La de Joe Biden pasa por el empleo

La 'bala de plata' de Trump para ganar las elecciones: la cura del coronavirus

El republicano necesita una medida demoledora que cambie de una vez la tendencia negativa de los últimos sondeos. 

EFE
La 'bala de plata' de Trump para ganar las elecciones: la cura del coronavirus
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Solución milagrosa. Esa es la descripción más parecida en castellano al concepto "silver bullet", que cada cinco años protagoniza la política estadounidense. La bala de plata define la idea, medida, acción o argumento demoledor con el que un candidato puede ganar unas elecciones en los Estados Unidos, especialmente útil cuando las encuestas le son desfavorables.

La historia de las campañas electorales estadounidenses está plagada de estas balas. La lucha global contra el terrorismo de George Bush Jr., el Obamacare, el "America First" de Donald Trump en las elecciones de 2016, son claros ejemplos de anuncios que tienen como objetivo acabar con el rival de un solo disparo programático, decantando la balanza de las urnas a su favor.

El debate celebrado entre el candidato demócrata, Joe Biden, y el republicano, Donald Trump, ha puesto las cartas encima de la mesa en cuanto a balas de plata se refiere. La ortodoxia del demócrata se contrapone claramente a la vehemencia y pragmatismo del republicano. Este último necesita un disparo que cambie de una vez la tendencia negativa de los últimos sondeos publicados.

La bala de Biden pasa por el empleo

La creación de empleo es uno de los mantras en cualquier campaña electoral. Biden aboga por aprovechar las consecuencias económicas de la pandemia para aprobar un macroprograma que refuerce, principalmente, el sistema sanitario americano. En realidad, detrás de esta inversión multimillonaria estaría la aspiración de crear cientos de miles de puestos de trabajo dedicados al desarrollo de herramientas tecnológicas para la atención en materia de salud.

El equipo de Biden ha tratado de simbolizar estas acciones equiparándolo a la Guardia Nacional. Crear, formar y equipar a un ejército de trabajadores sanitarios conllevaría la creación de empleo en aquellos estados más perjudicados por el coronavirus. Solución pandémica y empleo. Estas son las dos variables con las que el demócrata tratará de convencer a una población que ha alcanzado un récord histórico de desempleados y contagiados en los últimos nueve meses.

Los analistas de Wall Street ya descuentan que en caso de que Biden gane las elecciones, retome el control del Senado y mantenga el del Congreso, llegará un paquete de estímulos brutal en el mismo momento en el candidato demócrata ponga un pie en la Casa Blanca. Biden tendrá que cumplir desde el primer día sus promesas electorales.

Trump se centra en las vacunas

Por su parte, Trump opta por una solución mucho más radical para la contención de la pandemia. En primer lugar, al igual que en España, ha elegido la resiliencia como principal capacidad para aprender durante estos últimos meses. El candidato demócrata llegó a asegurar durante el último debate que "estamos aprendiendo a vivir con la pandemia". Trump se lo juega todo a la llegada de una vacuna y unos tratamientos para reducir el aumento de casos de Covid-19 en el país. Durante el cara a cara, llegó a atacar a su rival apelando al miedo al recordarle directamente que "no podemos encerrarnos en un sótano como hace Joe".

La respuesta del demócrata pasó por recordar a Trump que EEUU ya supera los 200.000 fallecidos por el coronavirus. Pese a los reproches sobre su edad y estado de salud, Biden estuvo bastante despierto como para responder al actual presidente que, en realidad, lo que "la gente está es aprendiendo a morir con él".

Trump trata de ocultar la pésima gestión de los test y el confinamiento de positivos. Su estrategia no es improvisada

Junto a las vacunas y los tratamientos terapeúticos, Trump se abraza a la ansiada inmunidad de rebaño en el ínterin. Mientras no se consiga encontrar la solución, la política de la Administración americana ha consistido en no imponer restricciones, ni económicas ni de movimiento, a aquellos ciudadanos con un riesgo mínimo de contraer la Covid-19, especialmente a los jóvenes.

Esta situación explica los continuos episodios de fiestas, reuniones o conciertos que pueblan la geografía norteamericana. Desde el punto de vista científico, este argumento potenciaría la infección natural, un elemento imprescindible si se quiere alcanzar la inmunidad de rebaño.

Ahora bien, las críticas hacia esta teoría, bien asentadas en la comunidad demócrata e incluso en la republicana, consideran que quizá pudiera alcanzarse en poblaciones reducidas o con escaso contagio entre ellas, pero no en una nación con más de 300 millones de habitantes y que presenta una altísima movilidad entre Estados.

Según gran parte de los analistas estadounidenses, la estrategia de Donald Trump no sería improvisada. En realidad, trataría de ocultar así la pésima gestión mantenida en cuanto a los test rápidos, el rastreo y el confinamiento de los contagiados. Al menos consuela saber que estos debates y errores no solo encuentran su espacio en la política española. También trascienden las fronteras marítimas del Océano Atlántico.

Con las encuestas en contra, Trump está a la búsqueda desesperada de esa bala que ponga fin a la carrera política de su rival demócrata, Joe Biden. Pese a que repetidamente ha acusado al hijo mediano de Joe Biden, Hunter Biden, de meter a su padre en problemas, la bala de plata de Trump pasa por el anuncio de una vacuna capaz de acabar con la mayor crisis que ha sufrido el mundo en el último siglo.

Su mera expectativa ya supondría el golpe definitivo para ganar unas elecciones en el país más poderoso del mundo. Una bala de plata que, sin embargo, de no dispararse en el momento adecuado, puede convertirse en una ruleta rusa dirigida directamente a la cabeza del presidente americano.

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