Su patrón, un emigrante kurdo

Chobani, el rey del yogur en EEUU que comparte los beneficios con la plantilla

La empresa no gira sólo en torno a un producto, sino que persigue toda una nueva cultura corporativa que reconoce el valor del empleado más básico y le premia por su contribución a la prosperidad de la compañía.

Hamdi Ulukaya, a la izquierda, es el creador de Chobani, una empresa de yogures que planta cara a las grandes.
Hamdi Ulukaya, a la izquierda, es el creador de Chobani, una empresa de yogures que planta cara a las grandes.
Chobani

La fábrica más grande del mundo dedicada a la producción de yogur está localizada en Twin Falls, al sur de Idaho. Pertenece a Chobani, una de las compañías más innovadoras en el negocio de la alimentación. El patrón, Hamdi Ulukaya, no solo dio con la fórmula para convertir la leche en oro. Este hijo de pastor nómada kurdo está creando con su forma de liderar todo un modelo de gestión. Paga a sus empleados el doble del salario mínimo, les dio un trozo de la sociedad como premio y parte del beneficio que genera los destina a causas benéficas.

Chobani no existía hace 15 años ni cotiza en Wall Street, pero su yogur griego es con diferencia el más popular entre los consumidores en EE UU. Y eso pese a que Ulukaya nunca tuvo intención de establecerse en el país y ni mucho menos pensó que algún día acabaría formando parte de las listas de multimillonarios. Su futuro cuando vivía en Turquía estaba más orientado a dar continuidad al negocio familiar de queso de cabra. Pero su vida dio un giro de 180 grados cuando la policía empezó a cuestionar su activismo. Así que antes de meterse en problemas y acabar encarcelado o incluso torturado decidió cruzar el Atlántico para estudiar gestión de negocios e inglés

Se asentó en el norte del estado de Nueva York. El destino cambió cuando en la prensa local vio un anuncio con la venta por 700.000 dólares de una antigua fábrica de Kraft en South Edmeston, totalmente equipada. La compró y a los dos años producía yogures griegos bajo la marca Chobani. La compañía opera actualmente tres plantas manufactureras y el negocio sigue en expansión. 

Las ventas de yogures en EE UU rondan actualmente los 8.000 millones de dólares. Se moderaron respecto a los cerca de 9.000 millones en 2015, cuando se alcanzó el último máximo, arrastrada por la caída en el consumo de leche. Chobani, sin embargo, está siendo capaz de mantener su crecimiento gracias a que es capaz de innovar más rápido que los grandes grupos, para adaptarse a las nuevas tendencias del mercado. Ofrece así, por ejemplo, productos a base de proteína vegetal y explora otras categorías, como las bebidas. 

Chobani empezó contratando a empleados de la comunidad local que se quedaron sin trabajo y en plena crisis financiera amplió el radio a Utica, donde reside desde hace décadas una importante comunidad de refugiados llegados de todos los rincones del planeta. Ulukaya cuenta en sus intervenciones públicas que su objetivo no era solo crear la empresa entorno a un producto, sino construir toda una nueva cultura corporativa que reconoce el valor del empleado más básico y le premia por su contribución a la prosperidad de la compañía. 

Ulukaya supo ver antes que nadie el tirón que estaba teniendo el yogur griego entre unos consumidores cada vez más concienciados con la alimentación y que no les importaba pagar más por comer saludable. El joven anticapitalista kurdo acabó así dominando una industria que estaba controlada básicamente por conglomerados multinacionales como Danone, Yoplait y General Mills. Y se hizo además con la corona del negocio mostrando una compasión nunca vista hacia sus empleados, a los que hace unos años transfirió el 10% del capital por su sacrificio

Chobani tenía ya más de 2.000 empleados cuando anunció en 2016 el programa, que reconocía además seis semanas de baja por paternidad remuneradas. Una tercera parte de la plantilla es inmigrante, procedente de una veintena de países, y 400 asalariados son refugiados, una filosofía de integración en la sociedad estadounidenses que chocó frontalmente con la política de puertas cerradas impulsada por Trump. Ulukaya, uno de los firmantes de la iniciativa benéfica Giving Pledge, creo una para asistir a las personas desplazadas. 

El fundador de Chobani deja claro que no está haciendo política con su modelo de gestión e insiste que los inmigrantes, y especialmente los refugiados, están deseando trabajar para mantener sus comunidades. "Nunca lo habría conseguido sin esta gente", reconocía Ulukaya cuando decidió devolver a sus empleados lo que les debía por su esfuerzo al empezar a montar la compañía de la nada, "nunca imaginé que lo construido llegaría a tener tanto éxito". 

Mostrar comentarios