil base energética, el alto consumo de energía por unidad de producto y la elevadísima dependencia de las importaciones de petróleo hicieron que el impacto sobre los precios, la renta disponible para el gasto y el déficit exterior de la economía española fuera especialmente fuerte". 

Además, la crisis del petróleo en España se solapó en ese momento con una laboral y por supuesto una política, debido al periodo que comprendió. El comienzo de las exigencias de subidas salariales después de años en los que la representación sindical que básicamente era estatal no había producido apenas tensiones. La fecha de la sentencia contra los dirigentes sindicales en 1973 sólo pospuso el conflicto que se recrudecería en 1976, ya después de la muerte del dictador y en pleno debate de la Ley para la Reforma Política que habría de cambiar las leyes del juego y pavimentar el camino para la Constitución

Antes de eso, lo que ocurrió fue un frenazo total de la economía debido al alza de precios precisamente porque se había apostado de lleno por el petróleo al tiempo que el mercado laboral seguía siendo muy rígido. El primer error de los dirigentes del régimen fue presuponer que inmediatamente después del brusco aumento de lo precios vendría seguido a su vez de un rápido descenso, que al final no se produjo. 

Fue una de las razones por los cuales España tardó más que el resto de países de Europa en salir de la crisis. Para evitar una política contractiva se abandonó ya en 1975 las primeras medidas del año anterior que habían consistido en reducir la importación de crudo y ajustar la producción. Al continuar las importaciones con precios tan elevados se produjo un inevitable y profundo desequilibrio. Según Juan Velarde: "Lisa y llanamente, teníamos que entregar más productos de nuestro esfuerzo colectivo para seguir importando lo mismo. Y esa importación, además hacía aumentar los precios". 

Como resultado, la inflación a pesar de un pequeño repunte en 1976, se disparó de nuevo y sin ningún freno ya en 1977. Todo empeoró por la conflictividad laboral que se arrastraba desde 1973 en el inicio de la crisis. A partir de 1975 tras la muerte de Franco se comenzaron a conceder las subidas salariales pero el contexto era demoledor: mientras se seguían cerrando negocios y aumentando el paro, las subidas salariales se diluían en la hiperinflación, que siguió aumentando hasta 1977, al tiempo que el resto de países europeos ya habían puesto freno a lo peor del impacto de lo precios del petróleo. Básicamente, las nuevas relaciones laborales, la crisis energética y el aumento de precios sólo consiguió que para empeorar las cosas aumentara el paro. 

Según José María Serrano y Eva Pardos, los crecientes costes de la energía y de las materias primas en general, los nuevos aumentos salariales y el alto grado de endeudamiento de las empresas españolas, producto del expansionismo de la etapa inmediatamente anterior hundió a numerosas empresas activando de nuevo la espiral del paro. Ante esta situación "los últimos gobiernos del franquismo y los primeros no democráticos de la Transición se limitaron a un comportamiento adaptativo de creación de dinero para financiar las luchas redistributivas lo que, en definitiva, alimentaba la inflación" -‘Historia económica de España’ (Crítica)-. 

La economía española no comenzaría a recuperarse hasta precisamente 1977, el peor momento de la crisis cuando se firmaron los Pactos de la Moncloa, al tiempo que se consolidaba la Transición política con la aprobación de la constitución española (1978). Los acuerdos sirvieron para afianzar la confianza institucional, las relaciones laborales y la estabilidad del estado para llevar a cabo reformas económicas de calado. La crisis aún duraría pero la segunda crisis del petróleo (1979-1980) afectaría menos y hacia 1982, con la consolidación de la democracia se comenzó de nuevo un periodo expansivo.

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