A pocos días de tomar el relevo

La imposible agenda de los 100 días de Biden en una potencia desolada y parada

El nuevo presidente demócrata se encuentra un país en el que la crisis económica sigue agravada por una segunda ola en el flanco sanitario que agudiza la desigualdad radical en el todavía país más rico del mundo.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibe la vacuna contra la Covid, el pasado 22 de diciembre.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibe la vacuna contra la Covid, el pasado 22 de diciembre.
Efe

Joe Biden asumirá el relevo de la presidencia de los Estados Unidos el 20 de enero con un país políticamente partido, la crisis sanitaria por la pandemia agravándose y la economía hundida por el lastre del confinamiento. Y lo hace, además, con el reto de cumplir con la larga lista de promesas que hizo durante la campaña para desmarcarse de Donald Trump desde la educación y salud, pasando por la justicia racial, la inmigración o el medio ambiente hasta la política exterior.

Biden arrancará así la presidencia con el plato rebosando y la dificultad añadida de que su predecesor le complicó todo lo que pudo el proceso de transición de poderes. La ejecución de su ambiciosa agenda en los primeros 100 días de gobierno estará, además, a expensas del partido que controlará el Senado tras la segunda vuelta de las elecciones en Georgia y de cómo los demócratas solucionan las tensiones expuestas por las elecciones entre progresistas y centristas. La severidad de la situación recuerda a la que afrontó Franklin Delano Roosevelt cuando asumió la presidencia en los peores años de la Gran Depresión

"No hay tiempo que perder", repite el presidente electo en vídeos que cuelga en las redes sociales, "mi equipo está listo para actuar desde el primer día". El objetivo inmediato de Biden es centrarse así en cuestiones que pueden atraer un apoyo bipartito para responder a la crisis del coronavirus, en dos frentes a la vez. En el sanitario, los contagios crecen por todo el país y al mismo tiempo debe dar escala al proceso de distribución efectiva de la vacuna que ya está en marcha. El objetivo de Joe Biden es administrar 100 millones de dosis en 100 días. En el económico, deberá coordinar con los gobernados y los alcaldes los recursos públicos necesarios para dar respuesta a las disparidades expuestas por la crisis, algo que había descuidado por completo Donald Trump. 

El panorama es tan complejo, que ni siquiera es comparable con la crisis afrontó como vicepresidente de Barack Obama. En esta ocasión, sin embargo, el paro se reduce en lugar de subir y el margen fiscal para responder a la crisis es mayor porque los intereses están a cero. Pero viendo la dinámica política en el Capitolio, la urgencia de la pandemia le obligará indudablemente a aparcar en un principio las propuestas que tenía en el ámbito de la salud y el medio ambiente. 

Biden prometió que con su agenda "Made in America" se crearán cinco millones de empleos gracias a una serie de inversiones valoradas en 800.000 millones de dólares para incentivar la producción doméstica, beneficiarán a todas las áreas de negocios. Pero antes de eso, deben recuperarse aún la mitad de los 20 millones de empleos que se perdieron por la pandemia. Se calcula que el confinamiento económico metió a ocho millones en la pobreza.    

La clave estará, por tanto, en la elección que haga Biden al priorizar las políticas a corto plazo para sobrevivir a la recesión. Ya habla de completar las medidas de apoyo a las familias, las pymes, parados y gobiernos locales recogidas en el segundo paquete de estímulos pactado por el Congreso, que Trump se resistió a firmar. Y este impulso se debe combinar con reformas estructurales en el mercado laboral e inversiones en infraestructuras vinculadas al cambio climático para sostenerlo. 

Joe Biden trató, además, durante la campaña de desmarcarse del modelo económico de Donald Trump, prometiendo que de las primeras cosas que hará al llegar a la Casa Blanca es revertir la rebaja de impuestos a las empresas adoptada por la mayoría republicana. Su plan contempla elevar el tipo del 21% al 28%. En paralelo, garantiza que los estadounidenses con una renta inferior a los 400.000 dólares anuales no tendrán que pagar más impuestos. La recaudación adicional se utilizará, entre otras cosas, para financiar la nueva opción pública que propone para la atención sanitaria y las desgravaciones fiscales para las familias de clase media por el seguro médico. La idea es construir sobre la reforma que ya puso en marcha con Obama, que Trump quiso desmantelar cuestionando su legalidad en el Tribunal Supremo. También contempla medidas para que las pymes den cobertura a sus empleados a un coste asumible. 

La administración de Biden se propone, nada más asumir el cargo, reparar las alianzas globales destrozadas por Trump. La oportunidad ahí se le presenta reforzando el sistema de gobernanza global creado tras la Segunda Guerra Mundial para lidiar con los retos de la pandemia y confrontar el dominio creciente de China. Eso obligará al demócrata a recalibrar sus prioridades con socios tradicionales en Europa y Asia en cuestiones comerciales y de propiedad intelectual. Otra área de cooperación multilateral es el cambio climático. Biden volverá a integrar a EE UU en el pacto de París en el primer día de gobierno y se espera que convoque una cumbre de líderes mundiales. El demócrata propone, en paralelo, invertir dos billones de dólares en iniciativas para promocionar las energías limpias y lograr que EE UU elimine las emisiones de carbono para 2050. También reinstaurará las normas de eficiencia energética de la era de Obama.

Joe Biden se comprometió a su vez a realizar cambios en la política de inmigración, incluido anular la declaración de emergencia de Trump para financiar la construcción del muro con México. El demócrata volverá a establecer el programa que permite residir en el país a las personas que cuando eran niños entraron ilegalmente con sus padres, con la intención de introducir una reforma más extensa que proporcione a los indocumentados un camino a la ciudadanía. 

Donde el presidente electo no está siendo muy específico es en las iniciativas que va a adoptar en el ámbito de la educación. Básicamente su iniciativa retoma una propuesta del progresista Bernie Sanders para eliminar las matrículas de acceso a las universidades públicas para las familias con ingresos inferiores a los 125.000 dólares anuales y a las minorías. Los demócratas le presionan en paralelo para que condone deuda estudiantil por valor de 50.000 millones.

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